La tiroides es una glándula en forma de H o mariposa que se ubica en la zona anterior, entre la laringe y la tráquea, y que se encarga principalmente de la producción, almacenamiento y liberación de las hormonas tiroideas: tiroxina (T4) y triyodotironina (T3), que cumplen funciones muy importantes, como mantener el metabolismo.
La glándula tiroides está formada por un gran número de folículos cerrados que presentan dos partes muy importantes y diferenciadas:
- En el interior. Hay una zona que contiene una sustancia llamada coloide.
- En el exterior. Hay un revestimiento de células epiteliales llamadas tirocitos, donde también podemos encontrar células parafoliculares (secretoras de calcitonina).
Los tirocitos y el coloide tienen un papel muy importante en la síntesis de hormonas tiroideas.
¿Cómo se forman las hormonas tiroideas?
El proceso de formación de estas hormonas tiroideas se inicia en los tirocitos, que se encargan de captar yodo del torrente sanguíneo. Primero lo atrapan y lo concentran dentro de su citoplasma gracias a unos transportadores de su membrana y, después, lo pasan al coloide. Mientras tanto, en los ribosomas del retículo endoplasmático rugoso de estas células, los tirocitos, se forma la tiroglobulina, una glicoproteína vital para formar las hormonas tiroideas que también pasa al coloide.
Una vez el yodo y la tiroglobulina están en el coloide se produce la acción de enzimas (tiroperoxidasas) que unen estos dos elementos para dar lugar a los precursores de las hormonas tiroideas: monoyodotirosina (MIT) y diyodotirosina (DIT). La unión formará las hormonas tiroideas: T4 y T3 (la primera, en mayor cantidad que la segunda).
Estas hormonas, aunque unidas a la tiroglobulina, quedarán almacenadas en el coloide y, cuando haya necesidad de liberarlas (inducido por un aumento en la liberación de TSH por parte de la hipófisis), volverán a pasar a los tirocitos, donde enzimas lisosomales romperán los enlaces de la tiroglobulina y liberarán las hormonas tiroideas T3 y T4, que pasarán a la sangre.
Las hormonas tiroideas viajan por el cuerpo unidas a proteínas plasmáticas, principalmente la TBG, o de forma libre. Pues bien, solo las libres podrán actuar sobre los tejidos de otros órganos para llevar a cabo su función; las que quedan unidas servirán para aumentar las reservas de hormona circulante.
Cuando la T4 libre llega a los tejidos, necesita ser transformada en T3 para poder ser efectiva; un cambio que se consigue gracias a la acción de las desyodasas, unas enzimas que dependen del selenio. Por ello, este mineral es tan importante en personas con hipotiroidismo, ya que asegura una buena conversión de T4 a T3.
Así pues, en cada tejido del cuerpo, la procedencia de la hormona funcional T3 puede venir de la sangre (producida por la glándula tiroides) y de la generación local a partir de la T4 libre.
Factores internos y externos que regulan la función de la tiroides
El eje hormonal que regula la síntesis de las hormonas tiroideas está formado por tres elementos principales: el hipotálamo, la hipófisis y la glándula tiroides.
- El hipotálamo es una zona del cerebro que se encarga de enlazar el sistema nervioso con el sistema hormonal, y lo hace a través de la comunicación con la hipófisis.
- La hipófisis, por tanto, es la glándula del sistema endocrino que ejecuta las órdenes hipotalámicas respecto a la secreción hormonal.
En el caso del eje tiroideo, el hipotálamo libera TRH (hormona liberadora de tirotropina) para estimular la producción hipofisaria de TSH (hormona estimulante de la tiroides), una hormona que tiene su diana en la tiroides y que estimula la síntesis y secreción de las hormonas tiroideas.
En el sentido contrario, cuando las hormonas han llegado a los tejidos y ejercen su función, se produce una acción de retroalimentación negativa que disminuye la secreción de TRH y TSH. De esta manera el eje tiroideo queda regulado.
También es importante saber que hay factores internos y externos que pueden activar o inhibir el funcionamiento de este eje hormonal. Los estrógenos, por ejemplo, estimulan la síntesis y secreción de TSH, lo que permite explicar por qué las mujeres tienen más problemas de tiroides.
Otros factores pueden ser:
- Activan el funcionamiento del eje tiroideo:
- El frío
- El ejercicio físico
- Inhiben el eje tiroideo
- El ayuno prolongado
- La falta de calorías
- La inflamación
- El estrés crónico
Cuando la hipófisis detecta que la tiroides no trabaja tanto como debería hacerlo porque no hay suficientes hormonas tiroideas, aumenta la producción de TSH, que es lo que pasa cuando hay hipotiroidismo. En cambio, cuando la hipófisis detecta que la tiroides trabaja demasiado, disminuye la producción de TSH, como cuando hay hipertiroidismo.
Todo lo que has de saber del hipotiroidismo
Es una de las afectaciones más frecuentes de la glándula tiroides y se trata de un cuadro clínico que puede darse por diferentes factores:
- Por disminución de las hormonas tiroideas:
- Primitivo: por una afectación de la glándula tiroides
- Secundario: por el descenso de la producción de TSH (afectación de la hipófisis)
- Terciario: por el descenso de la producción de TRH (afectación del hipotálamo)
- Por resistencia a la acción de las hormonas tiroideas (el problema en sí no está en la tiroides sino en los receptores de los tejidos donde deben actuar las hormonas)
- Por una mala conversión de T4 libre en T3 en los tejidos periféricos
Los síntomas y signos más frecuentes son:
- Cansancio
- Debilidad
- Apatía
- Somnolencia
- Piel seca
- Extremidades frías
- Sensibilidad al frío
- Baja temperatura basal (por debajo a 36,2 ºC)
- Cabellos frágiles y uñas débiles
- Dificultad de concentración y mala memoria
- Estreñimiento
- Aumento de peso y/o dificultad para perderlo
- Depresión
- Libido baja
¿Cómo se detecta el hipotiroidismo?
El hipotiroidismo siempre empieza manifestándose de una forma subclínica que, muchas veces, los médicos no detectan.
- El rango médico “normal” para la TSH es de 0,3 a 4,2 (puede variar según el laboratorio), pero estos valores son demasiado altos y no tienen en cuenta el inicio del desajuste hormonal.
- Los valores óptimos de TSH deben estar entre 0,5-2 microUI/L. A partir de ahí, si observamos valores más altos que 2,0 microUI/L, ya estaríamos hablando de un hipotiroidismo subclínico.
En este caso, es importante visitar a un especialista que pueda valorar otros parámetros como la T4 libre, T3 libre, T3 reversa, anticuerpos TPO y anticuerpos TGB, para detectar cuál es la causa de este desajuste y poder solucionarlo.
Nutrientes básicos para la salud de la glándula tiroides
Una buena alimentación es muy importante para la salud de la glándula tiroides, ya que hay vitaminas, minerales y oligoelementos que son necesarios para que funcione correctamente y para llevar a cabo una conversión adecuada de T4 y T3.
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El zinc
El zinc es el segundo oligoelemento más presente en el cuerpo y está involucrado en muchos procesos metabólicos. Es necesario para que el sistema inmunitario trabaje correctamente, participa en la división y crecimiento de las células, en el metabolismo de los carbohidratos y es necesario para crecer y desarrollarse correctamente, entre otras muchas funciones.
En cuanto a la salud de la glándula tiroides, el zinc participa en la formación y el funcionamiento correcto de las hormonas tiroideas. Unas concentraciones bajas de zinc se relacionan con una T3 libre más baja, así como también con la caída del cabello, piel seca y debilidad de las uñas.
Alimentos ricos en zinc son:
- el marisco
- la carne
- las semillas de calabaza
- las semillas de sésamo
- las legumbres
- los anacardos
- las almendras
- la quinoa
- el chocolate negro
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Selenio
El selenio es un mineral esencial para la conversión de hormona T4 a T3 en los tejidos periféricos. Por lo tanto, es un mineral que, en niveles adecuados, apoya la síntesis eficiente de hormonas tiroideas y, además, protege a la glándula del daño por exceso de yodo.
El selenio protege al organismo de los efectos tóxicos de metales pesados como el mercurio y hay estudios que sugieren que podría ayudar a prevenir distintos tipos de cáncer.
Alimentos ricos en selenio son:
- las nueces de Brasil
- el marisco
- las vísceras de animales ecológicos
- los huevos ecológicos
- el pescado
- las semillas de girasol
- carnes blancas como el pollo
- el pavo
- los champiñones
Si hay hipotiroidismo:
Se recomienda tomar entre dos y cuatro nueces de brasil al día, ya que la ingesta de alimentos ricos en selenio influye positivamente en el metabolismo de las hormonas tiroideas. A menudo se dice que con dos basta, pero la cantidad de selenio puede variar mucho de una nuez de Brasil a otra, y por eso tomar entre dos y cuatro nos asegura que realmente logramos los niveles deseados.
Hay que tener cuidado, sin embargo, y no pasarse, ya que el exceso de este mineral puede provocar selenosis, que cursa con caída del cabello, problemas en las uñas, irritabilidad y fatiga.
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El yodo
El yodo es vital para poder formar las hormonas tiroideas y, por tanto, para que la glándula tiroides funcione correctamente. Por eso es necesario asegurarse unos buenos niveles a partir de la alimentación.
Alimentos ricos en yodo:
- Especialmente las algas
- Pescado azul y marisco
En menor cantidad también podemos encontrar en
- Huevos
- Anacardos
- Lácteos
- Algunas legumbres y verduras
Con las algas, pero, hay que tener mucho cuidado, ya que la cantidad de yodo que contienen es muy elevada y, por ello, se recomienda no superar la cantidad de una cucharada sopera de alga hidratada al día. Además, hay que tener muy en cuenta de dónde vienen, ya que mares de China o el Mediterráneo mismo suelen estar bastante contaminados. La opción más recomendable son las del atlántico.
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El hierro
El metabolismo del hierro y la tiroides están muy relacionados. Por un lado, la deficiencia de hierro reduce la actividad de la enzima peroxidasa de la tiroides, necesaria para producir las hormonas tiroideas. Por otra parte, el hipotiroidismo puede provocar una falta de estimulación de la producción de glóbulos rojos. Así pues, si hay anemia e hipotiroidismo, se recomienda tratarlos a la vez.
Alimentos ricos en hierro son:
- carnes rojas y vísceras de animales ecológicos
- pescado azul
- marisco
- legumbres
- cereales integrales
- espinacas
- acelgas
- pistachos
- almendras
- espirulina
- semillas de sésamo
- semillas de calabaza
Se puede hacer más biodisponible el hierro de los alimentos de origen vegetal si lo mezclamos con alimentos ricos en vitamina C.
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La vitamina A
La vitamina A (retinol) es uno de los elementos necesarios, junto con el zinc, para mejorar el efecto que causa la T3 sobre las células.
Alimentos ricos en vitamina A:
- el aceite de hígado de bacalao
- el hígado de animales ecológicos
- el pescado (caballa, arenque, bacalao, salmón salvaje)
- quesos
Alimentos ricos en betacarotenos (pigmentos vegetales de color anaranjado, precursores de la vitamina A):
- la zanahoria
- la calabaza
- la batata
- el polen
- el mango
- el melón cantalupo
- el tomate
- los albaricoques
- el brócoli
- la col rizada
- las espinacas
- los pimientos rojo y amarillo
- la papaya
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La L-tirosina
La tiroglobulina está formada por moléculas tirosina a las que se unen los átomos de yodo para formar las hormonas T4 y T3. Por lo tanto, es un aminoácido vital para formar las hormonas tiroideas.
La tirosina no es un aminoácido esencial, es decir, el cuerpo puede sintetizarlo; sin embargo, en casos de hipotiroidismo, es posible que sea necesario un aporte extra para aumentar la producción de hormonas tiroideas.
Podemos encontrar L-tirosina sobre todo en alimentos de origen animal:
- carne
- pescado
- huevos
- lácteos
Pero también en otros alimentos de origen vegetal, como:
- legumbres
- cereales integrales
- frutos secos
- semillas
- aguacate
- plátano
Aparte de los micronutrientes mencionados, también hay otros que también colaboran en la mejora de la función tiroidea. Es el caso de las vitaminas del grupo B (B2, B3, B6 y B12), la vitamina C, la vitamina E, la vitamina D y el magnesio.
Es posible que, en algunos casos, sea necesario complementar algunos de estos nutrientes, pero no debe hacerse por cuenta propia. Lo recomendable es acudir a un especialista para que pueda analizar cada situación y recetar lo que más convenga en cada caso.
¿Qué debemos tener en cuenta en las enfermedades de la tiroides?
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Alimentos bocígenos
Hay alimentos que contienen sustancias que pueden interferir en el funcionamiento de la glándula tiroides y causar bocio.
Son sustancias que tienen la capacidad de bloquear la absorción y utilización del yodo y, así, interferir en la formación de hormonas tiroideas. Cuando esto ocurre, la tiroides se hipertrofia, se hace grande para poder captar más yodo y formar las hormonas tiroideas para compensar la situación.
Alimentos que contienen sustancias bociógenas son:
- Crucíferas (col, coliflor, brócoli, kale, coles de Bruselas, repollo…)
- Nabos y rábanos
- Mostaza
- Soja
- Cacahuetes
- Tapioca
- Mijo
El calor de la cocción ayuda a eliminar parte de estas sustancias; por lo tanto, se recomienda cocinar bien las crucíferas y el resto de alimentos, y evitar tomarlos crudos y al vapor, ya que esta técnica de cocción parece que aumenta la concentración de bocígenos.
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El gluten
La celiaquía está estrechamente relacionada con el hipotiroidismo de Hashimoto (el autoinmune), por la similitud que existe entre la proteína del gluten y la tiroides. Parece que el sistema inmunitario de algunas personas confunde la proteína del gluten con la tiroides y, por ello, la ataca. De hecho, hay estudios que muestran que la celiaquía subclínica es más habitual entre personas con tiroiditis autoinmune.
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El sedentarismo
La actividad física es uno de los factores que activa el funcionamiento del eje tiroideo. Por lo tanto, es importante incorporar la práctica de actividad física de manera regular y evitar el sedentarismo. Además, también puede ayudar a prevenir el aumento de peso, una consecuencia frecuente en personas con hipotiroidismo.
Es importante tanto el ejercicio anaeróbico (de fuerza) como el aeróbico. Por un lado, los ejercicios de fuerza nos ayudan a aumentar la masa muscular, un tejido metabólicamente activo que nos puede ayudar a aumentar el metabolismo basal. Por otra parte, los ejercicios aeróbicos están relacionados con un aumento de los niveles de T4 y T3 que circulan en sangre. Así, lo ideal sería poder combinar ambos tipos de ejercicios a lo largo de la semana.
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El estrés
El estrés es uno de los factores que más puede desestabilizar y perjudicar la función de la glándula tiroidea. De hecho, se dice que el estrés es una de las causas más frecuentes de hipotiroidismo.
Esto es por la elevación constante de cortisol que hay cuando sufrimos estrés crónico, que tiene un impacto directo sobre la función de la glándula tiroides:
- Inhibe el eje tiroideo,
- Reduce la conversión de T4 a T3,
- Causa resistencia a la hormona tiroidea en reducir la calidad de los receptores periféricos,
- El estrés crónico aumenta la incidencia de enfermedades autoinmunes, entre las que está la tiroiditis autoinmune.
En general, el estrés crónico está relacionado con alteraciones hormonales que repercuten en un mal funcionamiento tiroideo.
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La soja
La soja contiene una gran cantidad de isoflavonas, sustancias proteicas que muchas veces se han relacionado con problemas tiroideos.
Parece que las isoflavonas de la soja pueden inhibir la actividad de la enzima tiroperoxidasa, necesaria para la síntesis de hormonas tiroideas, y se puede ver relacionada con la elevación de la TSH y la aparición de hipotiroidismo. Además, es una legumbre que se relaciona mucho con la tiroiditis autoinmune.
Aparte, contiene bociógenos que bloquean la síntesis de hormonas tiroideas e interfieren en el metabolismo del yodo.
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Tóxicos como el tabaco
El tabaco se asocia con modificaciones en los valores de la TSH, T4 y T3 libres, un aumento en la prevalencia de bocio y nódulos tiroideos (sobre todo en personas que habitan en áreas con deficiencia de yodo) y efectos sobre la autoinmunidad tiroidea.