El médico Carlos González es muy claro: el corte de digestión es una enfermedad cultural, propia del país, como la paella. Ahora bien, ¿por qué hay padres que controlan atentamente las agujas del reloj antes de permitir que los niños se bañen en la playa o en la piscina? ¿Qué hay de cierto en todo esto?
La dietista-nutricionista del Hospital Sant Pau de Barcelona Gemma Navarro explica que tanto niños como adultos deben evitar los contrastes bruscos de temperatura después de comer. “Para evitarlos, no hay que contar dos horas, sino dejar pasar un poco de tiempo. Una hora está bien”. Según la dietista-nutricionista del mismo hospital, Cristina Serrano, “también podría haber un contraste de temperaturas si el niño ha estado mucho rato al sol jugando y de repente se baña”. En este caso, el contraste no tendría nada que ver con la comida, sino con el cambio de temperaturas repentinas, caliente-frío.
¿Qué es un corte de digestión?
“En su versión tradicional, el corte de digestión se produce porque la sangre, durante la digestión, se va hacia los intestinos. La natación, sin embargo, requiere que vaya hacia los músculos y que abandone las tripas a medio trabajo”, y es aquí cuando aparece el corte de digestión. La definición es del médico pediatra Carlos González, que se pregunta por qué el corte de digestión solo se cree que puede pasar en el agua y no “bailando, jugando o saltando a la comba”.
El escepticismo del pediatra González sobre los cortes de digestión le lleva a comparar el hecho con otros países, y concluye que no hay ninguno que sostenga la misma enfermedad, “salvo un poco Francia”. Sea como sea, él mismo señala que no se puede encontrar nada sobre el corte de digestión “en el exhaustivo manual de seguridad en el agua de la Cruz Roja americana ni en las recomendaciones de la American Medical Association ni en las de la Fundación Nemours”.
Mito o realidad, los médicos recomiendan sentido común y prudencia a la hora de bañarse después de una comida.
La pediatra homeópata Christine Esteve señala que es muy importante medir lo que se ha comido y la cantidad de lo que se ha comido y compararlo con la temperatura del agua en la que la criatura debe bañarse. “Si el niño ha comido poco y el agua es caliente, pues no hay ni que esperar una hora entera. Con media hora, bastaría”.
Por su parte, la dietista-nutricionista Gemma Navarro continúa sosteniendo la teoría de que “hoy en día ya no hay padres que hagan esperar a sus hijos dos horas para bañarse; ha ido cayendo el mito de esta teoría”. Y quizás ha ido cayendo porque, según la pediatra Christine Esteve, “no hay ningún estudio científico que haya investigado este asunto”.
Lo único que hay, pues, es cierta práctica. “Si el niño se pone a vomitar, está pálido o tiene los labios morados, podemos pensar que tiene un corte de digestión”, continúa diciendo la pediatra homeópata. “De todos modos, son mucho más propensos a tener un corte los padres que los niños. Los niños se adaptan más al cambio de las temperaturas, sobre todo si tienen más de 3 años, porque antes sí que no están tan capacitados para hacerlo”.