El síndrome metabólico, también conocido como síndrome de resistencia a la insulina o síndrome metabólico X, hace referencia a la conjunción de una serie de factores de riesgo que se pueden medir y que aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades graves crónico-degenerativas como la enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial o la obesidad. Este síndrome afecta algo más a los hombres que a las mujeres (en estas suele aparecer más bien en la menopausia o en pacientes con síndrome de ovario poliquístico) y cada vez es más común entre la población.
Diagnóstico del síndrome metabólico
Existen distintos factores de riesgo que pueden derivar en el síndrome metabólico. De forma generalizada, se dice que, cuando una persona cumple al menos tres se considera que tiene síndrome metabólico. Los factores de riesgo implicados son:
- Obesidad central. En este tipo de obesidad hay exceso de grasa en el área del estómago (la persona con la típica forma de manzana).
- Dislipemia aterogénica; es decir, alteraciones de los lípidos en sangre. En general, niveles bajos de HDL (colesterol bueno) y altos de triglicéridos (o estar en tratamiento farmacológico por triglicéridos elevados).
- Niveles elevados de glucosa en sangre en ayunas (o estar en tratamiento farmacológico por azúcar elevado).fuera
- Presión arterial elevada (130/85 mmHg o mayor).
- Estado proinflamatorio (proteína C reactiva elevada).
La buena noticia es que, si realizamos los cambios necesarios en el estilo de vida, es posible revertir y mejorar la situación.
El problema principal al que se enfrentan las personas con síndrome metabólico es que rara vez presentan síntomas y, por tanto, es una condición silente. Esto puede dificultar el diagnóstico y, por ello, es importante hacer controles médicos regulares de los niveles de colesterol HDL y triglicéridos, la presión arterial, el peso corporal y la glucosa en sangre para poder valorar el estado del paciente. Por su lado, estas personas deben tomar conciencia de que este síndrome existe y adoptar las medidas necesarias para evitar futuros disgustos. Por suerte, realizando los cambios adecuados se puede recuperar la normalidad plenamente.
¿Qué hacemos para mejorar el síndrome metabólico?
El síndrome metabólico se caracteriza por un conjunto de alteraciones, por lo que, para abordarlo, hay que ir mejorándolas una a una, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
Algunos de los aspectos clave para mejorar el estado general de las personas con alteraciones asociadas al síndrome metabólico son:
- Alimentarse de forma adecuada. Eliminar procesados, refinados y grasas de baja calidad y aumentar el consumo de alimentos vegetales como verduras, frutas, legumbres, frutos secos y semillas.
- Incluir grasas saludables en la alimentación de forma regular. Aceite de oliva crudo, frutos secos, semillas, aguacate, aceitunas y, sobre todo, pescados azules pequeños (muy altos en omega-3).
- Dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol.
- Llevar una vida activa. Es decir, realizar ejercicio físico y moverse de forma habitual.
- Reducir el peso.
- Controlar el estrés.
Hacer estos cambios de hábitos tiene el potencial de reducir la severidad de los factores de riesgo asociados al síndrome metabólico.
En definitiva, debemos tener en cuenta que el síndrome metabólico es el estadio previo a futuros problemas de salud graves y que, por ello, es importante solucionarlo con un cambio adecuado de hábitos de vida. Además, el apoyo adicional de suplementos nutricionales también puede ser muy importante para facilitar estos cambios y mejorar en menos tiempo.
Existe un suplemento nutricional preparado especialmente para contribuir a fortalecer el bienestar cardiovascular en personas que padecen el síndrome metabólico y volver a un estado “saludable” que se conoce como CardioNuaEPA®. Entre sus ingredientes, hay la levadura roja de arroz, el hidroxitirosol de la aceituna, la canela o el apio, unos componentes ideales para dar soporte a personas con niveles alterados de colesterol, tensión sanguínea y/o azúcar, factores de riesgo típicamente asociados al síndrome metabólico.