La gente no suele pensar en las posibilidades que los caldos nos pueden ofrecer. Además de sus maravillosos beneficios y delicioso sabor, los caldos pueden tener un recorrido mucho más variado y original del que normalmente solemos darle. Es una pena que un alimento tan nutritivo, reconfortante y delicioso no se utilice de forma más habitual (y no solo en invierno).

Guiso con caldo

Hoy queremos compartir con vosotros unas ideas deliciosas para que vuestros caldos se conviertan en los reyes de muchas de vuestras preparaciones.

¿Cómo podéis utilizar vuestro caldo?

  1. En guisos y estofados

Los guisos tradicionalmente suelen ser ricos en nutrientes. Pero si queremos conseguir que queden aún más sabrosos y tengan más beneficios, hay un pequeño truco que consiste en sustituir el agua de la cocción por un caldo de calidad. Esto ayuda a que los ingredientes queden bien impregnados y que se mezclen entre sí para realzar su sabor. Además, si habéis utilizado verduras en la preparación, siempre podéis triturarlas con parte de la salsa y servir un plato aún más potente y exquisito.

  1. Convertid vuestro caldo en una deliciosa salsa

¿Sabíais que es supersencillo preparar salsa a partir de caldo? Solo tenéis que verterlo en una cacerola y llevarlo a ebullición. Podéis añadir especias al gusto.

Mientras tanto, en un recipiente pequeño, mezclad agua fría con el espesante que vayáis a utilizar (arrurruz, kuzu o almidón de maíz) hasta que se disuelva.

Vertedlo poco a poco sobre el caldo y reducid el fuego a medio-bajo. Id removiendo hasta que se haga más espeso. Condimentad con sal y pimienta si lo veis necesario. Y cuando tenga la textura deseada, servidlo caliente para acompañar puré de patatas, verduras estofadas o algo de carne (como pavo, albóndigas, etc.). Ya veréis que delicia.

  1. Para potenciar el sabor del arroz o de otros cereales

Todos sabemos que para preparar paellas o risottos es normal utilizar el caldo de pescado o algún caldo de pollo. Pero, generalmente, cuando cocinamos arroz como acompañante lo solemos hacer con agua. ¿Por qué no aprovechar el caldo de verduras, de pollo o de cocido para dar un sabor más sabroso y convertir vuestro sencillo acompañante en un plato más delicioso? Seguro que más de uno acaba repitiendo.

Lo mismo podéis hacer con otros cereales como el trigo sarraceno, la quinoa, el mijo, el cuscús… ¡Y no os olvidéis del “arroz de coliflor”!

  1. Para preparar porridge salado

Sí, habéis leído bien, ¡porridge salado! La mayoría de nosotros conoce este típico plato que mucha gente toma para desayunar y que suele acompañar de bebida vegetal, frutas y alguna crema de frutos secos. Es decir, conocemos su opción dulce. Sin embargo, este reconfortante y digestivo desayuno también se puede versionar para conseguir una deliciosa comida o cena. Simplemente sustituid la bebida vegetal por caldo vegetal o de pollo (o el que más os apetezca) y acompañadlo con verduras y huevos cocidos. Espectacular.

  1. Incluidlo en vuestro puré de patatas

Utilizad el caldo para sustituir la leche o el agua de vuestro puré de patatas. Así conseguiréis un plato sabroso y más saludable. Y no os olvidéis de añadir una buena dosis de vegetales y proteína de calidad para convertir vuestro plato en un 10.

Los caldos son deliciosos, y aunque es cierto que su preparación no necesita de grandes dotes culinarias, sí que requieren paciencia y largas horas para lograr esos sabores intensos y agradables.

Así que, si queréis disfrutar de estas preparaciones -y ahorrar tiempo en la cocina-, una muy buena alternativa es comprar los caldos previamente cocinados. Si lo vais a hacer así, os recomendamos que os fijéis en los ingredientes, para aseguraros de que no llevan potenciadores de sabor (como el glutamato monosódico) u otros ingredientes poco saludables. Y siempre que sea posible, optad por cocciones que utilicen ingredientes ecológicos.

En Amandín tenéis una variedad de caldos fantástica. Entre ellos encontramos el caldo de cocido, el caldo de pollo, el caldo de verdura, la sopa de cebolla y el genmai miso.

Todos ellos ecológicos, con certificado sin gluten, bajo contenido en grasas y alguno de ellos vegano, alto en proteínas o con mucha fibra.