Más allá de esta elección, ¿hay vida saludable para comer en el desayuno? El psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer nos sugiere algunas ideas.
La primera es optar por la leche de avena o de arroz. Sobre todo cuando el niño tiene cuatro años o más y, por lo tanto, ya ha dejado de tomar leche materna; por consiguiente, ya tiene todas las defensas necesarias. “Ciertamente la leche de vaca es rica en calcio, pero también lo es en fósforo, que impide que el calcio se fije en los huesos”. Dicho con otras palabras, “está demostrado científicamente que la leche de vaca descalcifica pese al calcio que aporta”, asegura Verdaguer.
Aún más. A medida que el niño crece, es habitual que este vaso de leche no le siente bien, porque el intestino no tendrá tanta lactasa, que es la que digiere la lactosa de la leche. Por eso, puede ser incluso que tenga malas digestiones después de haber tomado el vaso de leche de vaca.
Si lo que interesa es el calcio, hay muchos alimentos que aportan, como el sésamo, las sardinas, las avellanas, las almendras, las pasas, la quinoa, la col, la judía blanca, el tofu, el amaranto o el trigo sarraceno.
Para continuar, el mijo es una buena propuesta de cereal para tomar por la mañana. “El mijo es un cereal alcalino y aporta aminoácidos, además de hierro y magnesio”. Además, interesa mucho que los niños coman mijo porque tiene lecitina, que ayuda a fabricar membranas de las neuronas. Hay que decir que la yema del huevo también lleva lecitina, y como consecuencia, también puede ser saludable en el desayuno.
Así pues, si por la mañana hacen un bol de cereales de mijo, y añadimos omega-3, que lo podemos aportar con una cucharada triturada de sésamo, nueces, lino y pipas de calabaza, tenemos un desayuno completo. “El sésamo, el lino, las nueces y las pipas de calabaza, las podemos preparar en grandes cantidades y molerlas todas juntas; después las congelamos y las vamos cogiendo a medida que las necesitamos”. El caso es que esta mezcla nutritiva de omega-3 se debe moler y comer al momento, porque, si no, se oxida y pierde las calidades que buscamos.
Para los niños a los que no les gusten los cereales y sean más de comer pan, la opción es un bocadillo de pan integral ecológico untado de paté de shiitake o de mermelada sin azúcar de frutas del bosque. O también tortitas de arroz con mermelada o con paté de shiitake .
Finalmente, Marina Llobet, dietista-nutricionista del Hospital Sant Joan de Déu, sostiene que “si los niños no toman lácteos habrá que estar más pendientes de las aportaciones de calcio, porque el resto de alimentos que contienen lo hacen en mucha menos cantidad. Lo que pasa es que se hace un abuso, y, además, no se opta por los más saludables, que deberían ser los naturales”.
“Un vaso de leche de 100 g son 115 mg de calcio; a esta proporción no llega ni el brócoli, ni el marisco ni otros alimentos que tienen en grandes cantidades”.
Llobet comenta que actualmente no hay ningún estudio clínico que asegure que la leche de vaca no es una buena opción alimentaria, y “no es cierto que la industria lechera impida hacerlo”. Debe haber interés de los investigadores para sacar adelante el estudio. Es lo único que hace falta.