Es una disciplina global que otorga una dimensión mucho más humana a la medicina y que introduce el concepto de empoderamiento de las personas en la conquista de su propio bienestar.
La PNIE es capaz de reunir a profesionales de campos diferentes –médicos, farmacéuticos, fisioterapeutas, nutricionistas, entre otros– y crea espacios interdisciplinarios donde todos, desde la especialidad de cada uno, trabajan con el objetivo común de mejorar la salud del paciente.
El enfoque holístico de la PNIE
La era cartesiana, así como el pensamiento filosófico occidental desde la época de Descartes hasta ahora, ha sido dominada por la metodología reduccionista, que separaba el cuerpo de la psique. Esto ha tenido, a partir del siglo XVII, una repercusión enorme en la forma de tratar la salud y la enfermedad.
La PNIE configura la posibilidad de ir más allá de la contraposición filosófica histórica entre la mente y el cuerpo. Surge con una visión holística del ser humano dirigida a lograr el bienestar individual de la persona y pone el foco de atención en la causa y no en el síntoma, en el reequilibrio y no en la cura, y en la persona y no en la enfermedad.
La PNIE pone el foco de atención en la causa y no en el síntoma, en el reequilibrio y no en la cura, y en la persona y no en la enfermedad
No es una terapia mística o una creencia, sino que es un modelo de terapia que se basa en estudios científicos que relacionan el sistema nervioso, el sistema hormonal, el sistema inmunitario y la esfera de las emociones. Combina toda la información para obtener una visión integral de la salud, y crear, así, pautas de prevención y mejorar la calidad de vida en enfermos crónicos.
La PNIE es una ciencia que interpreta y traduce las señales que genera el cuerpo y se basa en la idea de que cualquier alteración tiene repercusiones en todo el organismo, incluida la psique.
Es capaz de dar una respuesta racional a todo lo que sabíamos de forma empírica y que no podíamos demostrar con datos científicos.
Camino hacia la medicina integrativa
Una ciencia médica como la PNIE es una ciencia integradora que habla sobre la prevención y que trata de encontrar las causas de la enfermedad y no se limita a la ecuación “síntoma = medicamento”.
El interés creciente por las disciplinas integrativas indica que las personas ya toman conciencia de las limitaciones de la medicina convencional.
En los últimos cien años, la medicina occidental ha mejorado la calidad de vida de la población con muchos avances tecnológicos y conocimientos científicos nuevos, pero a menudo no ofrece respuestas a patologías crónicas o autoinmunes.
Además, la especialización y compartimentación excesivas de la medicina occidental provocan que se pierda la visión en conjunto de la persona, lo que genera una gran distancia entre el paciente y el terapeuta.
Las emociones son entidades físicas y biológicas
De acuerdo con la PNIE, hay una conexión entre el cuerpo y la mente que considera las emociones entidades biológicas y físicas que se plasman en el cuerpo en forma de signos y síntomas.
El sistema neuroendocrino, el inmune y el digestivo, que tiene un sistema nervioso propio, no son partes inconexas; al contrario, están íntimamente conectados a través de una gran red de receptores y moléculas que dialogan entre sí, funcionan como un todo unitario y son capaces de mantener la salud del organismo.
A través de sustancias como los neurotransmisores, las hormonas y las citocinas, las emociones tienen un impacto directo sobre el sistema inmunitario, sobre la capacidad de defenderse contra las enfermedades, contra el cáncer y modifican la capacidad de responder a una terapia.
Las emociones tienen un impacto directo sobre el sistema inmunitario y la capacidad de defenderse contra las enfermedades
La comunicación es bidireccional
Si cada experiencia, decisión, estado de ánimo, emoción y pensamiento tienen un efecto en los órganos, pasa también que una alteración en un órgano, como, por ejemplo, el tracto digestivo, se refleja en la esfera emocional. Este razonamiento ha permitido postular la hipótesis de que las señales nerviosas no solo desde el centro a la periferia, sino que la comunicación se produce en ambos sentidos.
Un problema como la disbiosis intestinal –que es una alteración de las colonias de bacterias que viven en el intestino, llamadas microbiota– puede llegar a modificar el comportamiento de los seres humanos, la energía, la memoria, la tendencia a tener depresión e incluso puede inducir a la obesidad, a la diabetes, a la intolerancia a los alimentos, a la sensación de fatiga crónica y a la aparición de enfermedades autoinmunes.
Hay estudios que indican que el intestino tiene una conexión directa con el sistema nervioso central a través de la serotonina, un neurotransmisor que se produce en el intestino en un 90% del total y que es el responsable del control del sueño, del apetito y del deseo de comer.
Además las citocinas proinflamatorias –sustancias de señalización que produce el sistema inmunitario ante una amenaza de un virus, una bacteria o una lesión– pueden estimular directamente la secreción de cortisol, la hormona del estrés, y generar alteraciones psicológicas.
¡El sistema digestivo es el segundo cerebro!
La psiconeuroinmunoendocrinología considera el sistema digestivo como un segundo cerebro y el cuidado de la microbiota intestinal es el pilar de un buen funcionamiento del cuerpo humano.
Se entiende perfectamente la importancia de la microbiota si sabemos que las bacterias que recubren la mucosa del sistema digestivo pesan un total de dos kilos, que estas bacterias superan en número a las células del cuerpo (tenemos 1,014 bacterias y 1,013 células humanas) y que la suma del material genético de estas bacterias es 150 veces mayor que el material genético de nuestro organismo.
Mantener saludable este ejército de bacterias intestinales es vital para digerir, absorber alimentos y eliminar sustancias tóxicas, medicamentos y hormonas
Se ha demostrado, por ejemplo, que las bacterias proteolíticas que habitan en el colon y que crecen excesivamente con una dieta alta en proteínas, generan sustancias enzimáticas que tienen la capacidad de sabotear el efecto desintoxicante del hígado.
Relación entre microbiota y enfermedad
Cada día, el hígado metaboliza sustancias tóxicas y hormonas y las elimina con la bilis. La bilis cargada con estas sustancias llega al intestino –a la parte del colon descendente–, donde encuentra el exceso de bacterias proteolíticas, culpables de volver a poner estas sustancias en la circulación sanguínea.
Si pensamos que muchos tumores, especialmente en las mujeres, dependen de las hormonas, entenderemos bien la importancia de tener una flora bacteriana saludable y equilibrada para permitir la eliminación de los metabolitos de las hormonas y evitar que un exceso en la sangre pueda causar alteraciones o enfermedades graves.
En el caso de los niños, que la madre haya tenido periodontitis durante los nueve meses de embarazo, haber nacido por cesárea o no haber recibido lactancia materna son causas de una mala programación del crecimiento de las bacterias del intestino y de una mayor tendencia a tener infecciones, problemas de la piel y problemas respiratorios a lo largo de la vida.
Sustancias tóxicas con actividad hormonal
La PNIE profundiza mucho en la importancia de la salud hormonal e intenta reducir el impacto de los disruptores endocrinos, que son sustancias que encontramos en productos de higiene, perfumes, maquillajes, detergentes y contenedores de plástico. Los disruptores endocrinos son perjudiciales, porque pueden estimular los receptores hormonales del cuerpo una vez ingeridos o absorbidos a través de la piel. Nuestro entorno está lleno de estas sustancias –como los parabenos, ftalatos, triclosán, entre otros–, y, por tanto, son muy difíciles de evitar. Su efecto tóxico se debe a las pequeñas dosis que diariamente acumulamos en el cuerpo.
El exceso de estrógenos y de disruptores endocrinos en la sangre intensifica la actividad del sistema inmunitario; esta es una de las razones de que haya más enfermedades autoinmunes, sobre todo en las mujeres.
La glándula pineal
Un papel fundamental en la regulación del sistema nervioso, endocrino e inmune es la glándula pineal, una pequeña glándula endocrina del cerebro que segrega melatonina y que modula la vida biológica del ser humano y el sueño, y que permite adaptarse bien al ciclo del día y de la noche. Es fundamental tener un buen descanso para tener una buena salud. Hay evidencias científicas que demuestran la relación entre el sueño y el dolor crónico, y viceversa: personas afectadas por dolor crónico con alteraciones del sueño. Si el sueño está ligado a alteraciones de la conducta alimentaria y el exceso de peso, el tipo de alimentos que consumimos también pueden alterar el sueño y el descanso.
La dieta es otro pilar importante en la PNIE
La dieta es un factor básico para prevenir o recuperarse bien de una enfermedad y para llegar a tener una vida larga, además del descanso, el control de las emociones y la actividad física. Una dieta rica en frutas y verduras, aceite de oliva, alimentos fermentados, fibra soluble, almidón resistente, probióticos y prebióticos ayuda a tener un buen equilibrio de la flora intestinal y a tener un sistema inmunitario más fuerte.
¿Qué se puede aprender a través de la PNIE?
La PNIE quiere entender la relación entre la psique, el sistema neuroendocrino y el sistema inmunitario; estudia los mecanismos a través de los cuales se origina un estado de malestar; mira de reconocer las alarmas que avisan de que el cuerpo está bajo estrés; da herramientas prácticas para alcanzar el bienestar; intenta crear el cambio necesario para transformar lo que está mal y ser responsables de la propia salud.
Mi experiencia con la PNIE
Durante más de veinte años, tuve migrañas constantes y la medicina convencional no me dio ninguna otra respuesta que no fuera una medicación para aliviar el dolor.
Hace cinco años contacté con un psiconeuroinmunólogo que entendió la causa de mis migrañas y les puso solución. No mejoraron solo las migrañas, sino también un problema de colon irritable que había arrastrado durante mucho tiempo. El colon irritable es una afección que tienen diez millones de personas en España.
Dos semanas después de haber cambiado la dieta, noté una mejora que nunca había experimentado antes. ¡No me lo podía creer!
Motivado por el resultado obtenido, no me detuve y empecé a estudiar nutrición y PNIE con el deseo y la seguridad de poder ayudar a muchas personas con problemas.
La PNIE no pretende sustituir las terapias médicas clásicas ni ser una alternativa, sino que sirve para aumentar su efectividad
Con esto, no quiero afirmar que la medicina convencional no funcione; todo lo contrario. Entendí que la PNIE no pretende sustituir las terapias médicas clásicas ni ser una alternativa, sino que sirve para aumentar su efectividad, para reducir su toxicidad y para mejorar la calidad de vida del paciente.
En concreto, la PNIE considera importante estudiar factores psicosociales como el estilo de vida, el descanso, el respeto de ciclos circadianos, la nutrición y el estrés. Si hay una mala gestión de estos factores, pueden aparecer enfermedades alérgicas, metabólicas, autoinmunes, degenerativas, y el organismo puede ser más susceptible a la aparición de enfermedades cardiovasculares y cáncer.
En realidad, si consideramos que todas las enfermedades son el resultado de una función alterada y progresiva del sistema nervioso, endocrino e inmunitario juntos, la PNIE puede ayudar a entender las causas y a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
El modelo de la PNIE, en definitiva, trata de humanizar la medicina mediante la comprensión integral del ser humano.
¿Dónde estudiar PNIE?
Uno de los máximos referentes de la PNIE en nuestro país es Xevi Verdaguer, que, aparte de aplicar sus conocimientos con pacientes en las consultas de Olot y Barcelona, también dirige, con Esther Pernarnau, el Máster en PNIE, que, desde hace doce años, organiza cada año en Barcelona.
El máster se dirige a profesionales de la salud y consta de 538 horas presenciales repartidas en 21 seminarios (hasta enero de 2021) en las que se incluyen más de cincuenta ponentes de renombre (expertos, docentes universitarios, médicos, nutricionistas, entre otros) con una nueva mirada sobre la salud, la enfermedad y la prevención.