Pilar Mascó era donante de sangre, y cuando se quedó embarazada, los médicos le recomendaron que no continuara. «Me supo mal, porque siempre he querido hacer tareas solidarias, para ayudar a los demás», recuerda. Justo después, descubrió el Banco de Leche.
«No había oído hablar nunca de él, y de repente me di cuenta de que era muy importante para los prematuros, para los bebés que nacen antes de tiempo, y que la única leche que pueden tomar para salir adelante es la materna».
Pilar tomó buena nota, y cuando tuvo a Nahia, su hija, esperó un mes para que la leche le subiera y también para comprobar que la pequeña crecía bien. Luego, se dirigió a la planta de tejidos y sangre del Hospital Arnau de Lleida (Pilar es de Guissona), y rellenó todos los formularios para convertirse en una nodriza del siglo XXI, es decir, para dar leche. «La gente me llegó a preguntar cuánto cobraba por hacerlo, y yo les respondía que lo hacía por un motivo solidario». Es más, dice Pilar, «cuando eres madre, y sabes que destinas toda la energía para que tu bebé crezca sano, entiendes más la solidaridad, que en este caso es dar leche para que un prematuro pueda salir adelante con fuerza».
Así pues, la Pilar se convirtió en donante de leche. Lo fue durante seis meses seguidos. Llenaba diez botes de leche, gracias a un sacaleches manual que le cedió el Banco de Leche, y cuando los tenía llenos, llamaba para que un mensajero los viniera a buscar. «Cada bote lo debía llenar hasta arriba a lo largo de 24 horas; cuando ya lo tenía, lo ponía en el congelador bien marcado con mi nombre y apellidos y indicaba la fecha de la extracción».
El mensajero, cuando recogía la leche, le daba diez botes más. Y así sucesivamente. «Es muy sencillo, porque cuanto más leche daba a mi hija y yo me sacaba, más leche tenía». Además, enseguida se entendió con el sacaleches. «Es muy gratificante ser donante de leche, porque para la madre que amamanta es muy sencillo y sabes que a la vez ayudas».
Esta ayuda, Pilar la comprobó en una fiesta que organizó el Banco de Leche. «Fui con mi pareja y con Nahia, y me emocioné cuando oí las historias de familias que recibieron la leche. Lo recomiendo a las madres que amamantan, porque en esta vida tenemos que ser solidarios», dice.
Por otra parte, Gemma Valeta, directora del Banco de Leche, explica que la leche como la de Pilar y de otras donantes de Catalunya, se procesa, se guarda en el Banco de Sangre y Tejidos, donde está el Banco de Leche, y luego se suministra a los hospitales que la piden.
Los receptores principales de la leche materna son los prematuros, nacidos con menos de 22 semanas, que tienen el aparato digestivo inmaduro, y a los que «la leche materna les aportará defensas que les ayudarán contra complicaciones intestinales», cuenta la directora. La leche humana es la mejor opción en prevención.
Así pues, el Banco de Leche suministra leche materna a los hospitales como si fuera un medicamento. «Cuando empezamos en 2011 en Catalunya, nos dimos cuenta de que había un vacío, porque los mismos hospitales pedían que les hacía falta, como es habitual en hospitales de todo el mundo».
Después de tres años, «medio millar de bebés han recibido leche materna del Banco de Leche, y tenemos más de un millar de donantes, que lo hacen de manera altruista, y que son muy fieles porque cuando tienen un segundo hijo se vuelven a hacer donantes», afirma Valeta.
Sin embargo, el Banco de Leche todavía necesita donantes para cubrir las necesidades de los servicios de neonatología de los hospitales catalanes. Si amamantas, dar es muy fácil. «Y cuanta más leche se sacan, más fabrican», concluye.