Ventajas de un buen té piramidal

Si somos grandes gourmets del té y de las infusiones o nos dejamos aconsejar por ellos, seguramente tendremos bolsas o mezclas hechas a granel en la despensa. La razón principal es que, además de resultar a menudo más económicas, la variedad de sabores es mayor y nos ahorramos las bolsitas con grapas, que no son biodegradables y que contienen tintes y químicos que se acaban traspasando a la bebida y, por tanto, acabamos ingiriendo.

También solemos pensar que la calidad del té a granel será mayor que la de bolsita que compramos en el súper o en tiendas de alimentación no especializadas ya que, así, conoceremos de primera mano su procedencia y podremos confiar en el proceso de elaboración del productor.

No hay duda de que la compra a granel tiene grandes ventajas pero, ¿cómo nos preparamos de forma cómoda un té en el trabajo? ¿Cómo acertamos la cantidad exacta de té en el colador para no dejarlo demasiado suave o no pasarnos de intensidad? ¿Cómo evitamos desperdiciar restos del producto?

Solución: apostar por un té en bolsita de una marca de confianza, que utilice bolsitas especiales sin componentes tóxicos, materia prima de alta calidad, de cultivo ecológico y de comercio justo. Y eso, ¿existe? ¡Sí! Y, de hecho, el formato piramidal de las infusiones y los tés ecológicos permite preservar las propiedades nutricionales del producto (que son, en líneas generales, muy diuréticos y ricos en antioxidantes) aportando más aroma, más sabor y más color en cada taza, además de ser la opción más cómoda, limpia y rápida.

Más allá del té negro, el poleo menta, la camomila y la tila

La principal diferencia entre el té y las infusiones es su contenido en teína: a diferencia del té, las infusiones no estimulan el sistema nervioso central, el corazón y la respiración. Se pueden consumir, por lo tanto, antes de ir a la cama, siempre que no haya problemas de incontinencia (que se agravaría por su efecto diurético).

A pesar de que las infusiones forman parte de la cultura gastronómica de nuestro país desde hace cientos de años y que su uso en remedios caseros está más que extendido, es una pena que la mayoría de consumidores conozcan y utilicen un pobrísimo surtido de variedades: poleo menta, camomila, tila y valeriana. De hecho, en la mayoría de restaurantes y cafeterías, éste es precisamente el estrecho abanico de opciones que nos ofrecen, obviando el resto de magníficas hojas, flores o frutos de distintas hierbas medicinales y aromáticas de grandes propiedades (la pasiflora, por ejemplo, es más poderosa que la tila para conciliar el sueño).

Del mismo modo, el mundo del té no se reduce al popular té negro y a todas sus variedades (Earl Grey, Darjeelin, etc.) sino que se expande con el té rojo, el verde, el blanco u otras novedades que se empiezan a comercializar como el amarillo o el azul.

Una buena opción para potenciar las propiedades y el sabor de los tés y de las infusiones es mezclarlos con especies o hierbas como la canela, el jengibre, el cardamomo, la vainilla, el cacao o el regaliz. Un buen ejemplo es el popular chai indio, resultado de mezclar té negro (o verde) con cardamomo, clavo, pimienta negra, anís estrellado, jengibre y canela. La receta admite infinidad de variantes y se suele consumir con leche vegetal o agua caliente. Muchas marcas de tés occidentales han empezado a comercializar las distintas versiones de masala chai a granel o también en formato bolsita tradicional o piramidal, ya preparado.

Las bolsitas tienen la ventaja añadida de conjugar las distintas propiedades de las hierbas y las especias y presentarnos originales y saludables cócteles para cada estado de ánimo o momento del día: infusiones vigorizantes, relajantes, digestivas, etc. La dosis y la mezcla exacta nos garantizan, además, que no habrá desperdicios de ninguno de los ingredientes.

¿Por qué es importante consumir infusiones y tés ecológicos y de comercio justo?

En el caso de los tés y de las infusiones, además de asegurarnos que los consumimos de cultivo ecológico para preservar al máximo sus propiedades diuréticas y antioxidantes y potenciar su aroma y su sabor, debemos tener en cuenta otra condición básica: su origen y el tipo de comercio al que se suscriben.

Las tierras donde el cultivo del té es más fresco y desarrollado (y, por tanto, las que nos aseguran un sabor y una calidad más elevada) están principalmente en las plantaciones de África, India y Sri Lanka. El riesgo de esta dependencia exterior (igual que en los casos del cacao y del café) radica en la larga cadena de manos por las que pasan los productos: campesino, intermediario, comercio local, exportador, multinacional, supermercado y, finalmente, el consumidor. A menudo, los productores locales reciben una parte ínfima de los beneficios de la comercialización del té (alrededor del 5% según denuncia Intermón Oxfam), por lo que es indispensable consumir tés provenientes del comercio justo o ético con la certificación Fair Trade, que nos garantiza la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente y la naturaleza y el pago de un precio justo por las materias primas que permite mejorar el bienestar de los productores y el de sus familias.