En verano encontraremos la calabaza de cuello torcido, la culo de mortero, la delicata, la espagueti o de cabello de ángel, la violín… Son mucho más fáciles de cortar que las calabazas de invierno, más blandas, de carne más jugosa y menos fibrosa, y menos dulces que las de invierno.
Su color naranja es debido a la provitamina A, carotenoides y retinol que contiene, muy antioxidantes, y que ayudan a nutrir la piel para protegerla de los factores ambientales externos y de la exposición extra al sol. Junto con su contenido en magnesio, todos estos componentes mejoran la salud cardiovascular y la digestión. Además, tiene folatos, muy beneficiosos para el crecimiento y desarrollo correcto del feto.
También contiene vitamina C y manganeso, que, junto con los nutrientes ya mencionados, son muy cardiosaludables, normalizan la presión arterial y reducen la homocisteína, que, cuando está alta, es una señal de riesgo cardíaco.
Son ricas en carbohidratos complejos, incluida la pectina, que mantienen la insulina estable y tienen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y digestivas.
De las calabazas de verano lo podemos aprovechar todo: la piel, la pulpa, las semillas. Si nos gustan las cremas nutritivas, sólo hay que trocear las calabazas y incluirlas enteras en la receta.
En la receta de hoy, vamos a usar rodajas finas de calabaza violín para hacer raviolis. Usaremos sólo el cuello, la parte más sólida que no contiene semillas y que podremos cortar en láminas muy finas con una mandolina o un cuchillo y un poco de maña. La parte de la calabaza que no usaremos, la podremos destinar a hacer una crema muy sencilla, con ajo y levadura nutricional, por ejemplo, que podemos servir con un chorrito de aceite de oliva y unas semillas de cáñamo peladas, extra de omega-3, por encima.
La receta
Ingredientes
Para 4 personas
Para los raviolis
- 1 calabaza violín
- 1 C de tamari
Para el relleno
- 5 tomates secos (10 mitades), rehidratados en agua durante 4 horas
- 1 C de aceite de oliva virgen de 1ª presión en frío
- 2 dátiles Medjool, sin el hueso
Para el topping
- 1 C de piñones
- 1 C de bayas de goji
- 1 C de levadura nutricional
- 1 C de romero en polvo, recién molido
- 1 c de canela en polvo, recién molida
- 1/2 c de sal del Himalaya o marina
- 1/2 c de pimienta negra en polvo, recién molida
Método de preparación
- Cortar el cuello de la calabaza por la parte donde comienza a ensancharse y descartar el inicio del cuello, el punto de conexión con la planta.
- Pelar con un pelador de patatas.
- Hacer unas 48 rodajas de unos 2 mm de espesor con la ayuda de una mandolina o un cuchillo.
- Colocar todas las rodajas en un bol, por capas, y rociar entre capas con unas gotas de tamari.
- Tapar el bol y dejar macerar en la nevera durante unas 4-8 horas.
- Preparar el relleno de tomate unos minutos antes de sacar las rodajas de calabaza de la nevera.
- En una batidora, colocar los ingredientes para el relleno de tomate y batir hasta obtener una mezcla gruesa.
- Retirar el bol de la nevera y preparar los raviolis: coger una rodaja de calabaza, colocar en la superficie de trabajo, poner un poco de relleno de tomate -una cucharadita pequeña- y tapar con otra rodaja de calabaza presionando los bordes para cerrar bien.
- Ir colocando en las láminas de las bandejas de la deshidratadora hasta tenerlos todos a punto.
- Pintar con aceite de oliva y la ayuda de un pincel de cocina. Si no se dispone de pincel, esparcir el aceite de oliva con los dedos vigilando de no presionar demasiado.
- Semideshidratar los raviolis durante unas 6 horas a 38 ºC.
- Una vez semideshidratados, servir en platos y decorar con las especies del topping, las goji, los piñones y un chorrito de aceite de oliva.
¡Bon appétit!