Sandra tiene treinta y cinco años y vive en Barcelona con su pareja y su hija, Emma. Cuando hacía dos meses que Emma había nacido, Sandra fue diagnosticada de un linfoma de Hodgkin. Después de someterse a tres líneas de quimioterapia y a un autotrasplante sin éxito, la medicina convencional ya no le ofrecía más respuestas y fue entonces cuando optó por participar en ensayos clínicos.
Como no tenía nada que perder, Sandra decidió que era el momento de empezar a escuchar su cuerpo y de cambiar sus hábitos alimenticios y los de su familia. El primer paso fue eliminar el azúcar de la dieta y buscar alternativas más saludables. Además, comenzó a informarse sobre suplementación para fortalecer el sistema inmunitario e inició un tratamiento de micoterapia, que ayuda al sistema linfático. En paralelo a la micoterapia, ahora Sandra también recibe inmunoterapia clínica en el Hospital Vall d’Hebron.
Aunque el linfoma fue el detonante para cambiar definitivamente sus hábitos alimenticios, el click lo había hecho antes, cuando supo que estaba embarazada. El hecho de llevar Emma dentro y de tener que comer tanto para ella misma como para su hija hizo que empezara a tomarse la alimentación de otro modo, más enfocada a la salud y al embarazo.
“He conseguido evitar los efectos secundarios y tóxicos de la quimioterapia”
En todo este proceso, y acompañada de un oncólogo especializado en medicina integrativa, Sandra siempre ha tenido claro que quería ser parte activa en el tratamiento de su enfermedad, por lo que se informó desde el principio sobre qué tipo de alimentos podían ayudar a mejorar su estado y paliar los efectos secundarios de la quimioterapia. Lo hace así por ética, y se siente mejor. Ahora, después de cuatro años de quimioterapia y tratamientos, Sandra se siente fuerte, se recupera antes y, en definitiva, ha conseguido tener una buena calidad de vida. Escucha el podcast con la historia entera de Sandra y conoce otras historias en mayúsculas que han hecho un gran click en su vida.
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