Su sabor a tierra me encanta, me enraíza y me da impulso para llevar con energía y alegría los calores que se avecinan. Se dice del corazón que, energéticamente, empuja la sangre y desarrolla nuestro espíritu, manteniendo a la vez la conciencia. Os propongo unas croquetas sabrosas por dentro y ligeras por fuera para potenciar esa energía; ideales para hacernos sentir únicos y a la vez unidos a todo y a todos.
Muchas veces relacionamos las croquetas con un plato poco saludable, debido, en gran parte, a los, a veces, dudosos rellenos y también, con frecuencia, a los pesados rebozados. Investigando un poco el origen de la croqueta en la cocina me preguntaba si fue primero la bechamel o la croqueta, y parece ser que el relleno de este bocado fue el primero en aparecer. La receta de la deliciosa bechamel se la debemos a un cocinero que trabajaba con Louis de Béchameil en el siglo XVII, y el rebozado aparece más tarde, en 1817, de la mano de un cocinero francés que decidió sorprender en un banquete con un plato de bechamel recubierto de una capa gruesa y crujiente al que llamaron croquettes à la royale.
A partir de ese momento, las croquetas han pasado a considerarse un exquisito manjar propio de la nobleza. Presentes en la gastronomía de casi todas las culturas con incontables formas, rellenos, etc., muchas veces hechas con el amor de las abuelas y rellenas de recuerdos que alegran el corazón. Para esta receta he preparado una masa más ligera que la bechamel (que tiene su versión saludable, por supuesto), ya que estamos a punto de entrar en plena temporada de calores y apetecen platos más ligeros. La base son los garbanzos, que nos aportarán, como bien sabéis, hidratos de carbono de absorción lenta creadores de energía, fibra dietética adecuada para una buena salud digestiva, gran riqueza de proteínas vegetales acompañadas de un buen grupo de vitaminas antioxidantes como la A, C, y E y minerales como calcio, zinc o hierro.
Quiero destacar, además, la importancia del consumo de las legumbres en general y de los garbanzos en particular, por su contenido en lecitina y en otros ácidos grasos esenciales como ácido linoleico (omega-6), que se encargan de la emulsión y gestión del colesterol y de los triglicéridos; tan importante para la salud cardiovascular. A estos componentes cardiosaludables se suman, con el mismo objetivo, la elevada proporción de fibras solubles y tres sustancias abundantes en el garbanzo como el ácido fólico, el magnesio y el potasio, que tienen un papel principal en la salud del corazón y de las arterias.
Del resto de ingredientes de la masa cabe destacar los pistachos y los anacardos, que no deberían faltar en una dieta vegetariana saludable por su alto contenido en nutrientes como ácidos grasos esenciales, proteínas y fibras de calidad, que también ayudan a mejorar tanto la salud del corazón como el buen funcionamiento del sistema nervioso. En general, las enfermedades cardiovasculares se desarrollan tras largos periodos de llevar una alimentación poco equilibrada, vida sedentaria, estrés, falta de contacto físico, emociones no sanadas. Pero si modificamos esos hábitos incorporando cereales integrales, legumbres, verduras y frutas ecológicas de estación, algas, fermentos, semillas o frutos secos, acompañado de actividad física moderada, contacto con la naturaleza, cultivando una actitud de gratitud hacia la vida y sanando cualquier resentimiento emocional, podríamos revertir totalmente los problemas del corazón.
La receta
Ingredientes (para unas 12 croquetas):
- 1 bote pequeño de garbanzos cocidos
- 1 remolacha mediana rallada
- 1 zanahoria rallada
- 50 g de anacardos
- 30 g de pistachos pelados
- Aceite de oliva de primera presión bio
- 1 diente de ajo picado
- 1 cebolla pequeña picada
- 1 huevo ligeramente batido
- Ralladura de 1 limón
- 1 pizca de semillas de hinojo
- 1 pizca de pimentón
- Semillas de sésamo para rebozar
Preparación
- Poner en una batidora los garbanzos con la remolacha, la zanahoria, los pistachos y los anacardos y triturar finamente. A parte, saltear en una sartén el ajo y la cebolla hasta que estén tiernos y añadir a la mezcla de los garbanzos con el resto de ingredientes (excepto las semillas de sésamo). Mezclar bien.
- Dividir la mezcla primero en pequeñas bolitas y después formar las croquetas estirándolas sobre una madera. Rebozar con las semillas de sésamo y distribuirlas en una bandeja de horno. Hornear durante unos 40-45 minutos a fuego medio. Acompañarlas con una buena ensalada.
Que lo disfrutéis,
¡Mucha salud!