Seguro que algunos ya los conoces, pero quizás no sabrías explicar a tus contactos por qué no son unas opciones saludables. Atención, pues, a este resumen:
1. Zumos de frutas envasados
En Cataluña, el consumo de zumos de fruta ha aumentado casi el doble en 10 años (estudio). Encabeza la primera posición de nuestro ranking porque de zumo de fruta tiene más bien poco. El proceso es mucho más complejo de lo que ciertos anuncios nos quieren hacer creer. Se utiliza fruta:
- de baja calidad, que ya no sirve para vender entera
- muy triturada
- pasteurizada
- conservada en grandes tanques durante meses
- mezclada con agua
- con sabores artificiales, azúcar, edulcorantes diversos y conservantes
El resultado es: poca cantidad de vitaminas, por no decir nula, y una gran cantidad de azúcares (externos y propios de la fructosa). Así pues, dar un zumo a nuestros hijos para acompañar un bocadillo o tomar un zumo en el bar no es una opción sana.
2. Cereales para el desayuno
“Un tazón de azúcar enmascarado”, así lo hemos querido bautizar. Están cargados de vitaminas aisladas y químicas porque contienen cereales muy refinados y de baja calidad. Comer cereales para el desayuno ha sido la campaña de marketing más exitosa del mundo. Y como no son integrales −y si lo son es porque llevan salvado, que nos irrita el intestino−, no nos sacian y debemos comer más cantidad y, por tanto, más azúcares. Si os fijáis en los envases, las raciones que recomiendan son de 30-40 g, cuando realmente lo que equivale a una ración es 60-80 g. Si conocéis a alguien que tome los especiales para dieta o los superintegrales, decidle que mire la etiqueta de su producto y de otro de herbodietética o de supermercado ecológico sin azúcar. El tiempo que tardará en tener hambre después de haber comido de un tipo o de otro variará considerablemente.
3. Crema de chocolate y avellana
Aunque en el mundo se consumen 9 kilos de este producto por segundo, es muy poco saludable (aunque nos sepamos de memoria sus “cuatro” ingredientes gracias a su famosa canción). Contiene muchísimo azúcar, grasa saturada, glutamato monosódico, lecitina de soja genéticamente modificada y aceites vegetales como el de palma. La maravilla de los aditivos saludables, vaya.
4. Hamburguesas
¿Os habéis fijado nunca en las etiquetas de las hamburguesas? Si lo hacéis veréis que de carne tienen muy poca. “Yo no como nunca soja” me dicen en la consulta, pero la toman cada día sin saberlo a través de las hamburguesas, salchichas o albóndigas. Las hamburguesas, aunque sean de charcutería buena o hechas en casa son un producto muy procesado, casi sin cualidades nutritivas y llenas de colorantes, aromas, emulsionantes y conservantes.
5. Refrescos con azúcar o edulcorantes
“Cuando salgo por la tarde-noche y no quiero alcohol, no sé nunca qué pedir”. “Pero un día a la semana sí que puedo tomar, ¿no?”. Una vez a la semana ya es un consumo habitual. Y no, no se deberían tomar nunca. Una lata de cola, naranja o limón puede contener entre 8 y 9 cucharadas de azúcar. Cuando me dicen aquello de “yo no tomo nunca azúcar” les podría explicar el montón de productos con azúcar que toman, sobre todo durante el fin de semana, pero claro, eso no lo contamos, porque es el fin de semana, ¿verdad?
Si eliminamos las bebidas azucaradas podemos reducir mucho el riesgo de obesidad, sobrepeso y diabetes tipo 2, según recoge un estudio de la Universidad de Harvard.
¿Y qué pasa con las bebidas edulcoradas? Quizás no engordan pero se ha visto que el cuerpo recibe más o menos el mismo mensaje insulínico y nos hace más adictos a todo lo que sea dulce.
6. vino y cerveza
“La industria del alcohol está detrás de la percepción equivocada que tiene buena parte de la sociedad y de la idea de que tomar dos vasos de vino diarios va bien para el corazón, o que beber una cerveza favorece el sistema nervioso o para los deportistas, cuando, en realidad, tiene muchos más efectos adversos que beneficiosos.” Julio Basulto, dietista-nutricionista reconocido por la AEDN.
El alcohol es el problema, porque no solo genera una sobrecarga hepática sino que puede desencadenar problemas hormonales. La OMS explica que es neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, peligroso para el sistema cardiovascular, cancerígeno y que aumenta el riesgo de muerte, aunque sea en forma de cerveza o vino.
7. Pan de molde
¿Una solución rápida y que dura mucho en casa? El pan de molde. ¿A cambio de qué? Pues de contener aceites vegetales hidrogenados (grasas trans) + grasas saturadas de la leche + alta cantidad en sodio + emulsionantes y conservantes como el E471, que genera una mala absorción de grasas y daños hepáticos + azúcar.
8. Yogures desnatados edulcorados
Tienen poco sustrato nutritivo, ya que cuando se quita la grasa también se dañan las vitaminas liposolubles como las vitaminas A, D y E, y también contienen menos cantidad de calcio. Además, el yogur desnatado edulcorado más consumido en España contiene los dos edulcorantes más polémicos: aspartamo y acesulfamo k (hay indicios de que es peor que la sacarina y el aspartamo).
¿Las alternativas saludables?
Zumos vegetales hechos en casa con un slowjuicer (extractor a baja presión), comprar fruta y verdura ecológica, cereales sin azúcar, crema de algarroba casera (con cacao puro, algarroba en polvo, vainilla, almendras y avellanas molidas y melaza de arroz), una comida con carne blanca a la semana y ecológica, pedir agua, té, café, una cerveza sin alcohol, comprar pan integral de masa madre en un horno de pan bueno y disminuir la cantidad de lácteos (y si se toman, que sean ecológicos, y mejor de cabra u oveja).