Me apetecía hacer una crema blanca, ya que según la medicina tradicional china es el color del otoño y todos los alimentos de este color como el nabo, la coliflor, el ajo, la cebolla, la pera o la chirivía, el kuzdu, entre otros, tonifican los pulmones y aumentan la energía defensiva del organismo. He elegido la chirivía por ser una raíz humilde y discreta que, pese a su riqueza nutritiva, hoy en día la encontramos escasamente en bandejas preparadas para caldo y poco más, pero figura como una de las verduras más antiguas. Durante la edad media fue alimento principal de la población en épocas de hambruna.
Hoy en día, la chirivía está siendo impulsada por muchos cultivos ecológicos para reconquistar su lugar en la cocina. Su sabor es dulzón pero especiado e incluso perfumado. Es muy amiga de especies como el jengibre, la mostaza, el curry, la cúrcuma… que nos vienen de perlas en este momento del año para calentarnos y movilizar fluidos y energía. Frescas son deliciosas en crudo, ralladas o cortadas en juliana y simplemente aliñadas con un poco de zumo de limón. A pesar de su aspecto rústico y modesto, ¿por qué no darles una oportunidad más allá del caldo? Nos proporcionan abundante ácido fólico, que desempeña un papel fundamental en el funcionamiento del sistema nervioso, y un aporte importante de vitamina C, que potencia las defensas. Lo ideal es prepararlas con la piel, ya que es donde se alojan gran parte de los nutrientes.
El otro ingrediente importante de esta receta es un producto milenario e imprescindible en la cocina de medio mundo, desde la India, Oriente Medio y todos los países bañados por el Mediterráneo: el garbanzo, una de las variedades más antiguas de la familia de las leguminosas, ya consumido en el antiguo Egipto y en el Imperio Romano. Siempre ha sido muy conocido por sus importantes beneficios y propiedades, al tratarse de una de las legumbres más energéticas ya que contiene tanto hidratos de carbono de absorción lenta como gran cantidad de proteínas vegetales, a la vez que múltiples vitaminas, minerales y fibra. Se trata de unos garbanzos crujientes, sabrosos y picantes que podéis guardar en un bote de cristal para tener un tentempié saludable o como complemento de cualquier plato de ensalada o de verduras.
Como complemento a esta crema, he utilizado un ingrediente indispensable en mi cocina y que me encanta: el puerro. La parte blanca tiene un sabor dulce y perfumado y resulta delicioso simplemente cocido al vapor con una vinagreta o en cremas, tartas saladas… No tiréis la parte verde; podéis aprovechar sus hojas de sabor penetrante, incluso un poco picante. Aunque su valor nutritivo sea discreto, los puerros son diuréticos y muy ricos en fibra; además, al ser una hortaliza botánicamente situada entre la cebolla y el ajo, tiene efectos desinfectantes.
Por último, tenemos un ingrediente habitual en la cocina terapéutica por sus múltiples propiedades y que nos irá de perlas para tratar afecciones respiratorias tan habituales con el cambio de estación. El kudzu (Pueraria Lobata) es una raíz seca muy recomendada para ayudar a reducir la fiebre y combatir síntomas gripales, resfriados, bronquitis y cuadros con tos. Cuida tanto el intestino grueso como el sistema respiratorio; es un superalimento vigorizante sin llegar a ser excitante, muy útil para tratar el cansancio crónico, la apatía y la falta de ánimo. Además, ayuda a superar la ansiedad que puede provocar el hecho de dejar de fumar.
Espero que os guste especialmente esta receta tan sencilla con ingredientes humildes y de sabor intenso que representa todo el amor incondicional y la energía positiva que recibí durante doce años de mi querido e inolvidable Mendi. ¡Gracias y hasta siempre!
La receta
Ingredientes de la crema:
- 2 chirivías
- ½ puerro
- 1l. de caldo de verduras
- 1c.p. de kudzu (Pueraria lobata)
Picatostes de garbanzos:
- 1 bote pequeño de garbanzos cocidos bio
- 2 c.s. de mezcla de especias en polvo; yo he utilizado curry, jengibre, pimentón, ajo en polvo, orégano y albahaca. (Reservar un poco para la decoración.)
- 1 c.s. de aceite de oliva
- Zumo de ½ limón
Preparación:
- Para hacer la crema, limpiar las chirivías con un cepillo de verduras y trocearlas. Poner en una cacerola y añadir el puerro picado. Verter el caldo, salar y llevar a ebullición. Diluir la cucharadita de kudzu en agua fría y añadir a la crema. Dejar cocer a fuego suave durante 25 minutos. Triturar y reservar.
- Precalentar el horno a 200 ºC. Extender los garbanzos en una bandeja de horno cubierta con papel de hornear. Tostar 10 minutos. Mientras, mezclar las especias con el zumo de medio limón, una cucharada de aceite de oliva y sal en un bol grande. Mezclar bien los garbanzos con la pasta de especias. Devolverlos al horno bien extendidos y hornear unos 15 minutos más, moviéndolos de vez en cuando y vigilando que no se quemen. Hay que sacarlos cuando estén crujientes. Reservar.
- Servir la crema en boles individuales y añadir los picatostes de garbanzos al gusto y decorar con un poco de polvo de especias.
Que lo disfrutéis.
¡Mucha salud!