A menudo, más de lo que quisiéramos, vemos en las redes imágenes de bandejas de hospital con colacao y galletas o croissants, dietas de cajón para diferentes patologías con azúcares o productos light o recomendaciones para embarazadas con cuatro raciones de lácteos al día. Por ello, hemos decidido estrenar el espacio SOY Denuncia para daros voz y que nos contéis si, desde el ámbito sanitario, os han dado o recomendado alimentos poco saludables.

alimentación infantil

La primera denuncia llega de una madre de gemelos que nacieron con 2.400 y 2.700 kilos. Siempre han sido bajos de peso, pero han ido pasado las revisiones sin ningún problema. La madre comenta que, por circunstancias, el pediatra no les había hecho el seguimiento y que les había ido pesando el enfermero o, en verano, la persona que estaba de guardia. Ella estaba tranquila hasta la revisión del año, cuando el pediatra comenta que uno de los gemelos solo había engordado 300 gramos en cuatro meses y que era demasiado poco.

Los pediatras se guían por percentiles y curvas de crecimiento, pero no todos los bebés encajan dentro, y eso no quiere decir que pase nada. Se deben tener en cuenta otros criterios como la constitución de los padres, la actividad –hay niños más movidos que otros y que lo queman todo– y, sobre todo, se ve claramente en la actitud: si un bebé está contento, tiene energía y no se pone enfermo cada dos por tres es que todo va bien. Esther Vivas ya denunciaba que “la dictadura de la báscula comienza muy pequeños, cuando se controla al pie de la letra la curva de crecimiento” en su artículo de opinión “Si no comes, no crecerás“. Además, los niños no crecen de manera lineal. Hay épocas en las que tienen más hambre; quizás algún día no quieren comer porque están incubando algo y no los podemos obligar. De hecho, el bebé en cuestión hacía unas semanas que solo quería pan y plátano. Se debe ofrecer y respetar.

La madre cuenta que “lo primero que me recomienda es que le demos Pediasure, y me negué en redondo. No es una solución para una buena alimentación”. El Pediasure es un multiproteico infantil, cuyo primer ingrediente es agua y el segundo, azúcar (18 g por ración). Debemos tener en cuenta que los ingredientes de las etiquetas están ordenados de más cantidad a menos. En el artículo“’Mi primer veneno’ destapa la gran estafa de la alimentación infantil industrial”, Marta Costa nos cuenta el informe de Justicia Alimentaria Global sobre el negocio que se ha generado en torno a los más pequeños, que parece que tengan que comer cosas especiales para ellos, lo que desplaza, así, la comida real.

La segunda opción fue una hoja para que introdujera alimentos más calóricos. Ella ya la conocía porque a una madre del grupo de crianza también se lo habían dado. Aun así, no se lo podía creer.

La madre le hizo unas preguntas sobre algunas de las recomendaciones y el pediatra se justificó diciendo que se las había pasado un endocrino del Parc Taulí de Sabadell.

Analicémoslo:

Lo primero que vemos es que está dividido en grupos diferentes: azúcares, bebidas, grasas y un cajón de sastre llamado “varios”. Da diferentes opciones a cada grupo y, como resumen, pone las kilocalorías que aporta cada uno de estos “alimentos”. He aquí el primer error: no podemos priorizar las kilocalorías a la calidad de los alimentos que estamos ofreciendo. Es una visión muy reduccionista que también se utiliza en dietas de adelgazamiento y que permite que se puedan priorizar comestibles industriales porque tienen menos calorías antes que alimentos reales como una fruta o una verdura.
Pero los disparates no acaban aquí. Veamos los grupos.

Azúcares

Todas las opciones que hay son de azúcares libres que aportan entre 40-50 kilocalorías vacías de nutrientes, que provocarán un aumento de la glucemia en sangre y, después, una bajada. Hemos hablado mucho sobre los inconvenientes del azúcar e, incluso, hemos creado el “Reto 10 días sin azúcar“. El azúcar genera adicción, pervierte el paladar de los más pequeños –que luego no encontrarán bastante dulces los alimentos reales–, es un ladrón de minerales –como el calcio o el magnesio (salud ósea)– y se relaciona directamente con patologías como la diabetes o la obesidad.

Hay alimentos ricos en hidratos de carbono saludables que son opciones mejores, como la fruta desecada (dátiles, pasas, higos o albaricoques), fruta (plátano), hortalizas o tubérculos (boniato, patata, calabaza, zanahoria, chirivía). Todos ellos tienen mucha densidad nutricional.

Si se quieren ofrecer cereales, en vez de dextrinados que han perdido la estructura y, encima, están refinados, siempre tenemos que decantarnos por granos integrales o semiintegrales: arroz, mijo, quinoa, trigo sarraceno, copos de avena o trigos antiguos (espelta, kamut).

Bebidas

Tanto los niños como los adultos tenemos que beber agua. Cuando hacemos un zumo, perdemos la fibra y estamos ingiriendo el azúcares libres de tres o cuatro piezas de fruta de golpe. La horchata o la leche de almendras podrían ser opciones saludables, pero si están cargadas azúcares, no.

Aunque hay nutricionistas que defienden la leche de soja como la única bebida vegetal equivalente a la leche de vaca con respecto a la aportación de proteínas, no la consideramos una buena opción porque contiene fitoestrógenos, con una actividad similar a los estrógenos, que pueden provocar pubertad precoz o problemas de tiroides.

Grasas

Hay muchas grasas saludables que habrían podido incluir dentro de este grupo, como el aceite de oliva virgen –si solo pone “aceite de oliva”, es que está mezclado con refinados–, aguacate, frutos secos o semillas. La mantequilla o la crema de leche deben ser ecológicas para garantizar la calidad de las grasas; así evitaremos los tóxicos que se acumulan en las grasas de animales criados en ganadería intensiva.

La margarina no es una buena opción porque es un aceite líquido que se ha hidrogenado para conseguir una textura sólida parecida a la mantequilla. El problema es que el cuerpo se confunde y coloca esta grasa en membranas plasmáticas, donde debería estar una grasa saturada, que es más estable a la oxidación, lo que modifica la estabilidad de las células. Además, las margarinas aumentan el riesgo cardiovascular, hacen subir el colesterol malo (LDL) y disminuyen el bueno (HDL); y además aumentan la resistencia a la insulina.

La mayonesa si es casera podría ser una buena opción, pero si es comprada estará hecha con aceites refinados y lle vará aditivos.

Varios

En el cajón de sastre encontramos varias perlas, como aros de cebolla rebozados o pan frito. La joya de la corona es el puñado de frutos secos añadido a la ensalada y los cereales que no especifica que, hasta los tres años, debe ser triturado por un riesgo grave de ahogamiento.

La madre está muy preocupada porque tienen antecedentes de riesgo cardiovascular en la familia. A diario, en casa comen sano, sin azúcar y con poca sal; el fin de semana quizás hacen alguna excepción. Se muestra contundente: “No cambiaremos la dieta de casa, que es saludable, para comer peor.” Ahora mismo les da alimentos grasos, como aguacate y frutos secos, y también les ofrece más comida porque tienen más hambre y piden más.

Esta madre ha querido compartir su caso porque cree necesario que los pediatras se formen en nutrición, ya que son los que dan las recomendaciones: “Yo los tenía como un dios y, si cada vez que vaya tengo que contrastar la información para ver si lo que me ha recomendado está bien, me parece terrible “. Una vez más se constata que es necesario que haya dietistas y nutricionistas en la Sanidad.

SOY DENUNCIA

¿Tienes algún caso flagrante de recomendaciones dietéticas poco saludables en el ámbito sanitario? Aprovecha la plataforma de Soycomocomo para denunciar tu caso y así poder hacer fuerza para que en la Sanidad haya Dietistas y Nutricionistas. La alimentación tiene un papel fundamental en nuestra salud y es necesaria la presencia de profesionales formados en la materia.

Lluca Rullan
Lluca Rullan

Periodista y dietista integrativa

  @llucarullan   @llucarullan_dietista