Plato principal | Montse Vallory, Jordina Casademunt
Una buena manera para empezar a introducir el mijo en nuestra dieta, un cereal muy energético, ideal para estimular el sistema digestivo y rico en magnesio y fósforo.
El mijo es un cereal seco y queda más amoroso cocinado con verduras, especialmente con un sofrito de cebolla. Cuando se enfría, queda más compacto y ligado, idóneo para hacer croquetas, hamburguesas, pasteles, o para rellenar verduras. Se puede presentar con una salsa.
Las croquetas de mijo de la foto están hechas con el molde “Gourmet mini madalenas concha” de silicona, de Lékué. El molde “Financiero” forma rectángulos y también es muy útil para hacer croquetas, ya que ahorra trabajo. Llenar un molde de silicona con cavidades y dejar enfriar antes de desmoldar.
El mijo es el cereal idóneo para el otoño y para reforzar el sistema digestivo. Es un grano que da mucha energía, por lo que es mejor para desayunar o comer y no para cenar.
Tostar el mijo antes de cocinarlo tiene un efecto alcalinizante, pero también se puede cocer sin tostar.
El mijo es más que una alternativa a los cereales típicos; contiene muchos nutrientes esenciales. Es uno de los cereales más ricos en magnesio, mineral que ayuda a bajar la presión sanguínea, favorece la reducción del asma y la frecuencia de las jaquecas. También es rico en fósforo y lecitina, nutrientes importantes para el sistema nervioso; y en ácido silícico, necesario para conservar la piel, el pelo y las uñas en buen estado. Es un cereal muy digestivo que beneficia el bazo y el estómago, es muy recomendado para los diabéticos y, como no contiene gluten, es ideal para los celíacos.