Suspiro de otoño

El arco iris que encontramos en los alimentos vegetales en esta temporada nos revela, sin duda, la presencia de todas esas sustancias beneficiosas que, aparte de reforzar nuestro organismo, son una pieza clave para combatir los radicales libres, responsables de la aceleración de los procesos de envejecimiento.

El azul o morado de los higos; el rojo de las granadas; el verde del kiwi; el amarillo, el burdeos o el negro de la uva; el naranja intenso del caqui y el naranja vibrante de las mandarinas; el blanco de la pulpa de la carne de las peras, membrillos, manzanas y chirimoyas… No hay manera más sencilla ni más bella de llenar la despensa y la nevera y servir el plato que hacerlo de acuerdo con los colores de la comida. Pon todos los colores en tu dieta y no te faltará ningún nutriente.

Suspiro de otoño

De entre todo el abanico de frutas de otoño, la chirimoya es una de mis preferidas, por la textura de la pulpa, el aroma y la dulzura. Aunque la forma más común de consumirla es simplemente cortarla en dos mitades e ir comiendo la pulpa con la ayuda de una cucharilla, con este fruto podemos hacer unos dulces cremosos increíbles, que recuerdan mucho las texturas de la nata o la crema pastelera. Eso sí, son dulces que podremos comer sin un ápice de culpa y estando seguros de que, aparte de disfrutar, nos estamos nutriendo.

El chirimoyo es un árbol originario de los altiplanos de Perú y Ecuador que crece en lugares elevados y fríos, donde otras plantas tropicales no se pueden cultivar. En Europa, la chirimoya se exporta de España o de países de otros continentes, pero en España es donde se consume más chirimoya de toda Europa, y se cultiva en la costa subtropical andaluza.

La chirimoya es un fruto muy bajo en grasas y su contenido en potasio contribuye a evitar la retención de líquidos, por lo que se recomienda en dietas de reducción de peso. Aún así, es muy rica en azúcares naturales, es decir, no debemos abusar de su consumo si es que queremos adelgazar. Si, en cambio, lo que necesitamos es un aporte energético extra, la chirimoya –y otras frutas dulces− son un muy buen recurso energético y un alimento muy digestivo. Tomarla después de hacer ejercicio es una idea excelente para reponer fuerzas. La mejor manera de comer todas las frutas, especialmente las más dulces, es con el estómago vacío y hacia media mañana o a media tarde. Son el mejor snack. Si tomamos fruta con el estómago lleno, tardará demasiado tiempo en llegar a los intestinos, donde se digiere, y muy probablemente fermentará y nos provocará gases e hinchazón.

Suspiro de otoño

Su contenido en vitaminas hace de la chirimoya una fruta muy antioxidante, una buena opción preventiva frente a los diversos factores oxidantes que encontramos en nuestro día a día. Nos ayudará a evitar el envejecimiento prematuro de la piel, de la mucosa y de las células de todo el cuerpo. La vitamina A que contiene reforzará nuestra salud ocular y los tejidos del cuerpo. Su contenido en vitaminas del grupo B contribuye al crecimiento y al desarrollo mental. Su aporte en vitamina C nos ayudará a reforzar el sistema inmunitario y la salud de la piel, lo que facilitará la cicatrización. Este fruto también contiene calcio, magnesio y potasio, y nos ayudará a tonificar el corazón en los meses de otoño e invierno. Se recomienda su consumo en casos de insuficiencia cardíaca.

La receta que te propongo hoy, aparte de chirimoya, contiene aceite de coco, que no solo le da una textura más cremosa y protege la pulpa de una oxidación más rápida después de batirla, sino que también ralentiza el incremento de los niveles de azúcar en sangre después de comerla. El aceite de coco nos aportará también muchos otros beneficios. Entre otras cosas, es antibacteriano, antifúngico, contribuye a la aceleración del metabolismo y mejora la digestión y absorción de nutrientes.

Suspiro de otoño

La receta

Para 2 personas

Ingredientes

  • 2 chirimoyas grandes
  • 2 C de aceite de coco
  • 2 C de jarabe de flor de coco

Método de preparación

  1. Cortar las chirimoyas por la mitad y con una cucharilla vaciar las dos mitades de pulpa con las semillas en un bol. En otro bol, ir colocando la pulpa libre de las semillas que hemos ido sacando con la ayuda de los dedos.
  2. Colocar la pulpa de la chirimoya en una batidora de vaso con el aceite de coco deshecho al baño María o en la deshidratadora a una temperatura de 38 ºC.
  3. Batir la pulpa de la chirimoya y el aceite de coco hasta obtener una crema muy suave de una textura similar a la crema pastelera.
  4. Decorar al gusto copas o vasos con el jarabe de flor de coco y, seguidamente, servir la crema de chirimoya.
  5. Dejar reposar a temperatura ambiente si la de la cocina es fresca, o en la nevera durante unas dos horas para que la crema cuaje.

Servir con hojitas de plantas aromáticas frescas al gusto: menta, albahaca, orégano…

Bon appétit!

Consol Rodríguez
Consol Rodríguez

Formadora de alimentación viva y cocina crudivegana, desarrolladora de recetas raw food, autora del blog kijimunas-kitchen.com y del libro Raw Food Anti-aging

    @kijiskitchen