hamburguesas vegetales«Si me preguntas si todas las carnes son susceptibles de fraude, la respuesta es que sí», dice Jesús Contreras, director del Observatorio de la Alimentación de la Universidad de Barcelona. Así que todo lo que ha pasado con las hamburguesas de ternera, también podría ocurrir con las de carne de ave. «Gracias a las tecnologías alimentarias, las posibilidades de fraude son mayores que antiguamente, porque la tecnología permite manipular todos los atributos sensoriales mediante los cuales se reconocen los alimentos: el sabor, el color, el aroma, la textura, la forma».

Dar gato por liebre es una práctica antigua, que tanto puede ocurrir con los alimentos convencionales como con los ecológicos. «Sí, es así, a pesar de que los circuitos de la comida ecológica son más cortos y hay otras prioridades para comercializar el alimento», afirma Silvio Elias, director de las tiendas Veritas. En la alimentación ecológica, el precio no es la prioridad, por tanto, no hay tanta necesidad de engañar, de poner un alimento por otro para abaratar costes. Esto, y el hecho de que se sigan menos pasos dentro de la tecnología alimentaria, hacen que la comida ecológica sea más honesta. «Pero, repito, quien quiera hacer trampa la puede hacer tanto en la comida convencional como en la ecológica».

El pollo, concretamente, es una de las carnes que se puede prestar más fácilmente al fraude alimentario. «Brasil es uno de los principales exportadores de pollos, que en Cataluña se consumen incorporados como ingredientes en preparaciones como delicias de pollo (nuggets), lasañas, etc.», dice Elias. Pues bien, «cuando quieres comprar un pollo en Brasil, te preguntan a qué precio lo quieres, y te ofrecen un amplio abanico, del más económico al más caro». ¿Por qué hay tanta variación de precios? Porque «les inyectan agua para que pesen más, se hagan más grandes, y así sean más económicos». Por eso, «la carne de pollo no ofrece más garantías que la de ternera».

Como consumidores, sobre todo como consumidores de hamburguesas, «tenemos que fijarnos en las etiquetas, fijarnos que sea de granjas cercanas al lugar donde vivimos, que sea preferiblemente ecológico, y que nos piquen la carne y nos hagan las hamburguesas delante de nosotros». Si optamos por las hamburguesas de pollo, remarca el director de Veritas, «fijaos en las patas del ave». Si las tienen rectas es porque han caminado y corrido, han vivido al aire libre. Si no las tienen así quiere decir que no han hecho ejercicio, que los pollos han sido criados en condiciones intensivas. Otra pista es el pico. A los pollos ecológicos no se les mutila el pico, mientras que a los convencionales sí, porque al ser un cultivo intensivo, se acaban haciendo daño entre ellos si no se lo cortan.

Por su parte, la catedrática de la Universidad Politécnica de Valencia Dolores Raigón vuelve a recomendar al consumidor que compre alimentos que sepa seguro de donde provienen. «Hay otros fraudes que no se pueden denunciar porque la analítica −y su difusión− la tiene que hacer la autoridad competente».
Mientras tanto, el consumidor debe recuperar el sentido común. El pastor jubilado del Ampurdán, Josep Ros, comenta que él solo compra la carne en los puestos del mercado donde conoce perfectamente al proveedor. Ros, que ha pacido cabritos toda su vida, se fija claramente en el color de la carne. «Si es brillante, muy brillante, ya no la compro porque sé que le han puesto aditivos».

 

Trinitat Gilbert
Trinitat Gilbert

Periodista

  @trinigilbert