Hoy en día nos preocupamos mucho por comer saludable y nos fijamos en la procedencia de los alimentos, como los combinamos e, incluso en las mejores cocciones para preservar al máximo los nutrientes, pero hemos perdido de vista lo más básico: cómo los comemos.
El ritmo frenético de prisas, estrés y preocupaciones va totalmente en contra de lo que necesita el sistema digestivo para tener buena salud y poder digerir y asimilar correctamente los alimentos que ingerimos.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que tenemos que comer sentados y relajados. Esto significa que tenemos que tener suficiente tiempo para comer y tenemos que hacerlo con atención plena, lo que hoy en día se conoce como mindfuleating. Si comemos en diez minutos frente a la pantalla del ordenador, mirando el móvil, hablando con el compañero sobre temas de trabajo o de pie, la comida nos sentará mal.
La digestión la controla el sistema nervioso parasimpático cuando estamos relajados y nos paramos para comer, pero, en cambio, cuando estamos estresados, de pie o haciendo otras cosas, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, que se prepara para luchar o huir y bloquea el proceso digestivo.
Por eso, es muy habitual que, cuando estamos de vacaciones y comemos cosas que habitualmente evitamos, porque las consideramos poco saludables o nos generan malestar, no nos pase nada. La gran diferencia es que estamos relajados, tenemos tiempo y disfrutamos de la comida. En definitiva, comemos en “modo parasimpático”.
Funciones del sistema nervioso simpático y parasimpático
Estos dos sistemas son importantes y necesarios para asegurar una armonía en la fisiología de los diferentes órganos y sistemas del cuerpo. Aunque parezca que tienen funciones antagónicas, tenemos que entender que trabajan en sinergia y se complementan. El problema es cuando vivimos periodos de estrés continuos que provocan que el sistema simpático esté siempre activo, cosa que afecta a las digestiones, pero también a las emociones o trastornos del sueño. Entre las funciones principales de ambos sistemas destacamos:
El sistema nervioso simpático
- Prepara el cuerpo para la actividad intensa o respuesta importante a una percepción de riesgo o amenaza. Actúa en los periodos de estrés con una respuesta fisiológica de lucha o defensa, miedo o fuga.
- Cardiovascular: aumenta las frecuencias cardíacas y respiratorias, provoca vasoconstricción y lleva menos sangre al sistema digestivo.
- Favorece la atención y acción externa y disminuye el trabajo interno del organismo.
El sistema nervioso parasimpático
- Actúa en periodos de relajación, de sedación y reposo, y contribuye a la actividad de asimilación y excreción.
- Cardiovascular: disminuye las frecuencias cardíacas y respiratorias. Conserva la sangre en el sistema digestivo.
- Prepara el cuerpo para hacer actividades internas. Favorece la atención hacia el interior y la acción interna de compensación.
Para concretar algo más, podemos decir que comer en “modo parasimpático” favorece la digestión porque estimula la salivación, prepara las glándulas digestivas para que secreten los jugos digestivos y, además, regula los movimientos de los órganos y vísceras implicados en el proceso digestivo, tal como explica la doctora Olga Cuevas en este artículo.
3 consejos prácticos
Hemos hablado de comer sentados y relajados, pero os damos otros consejos para facilitar el trabajo del sistema nervioso parasimpático:
1-Agradecer
Muchas religiones, culturas y civilizaciones de todo el mundo como la ayurveda o la hindú todavía se toman el tiempo para bendecir los alimentos y dar las gracias a las personas que han cocinado. Es una manera de conectar con el momento de la comida, tomar conciencia de que nos disponemos a comer y de que los alimentos nos nutrirán y nos beneficiarán. Aunque no seamos religiosos es una buena práctica.
2-Respirar
Maria Àngels Farreny, fundadora y entrenadora personal de Natura, lleva años haciendo pedagogía en este sentido. Recomienda sentarse con la espalda a 90 grados para no oprimir los órganos relacionados con sistema digestivo y el respiratorio. Además, tenemos que tener en cuenta que, con una respiración superficial, nos tragaremos aire y podemos tener gases.
3-Masticar
Una buena masticación es imprescindible para digerir bien, porque la digestión empieza en la boca. Si comemos haciendo cualquier otra cosa y con prisas, solemos tragar la comida sin prácticamente masticar. Esto comporta varios problemas. Por un lado, no damos tiempo a las enzimas (amilasa) que predigieren los hidratos de carbono ni la mucina (moco lubricante y digestivo) para actuar. Por otro lado, si comemos deprisa y sin masticar no nos damos cuenta de cuando estamos llenos. Saborear la comida ayuda a sentir la sensación de saciedad real gracias a la hormona leptina.
Problemas digestivos
Tal como hemos explicado, si comemos de pie o con prisas, bloquearemos la digestión porque activaremos el sistema nervioso simpático. Esto puede comportar que después tengamos ciertas molestias digestivas, como por ejemplo:
- Digestiones pesadas, porque, si no masticamos, los alimentos llegarán sin triturar al estómago. Se tendrán que quedar allí mucho tiempo y tendremos que invertir mucha energía en ellos y, por lo tanto, nos podemos sentir más cansados.
- Gases, eructos y dolor abdominal, porque, si comemos demasiado deprisa, también tragamos aire.
- Alteración de la motilidad intestinal (ya sea estreñimiento, diarrea o alternancia, dependiendo de la persona). Puede llegar a desembocar en un síndrome de colon irritable.
- Acidez: los nervios hacen que se segregue un exceso de jugos gástricos. La hipersecreción de ácidos estomacales se puede complicar con síntomas o patologías como la hiperclorhidria, gastritis o úlcera.