hombre camaLas idas y venidas de las vida moderna no nos dejan mucho margen para parar el reloj y replantearnos un nuevo horario. Además, en el sur de Europa hay una clara tendencia a alargar la jornada laboral, con lo que es todavía más complicado establecer horarios con más margen de acción después del trabajo. Quizás, levantarnos cansados sea la gota que haga colmar el vaso y sirva de estímulo para empezar de nuevo. ¿Te suena? La teoría es muy fácil de entender; la práctica es otra historia. El caso es que después de cenar necesitamos un tiempo mínimo para hacer la digestión. “Para ir bien, unas dos horas”, asegura Rosa Ana Segura Cuella, naturópata, que afirma que, en tal caso, nuestra salud mejorará:

  • Dormiremos mejor y el cuerpo podrá dedicar la energía a hacer las funciones fisiológicas adecuadas mientras estamos durmiendo.
  • Nos levantaremos descansados.
  • Nuestra piel mejorará de aspecto.
  • Mantendremos un peso adecuado.
  • Nos levantaremos con hambre para hacer un buen desayuno y empezar el día con fuerza.

La alternativa: cenas ligeras

Algunas propuestas, según la naturópata Rosa Ana Segura y el nutricionista Marc Vergés, son:
·Proteínas de fácil digestión, como el pescado.
·Verdura cocida.
·Ensalada amarga (rúcula, endibia, hojas de roble; las ensaladas amargas se digieren bien por la noche; todo lo contrario que la lechuga normal, que hace retener líquidos).
·Salteado de col, cebolla y seitan, con guarnición de pasta integral hervida (opción vegana).
·Crema de puerros + pan integral de espelta con paté vegetal de garbanzos (opción vegana).
·Sopa de fideos integrales con caldo vegetal + tortilla de acelgas (opción vegetariana).
·Patata, verdura y pescado al vapor
·Brócoli y cebolletas al horno con hierbas provenzales + hamburguesa de mijo y lentejas (opción vegana).

En cambio, los inconvenientes son numerosos. Lo primero es que la costumbre de ir a dormir justo después de cenar “favorece la obesidad”, porque al día siguiente no tendremos hambre y casi no desayunaremos. “Eso quiere decir que llegaremos famélicos a la comida, picaremos cualquier cosa y comeremos cuantiosamente”.

Es un pez que se muerde la cola sin parar, porque si hemos comido demasiado, entonces no merendaremos y llegaremos directamente a la hora de cenar con mucho hambre, momento que aprovecharemos para volver a comer en gran cantidad y a deshora.

Otras consecuencias, como también indica el nutricionista y fitoterapeuta Marc Vergés, son las pesadillas, el mal aliento y sobre todo las malas digestiones. “Cuando nos vamos a dormir, el cuerpo se queda en standby, por lo tanto, no tiene capacidad de eliminar tóxicos ni de realizar un tránsito intestinal correcto”.

Y una de las claves es cenar bien pronto. Esta teoría también la conocemos bien, ¿pero cuántos la ponemos en práctica? Según Olga Cuevas y Jorge Pérez-Calvo, deberíamos cenar a las siete o a las ocho. “Las nueve o las nueve y media ya es demasiado tarde”, según Pérez-Calvo. Los horarios laborales nos dan poco margen en este sentido, pero si tenéis hijos y, hasta ahora hacíais dos turnos, ¡ya no tenéis excusa!

Trinitat Gilbert
Trinitat Gilbert

Periodista

  @trinigilbert