Recorriendo los fantásticos canales e íntimos callejones de Milán llegamos al barrio de Conchetta, en el que rápidamente localizamos una de las recomendaciones más destacadas que Manuel nos ha hecho de Milán. Se trata de Ghea, un restaurante totalmente vegano y ecológico.
Producto estrella: Especialidades de pasta
Apto para: veganos, vegetarianos, celíacos
Precio medio carta: 25 €
Contacto: Via Valenza 5, 20144 Milán, Italia
Tel.: +3902.58110980
Lunes cerrado.
Lo que primero nos sorprende son los grandes ventanales que ocupan todas las paredes exteriores del local. Decimos ventanales porque es un local de techo muy alto, lo que le proporciona una luminosidad excepcional. Desde fuera ya nos llama la atención tanto el logotipo con el árbol de la vida como toda la decoración y diseño interior, que respira ecología y naturaleza, pero al más puro estilo “fashion Milano”.
Una vez dentro, nos atienden muy amablemente y nos ofrecen escoger mesa. La verdad es que no nos cuesta nada, porque el espacio es tan abierto y luminoso que en cualquiera nos encontraremos bien.
Antonio Tomasselli, con un gran bagaje en el mundo de la restauración y la salud natural, es el chef y maestro de operaciones. Hace un par de años se asoció con tres inversores vegetarianos y decidieron abrir un restaurante vegano que rompiese con todo lo que había hasta el momento. De esa idea nació Ghea: un restaurante que, tal como su eslogan indica, es un laboratorio. La investigación es intrínseca a su carácter; la experimentación de gustos, texturas y combinaciones es el pan de cada día.
Por otro lado, lo que hace, en parte, que se aleje de los estereotipos de restaurante vegano es que quieren ser muy inclusivos y crear un espacio de degustación en el que todo el mundo se pueda sentir a gusto. Trabajan muy a conciencia para que eso sea así, y no solo desde el punto de vista de no comer productos de procedencia animal; van más allá y quieren que sus platos favorezcan la salud digestiva y potencien la vitalidad de las personas. Además, tienen muy en cuenta todos los tipos de dietas; solo hay que echar un vistazo a la carta para ver que más de la mitad de los platos son sin gluten. Pero también piensan en las dietas bajas en sal o azúcar, las alergias, entre otras. En definitiva, están concienciados y dispuestos a escuchar, y adaptarse a las necesidades de los clientes es su reto.
Pero el compromiso no termina aquí; aún va más allá. Una vez hemos comido, Antonio se sienta con nosotros y nos cuenta que la opción vegana que defienden también tiene una importante vertiente protectora y conservadora del planeta: para salvar valiosos recursos hídricos, para ayudar a acabar con la desforestación, la desertificación, la contaminación, el efecto invernadero, y finalmente –pero no por ello menos importante– que para ellos es también la base para la fin del hambre en el mundo.
Degustamos un risotto de verduras y especias, unos tallarines de maíz con pesto de espinacas y almendras y lo acompañamos con dos copas de un vino blanco biodinámico de la región. La verdad es que los platos sorprenden por su sencillez y calidad de ejecución. Ellos mismos recomiendan la pasta –siempre integral y ecológica–, que es su especialidad, y nosotros lo corroboramos. Es una gran oportunidad para probar diferentes tipologías de platos de pasta italiana sin ningún producto de procedencia animal que, de entrada, os sorprenderan seguro porque son diferentes de lo que conocemos. Nosotros quedamos encantados.
A mediodía, el restaurante ofrece comer de carta con un enfoque casual y para todos los públicos; por la tarde, a partir de las seis, Happy Hour –por una bebida (ya sea un jugo de fruta recién hecho o alguno de los vinos naturales de su extensa carta) se puede comer de un bufete con más de veinte opciones diferentes de platos veganos caseros–; y por la noche, ofrecen entre dos y tres menús degustación para poder experimentar los límites creativos del restaurante.