Entendamos primero de qué estamos hablando. La gordofobia es una expresión que alude al miedo o desagrado exagerado al sobrepeso propio o al de otros. Cuando se trata de la gordura propia, puede favorecer una distorsión que conduzca a un trastorno de la conducta alimentaria. Cuando se refiere a la gordura de otras personas, están implicadas actitudes negativas o de intolerancia hacia estas como, por ejemplo, la discriminación o la burla.
Últimamente, el tema de la gordofobia se ha instalado acaloradamente en las redes, como un problema real que debe combatirse. Y creo que esto es muy oportuno y necesario. De todas formas, el discurso de algunas de las personas que batallan contra este tipo de violencia –del que casi siempre somos víctimas las mujeres– ha tomado en algunos casos un tinte polémico: el de promover cuerpos obesos.
Cánones de belleza que nos oprimen
La sociedad patriarcal en la que vivimos nos ha impuesto a las mujeres unos cánones físicos muy difíciles de cumplir y que, en la gran mayoría de nosotras, actúan oprimiéndonos. No tengo ninguna duda de esto: lo veo a mi alrededor, lo vivo en carne propia.
Rebelarse contra esta imposición me parece una necesidad y una obligación para que nosotras y también las futuras generaciones puedan vivir más libremente, tener una mayor autoestima, disfrutar mejor de sus cuerpos.
Que nos sintamos mal por tener pelos en las piernas, que tengamos que ocultar las tetas porque les han quedado estrías tras la lactancia, que tengamos que ir a la peluquería cada tres semanas porque nos han crecido las canas o que lleguemos a enfermar para vernos flacas no está bien. Eso debería cambiar. Muchísimo más si, encima, viene acompañado de estigmatización.
¿Es la solución promover cuerpos obesos?
El otro día leía a una influencer que invitaba a “poner de moda” las tallas XXL, que hablaba del activismo gordo y que enseñaba orgullosa su grasa abdominal. Y mostraba, de paso, lo bien que se lo pasaba tomando bollería sin preocupaciones. A mí esto también me chirría, si soy honesta. Me parece un aporte irresponsable, sobre todo por parte de personas que son miradas como modelos a seguir por mucha gente, al igual que hacer apología de un peso por debajo de lo saludable. A raíz de algunas publicidades que utilizaban modelos con sobrepeso, se hicieron estudios que observan cómo este tipo de mensaje puede influenciar e incluso modelar los comportamientos de grupo, y fomentar el descuido de los hábitos saludables.
Y, ojo, estoy muy lejos de pensar que la salud física de una mujer esté garantizada por cumplir con tablas de peso y altura. Muchas mujeres de constitución grande no cumplen con los cánones de belleza impuestos y, sin embargo, tienen una salud física excelente: son vitales, tienen fuerza y casi nunca enferman.
Está claro que un cuerpo sano no tiene que ver –muchas veces– con un cuerpo flaco. A veces, todo lo contrario. Solo tenéis que investigar un poquito sobre qué es ser TOFI y los riesgos que ello implica. Así pues, del mismo modo, tampoco creo que sea una buena idea promover un estereotipo de cuerpo en el otro extremo y unos hábitos de vida que también implican unos cuantos problemas de salud: una mujer y cualquier persona con obesidad tiene más riesgo cardiovascular, un sistema inmunitario alterado, tenderá más fácilmente al sedentarismo y también a problemas de tipo neurodegenerativos. Una persona con obesidad tiene una peor calidad y una esperanza de vida más corta.
Afinemos la mira
Ni gordofóbica, ni promotora de cuerpos obesos. Me encantan las curvas de las mujeres –creo que son un símbolo de sensualidad del que deberíamos sentirnos orgullosas–, pero también creo que es necesario velar por un estado de salud que naturalmente se asocia a una composición corporal adecuada y que se consigue con una dieta saludable y una vida activa.
Cada una tiene un cuerpo –con una constitución determinada: más caderas, menos caderas, más pecho, menos pecho, piernas más largas, o más cortas…– y no deberíamos tener la presión de parecernos a las modelos de las revistas ni mucho menos nadie debería hacernos sentir mal por no cumplir con cánones de belleza ridículos. Eso está claro.
Afinemos la mira, combatamos la gordofobia y también todos los malditos mandatos físicos que se nos imponen, pero busquemos una solución que no implique utilizar como modelo a seguir un tipo de cuerpo que signifique mayores problemas de salud. Y, de paso, dejemos de hablar tanto del cuerpo que deberíamos tener y hablemos más de qué podemos hacer para estar sanas, para tener una buena composición corporal, para estar vitales, aunque tengamos una buena espalda, celulitis o estrías. Amemos nuestros cuerpos y cuidémoslos.
En unos días comenzaremos un nuevo curso online para perder peso, dedicado a mujeres a partir de los 40 años. Mi intención es que consigamos una composición corporal que nos permita sentirnos vitales y que evite todos los problemas asociados al sobrepeso y la obesidad.
Queremos gustarnos, pero no a cualquier precio y, por eso, mi propuesta es que aprendamos una forma de alimentarnos, conscientes del momento que estamos viviendo y que nos permita cuidarnos mejor y querernos más, sin cánones.
Descubrid todo lo que tengo para vosotras en este curso |