Plato principal | Montse Vallory, Jordina Casademunt
Un plato ideal para reforzar y calentar el cuerpo, con todos los nutrientes que necesitamos: proteínas, hidratos, grasas, vitaminas y minerales. ¡Una delicia!
Este plato queda más sabroso si la cocción se hace con poca agua y, al final, se le añade más, hasta llegar al volumen deseado. Para preservar las vitaminas de las verduras, cocinar a fuego suave y la tapa medio abierta.
Escoger el miso no pasteurizado y evitar que hierva, para mantener vivo el fermento que regenera la flora intestinal. En caso de evitar el gluten, utilizar miso de arroz integral.
Éste es un plato calorífico y reforzante que puede llevar todo lo necesario para una dieta equilibrada de otoño-invierno: variedad de verduras de todos colores, algas, legumbres, cereales, aceites, hierbas aromáticas y fermentos.
El mijo es un cereal sin gluten que refuerza el sistema digestivo y calienta el cuerpo. La receta admite cualquier variedad de cereal en grano entero o pasta. El grano entero aporta energía vital al plato y no genera tanta mucosidad como la pasta.
El alga wakame gallega de Porto-Muiños es delicada y tierna. En caso que no guste el delicado sabor marino, ponerla a remojo 5 minutos y escurrir antes de incorporar al potaje.
Una receta ideal para proporcionar al cuerpo una batería importante de nutrientes esenciales. A diferencia de los potajes y cocidos con carne, que carga el hígado y cuesta de digerir, éste, además de aportar hidratación, favorece la regeneración de la calidad de la sangre y la desintoxicación del organismo gracias al ácido algínico del alga wakame. Además, su contenido en minerales hace que sea un plato conveniente para las personas que quieren asegurarse un nivel óptimo de calcio o que buscan compensar la pérdida de electrolitos después de hacer deporte, por ejemplo. También es importante la combinación de cereal de grano entero más legumbre. De esta manera, aseguramos una proteína de calidad –con todos los aminoácidos esenciales. Y, por último, también favorece que tengamos una sangre ligeramente alcalina, requisito imprescindible para que las funciones de nuestro organismo se lleven a cabo satisfactoriamente. Debemos recordar que el exceso de proteína y azúcares refinados, entre otros factores, favorecen un pH sanguíneo ácido, un medio más propicio para que actúen los microorganismos patógenos y aparezcan procesos inflamatorios y otros desajustes orgánicos.