1. Lavar muy bien la kale. Este punto es importantísimo, porque como las hojas son muy rizadas, se esconden muchos insectos en ellas.
2. Separar el tronco de las hojas y secar con papel de cocina o bien con un centrifugador de lechugas. El tronco se puede guardar para los zumos verdes.
3. Cortar la kale en trocitos pequeños.
4. Colocar la kale en un bol con la levadura nutricional, la sal y el zumo de medio limón.
5. Con las manos ayudar a romper las fibras haciendo un masaje.
6. Dejar macerar durante el máximo tiempo posible (mínimo 30 minutos y, incluso, durante toda el día o la noche).
7. Mientras tanto cortar los demás ingredientes: la cebolla morada, el ajo, el cebollino, las aceitunas y el aguacate en trozos pequeños.
8. Para preparar la salsa, triturar el aguacate y la pasta de umeboshi hasta que quede una crema ligera y sin grumos(*).
9. Colocar la salsa en un tazón pequeño y echar los copos de chile por encima.
10. Incorporar todos los ingredientes cortados a la kale macerada y mezclar bien.
11. Pasar todo a una bandeja bonita para servir y añadir las nueces.

(*)Es mejor preparar la salsa justo en el momento para que el aguacate no se oxide ni quede negro. Lo que sí se puede hacer con antelación es limpiar la kale y la maceración.