En el año 2020, Singapur se convertirá en el primer país del mundo que prohibirá los anuncios de bebidas azucaradas. La decisión afectará a los medios de comunicación de papel, radio, televisión e Internet, que deberán buscar una nueva gallina de los huevos de oro para financiarse. Es la decisión final de Edwin Tong, jefe del Ministerio de Salud del país insular del sudeste asiático. La nueva regulación se aplicará, sin ningún tipo de excepción, a refrescos, zumos, yogures y cafés instantáneos en lo que ya se llama, de forma propagandística, “la gran guerra contra la diabetes”.

Prohibir bebidas azucaradas

Según la Organización Mundial de la Salud, las personas que consumen una o dos bebidas azucaradas al día tienen un 26% más de probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 que las que raramente las consumen. Evidentemente, la comunidad internacional de médicos y nutricionistas ha aplaudido la medida, pero se queda corta. Si leemos la letra pequeña, se observa que dos propuestas realmente revolucionarias han quedado en nada: una estudiaba la posibilidad de introducir un impuesto especial; la otra, iba más allá y ponía sobre la mesa prohibir directamente las bebidas altas en azúcar.

Que nadie piense que los principales afectados han escondido la cabeza bajo el ala a esperar que pase la tormenta. En declaraciones a la CNN, el portavoz de Coca-Cola en Singapur dijo, con cierta mala idea y pedantería, que espera un impacto mínimo en la cartera. “Hemos estado innovando para lanzar nuevas bebidas sin azúcar”, afirmó. “Porque, mientras que el azúcar con moderación está bien, estamos de acuerdo que demasiado azúcar no es bueno para nadie”. Han bombardeado el mundo con toneladas de azúcar desde el año 1886 y, más de un siglo después, dicen que demasiado azúcar no es bueno para nadie. Esto es la definición gráfica y literal de tener más cara que espalda.

Puede parecer un tiro en el pie del que escribe, pero felicitar a Singapur por poner freno a la publicidad de bebidas azucaradas es como felicitar a Irán por dejar que las mujeres entren en los campos de fútbol. Fuegos artificiales, papel mojado, un lavado de imagen que favorece una cortina de humo encubierta de las grandes compañías de refrescos mismo y de un estado homófobo. Las bebidas azucaradas se seguirán vendiendo a montones, y las mujeres iraquíes se deberán seguir conformando con sentarse en gradas con poca visibilidad sin libertad para mezclarse con el resto del público masculino.

No debemos prohibir los anuncios de bebidas azucaradas, debemos prohibir el consumo de bebidas azucaradas.

No debemos prohibir los anuncios de bebidas azucaradas, debemos prohibir el consumo de bebidas azucaradas. Así en frío puede parecer que atenta contra la libertad de consumo, como una patada al derecho de decidir engordar dignamente, pero recuerdo perfectamente las manos en la cabeza de muchos fumadores –y curiosamente de muchos no fumadores también– cuando, a principios del año 2006, entró en vigor la ley antitabaco. El objetivo era que discotecas, bares, oficinas y lugares públicos fueran espacios libres de humo. Era una locura impensable para muchos detractores de mente más bien corta. Incluso, algún restaurador alardeaba con que siempre se podría fumar dentro de su comedor, y que las multas las pagaría literalmente su madre. Ahora nos reímos y no entendemos cómo permitíamos aquella violación tan flagrante del espacio público con la maldita nicotina como invitado de piedra.

bebida azucar refresco

En un futuro no muy lejano, todos juntos construiremos un relato similar con las bebidas azucaradas. No entenderemos cómo era posible que, en los hospitales, los médicos curaran rodeados de máquinas de bebidas que matan, no entenderemos por qué las ONG suplicaban a los equipos de fútbol que los niños no llevaran publicidad de bebidas azucaradas, no entenderemos la barra libre de refrescos en los locales de comida rápida y no entenderemos que los jóvenes mexicanos no recordaran haber bebido más agua del grifo por miedo a ponerse enfermos. En definitiva, no entenderemos que, en un mundo donde el consumo de bebidas azucaradas ya se ha vinculado científicamente a la demencia y los derrames cerebrales, no les paráramos los pies antes.

Singapur debe ser la primera palada de la tumba del azúcar añadido. Ninguna campaña de lavado de imagen, aunque esté muy bien orquestada por la parte interesada, debería frenar lo inevitable. El azúcar añadido fomenta una adicción persistente a ciertos alimentos y bebidas, y merece la misma vigilancia que el alcohol y el tabaco. Ni más ni menos.

Marc Casanovas
Marc Casanovas

Periodista I Food Storyteller | Ex Bulliniano y editor en PlayGround Food

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