Casi la mitad de la población de nuestro país tiene estrés. Como si fuera una epidemia, esta respuesta fisiológica y natural del cuerpo, que es tan necesaria para responder a situaciones amenazadoras o desafiantes, se está cronificando en muchas personas, es decir, se convierte en patológica. Según el VII estudio CinfaSalud, “Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés”, nueve de cada diez ciudadanos, entre los 18 y los 65 años, han tenido estrés el último año, y cuatro de cada diez (el 42 %) lo han tenido de forma frecuente o continuada.

No hace falta describir con detalle todos los desajustes que nos provoca el estrés, ya que, lo más probable, es que todos conozcamos bien los síntomas después de haberlos vivido (y con frecuencia) en el propio cuerpo: alteraciones del sueño, de temperatura, del apetito, trastornos gástricos, nerviosismo, ansiedad, estreñimiento, irritabilidad, alteraciones de las glándulas tiroideas que afectan el humor, la energía, el sentimiento de alerta, etc.

Los sistemas de medicina holística oriental, como la ayurvédica o la medicina tradicional china, consideran que el estilo de vida que predomina en las sociedades occidentales nos sobreestimula y nos agita, lo que nos condena a lidiar, tarde o temprano, con el estrés. En ambos casos, la receta antiestrés pasa a toda costa por poner más conciencia en todo lo que hacemos para enderezar los hábitos y mantener rutinas saludables, con un buen equilibrio entre actividad y descanso, que nos armonicen y que nos permitan desarrollar nuestro potencial, de acuerdo con nuestra individualidad.

Una vez en la consulta de un médico ayurvédico, por ejemplo, tal vez os sorprenderán sus recomendaciones: es posible que, entre las indicaciones dadas, recomiende vestirse con un color determinado o bien sustituir el perfume usado por determinados aceites esenciales. ¿Sabéis por qué? Pues porque, desde hace siglos, en la India ya se asociaban los colores (y los olores) con las emociones, los estados de ánimo y los sentimientos y, por ello, en casos de decaimiento o depresión, pueden recomendar vestirse con colores vivos, como el rojo o el naranja, o bien hacerlo con colores más tenues, como el azul o el verde si hay estrés.

De hecho, los siete chakras también se asocian con colores diferentes, junto con determinadas funciones y órganos, y es por eso que la cromoterapia considera que la aplicación de un color determinado puede ayudar a corregir ciertos desequilibrios o favorecer o inhibir ciertos comportamientos.

Algunas de las características que se atribuyen a los colores son:

  • Azul: relajación, tranquilidad y frío
  • Verde: refrescante, alegría y esperanza
  • Rojo: poder, agresividad y nerviosismo
  • Amarillo y naranja: concentración e intelecto

La crisálida

Quizá no prestamos mucha atención a ello, pero los colores forman parte de nuestro día a día y están presentes en todas partes, desde la ropa que nos ponemos, hasta el color de las paredes de nuestra casa o del trabajo, los objetos personales que nos rodean, etc. Para aprovechar el efecto terapéutico que tienen, sin embargo, hay un método de inspiración oriental que combina la cromoterapia con la musicoterapia, la aromaterapia y la reflexología con el objetivo de conseguir una relajación total.

Se conoce clásicamente con el nombre de crisálida, o viaje de luces, ya que el tratamiento se hace en una especie de iglú de algodón que imita la forma de las pupas de las mariposas. Al inicio del tratamiento, el paciente realiza un pequeño test que determinará qué color necesita recibir y que determinará, al mismo tiempo, qué música le convendrá más escuchar durante la sesión con el objetivo de armonizar el cuerpo energético, físico y emocional.

Una vez hecho el test, ya entramos en la crisálida, que se iluminará con las luces del color que haya determinado el test, y se inicia el tratamiento: el terapeuta entra con nosotros dentro de la crisálida iluminada, escuchando la música que más nos convenga, para hacernos un masaje armonizando de pies con aceite de almendras y/o con aceites esenciales, tocar los puntos energéticos y ayudar a desbloquearlos para devolvernos el equilibrio interno y conseguir frenar agitación mental y el cansancio físico.

Si tenéis ganas de probar esta “triterapia antiestrés”, hoy día hay muy pocos centros que hagan el viaje de luces en nuestro país, pero en Barcelona podréis disfrutar de él en Spa para el cabello Manolo Díaz & Freelances.

Marta Costa
Marta Costa

Periodista y posgrado en Comunicación Alimentaria.

  @marta_coor