La artritis reumatoide es una forma común de artritis. Se trata de una enfermedad crónica y degenerativa que causa inflamación en el revestimiento de las articulaciones, aunque en sus primeras manifestaciones se puede confundir con otras enfermedades, como lupus o artritis psoriásica.
De origen autoinmune, es un ataque del propio sistema inmunitario hacia tejidos sanos, en este caso hacia las articulaciones, a pesar de que también puede tener comportamiento extraarticular, es decir, llegar a dañar órganos periféricos.
Al ser autoinmune, se da por hecho que va a ser una enfermedad para toda la vida y que poco se va a poder hacer por mejorar la sintomatología más allá de medicarse, si lo recomiendan, y quedarse esperando a ver si hay resultados. De todas formas, es importante saber que la alimentación, entre otras cosas, puede ser una gran aliada y puede ayudar a reducir el dolor.
Síntomas de la artritis reumatoide
Los síntomas de la artritis reumatoide son, generalmente, inespecíficos y pueden variar bastante de una persona a otra, del mismo modo que pueden ser distintos de un día para otro.
Una persona con esta enfermedad puede pasar períodos de remisión relativa (esto quiere decir que, durante ciertos momentos, a pesar de seguir teniendo la enfermedad, el dolor y la hinchazón pueden disminuir bastante y casi llegar a desaparecer) combinados con períodos de agudización o brotes. De todos modos, en algunas personas la enfermedad se encuentra activa de forma continuada y empeora con el paso del tiempo.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes en la artritis reumatoide?
- Hinchazón o inflamación en las articulaciones
- Rojez o enrojecimiento
- Hipersensibilidad
- Ardor
- Dolor
- Rigidez o dificultad en la movilidad, sobre todo a primera hora de la mañana o tras un periodo de inactividad. Se suele reducir al reiniciar la actividad.
- Finalmente se puede producir destrucción del cartílago, tendones, hueso y ligamentos y deformar progresivamente las articulaciones.
Durante los brotes también pueden surgir otros síntomas como, por ejemplo:
- Pérdida de apetito y peso
- Estado febril
- Anemia
- Fatiga
- Nódulos reumatoides con dolor de cuello
- Hormigueo en manos y pies
- Dolor en el pecho o costados
- Sequedad en la boca
¿Cuál es el origen de la artritis reumatoide?
Actualmente se desconoce el origen de esta enfermedad; sin embargo, se sabe que el sistema inmunitario tiene un papel importante en su desarrollo, tanto en la inflamación como en el daño a las articulaciones.
El sistema inmunitario defiende al cuerpo de virus, bacterias y células extrañas. Así, cuando detecta alguna amenaza, se produce una reacción defensiva. Si el cuerpo está sano, se acaba neutralizando la amenaza y se combate de forma correcta. Sin embargo, cuando se padece alguna enfermedad autoinmune, las células, en lugar de atacar a quien deberían, acaban atacando a tejidos del propio cuerpo.
¿Qué factores pueden aumentar el riesgo de padecer artritis reumatoide?
- Sexo. Como ya hemos mencionado, las mujeres suelen tener más posibilidades de padecer y desarrollar enfermedades autoinmunes. De hecho, al parecer los estrógenos tienen cierto papel protector frente a la artritis reumatoide. Por ello, parece que tras el parto y la menopausia –cuando se reduce la actividad de estas hormonas–, aumenta el riesgo de desarrollo de la enfermedad.
- Edad. Puede desarrollarse a cualquier edad, aunque suele iniciarse entre los cuarenta y sesenta años.
- Genética. Al igual que en el resto de enfermedades autoinmunes, tener los genes aumenta la posibilidad de padecer la enfermedad, pero no es una sentencia definitiva.
- Estrés. Parece que existe relación entre el estrés crónico y el empeoramiento de la sintomatología en enfermedades autoinmunes. Así pues, es importante aprender a controlarlo y gestionarlo del mejor modo posible.
- Alimentación inadecuada. Alta en procesados y baja en nutrientes.
- Tabaquismo. Se ha asociado el consumo de tabaco a un mayor riesgo de padecer artritis reumatoide, sobre todo en caso de tener la genética en contra.
- Obesidad. Estar por encima de un peso saludable puede favorecer el desarrollo de la enfermedad; sobre todo, en mujeres.
- Factores medioambientales. La contaminación, la alimentación y el estilo de vida pueden tener gran importancia a la hora de desarrollar o no la enfermedad y del grado de esta.
- Virus y bacterias. Parece ser que algunos virus y bacterias pueden estar implicados en el desarrollo de la enfermedad en personas genéticamente predispuestas o agravar su curso.
¿Cómo se diagnostica la artritis reumatoide?
Para hacer un diagnóstico de la artritis reumatoide generalmente se aplica el método siguiente:
- Elaboración del historial clínico y realización de un examen físico. Para ello, el médico se fijará en los síntomas habituales como hinchazón, rojez, calor, movilidad de las articulaciones, nódulos, entre otros, y realizará preguntas para saber si el paciente tiene sensación general de rigidez especialmente por las mañanas.
- Analítica de sangre. Con especial atención a la presencia del factor reumatoide, anemia, velocidad de sedimentación globular media (VSG) o proteína C reactiva (PCR), ya que todas indican presencia de inflamación. También se realizarán pruebas inmunológicas para detectar anticuerpos frente a péptidos citrulinados.
- Rayos X/radiografías. Estas pruebas ayudan a ver si se ha producido daño articular de forma progresiva. Se observa la pérdida ósea en los márgenes de la articulación o la pérdida de cartílago articular.
¿Cómo se trata a un paciente con artritis reumatoide?
Actualmente parece que las enfermedades autoinmunes son para toda la vida y no tienen solución más allá de la medicación y el reposo, pero también es cierto que se pueden seguir ciertas pautas para ayudar a hacer más llevadero el proceso. En el caso de la artritis reumatoide, se recomienda lo siguiente:
- Tomar la terapia farmacológica recomendada.
- Dormir una media de 8 a 10 h.
- Realizar ejercicio físico de bajo impacto. La actividad física moderada realizada de forma habitual ayuda a fortalecer músculos y huesos, a reducir la fatiga, a aumentar la flexibilidad, entre otros beneficios.
- Dejar que el cuerpo repose lo suficiente y adoptar las posturas adecuadas durante este periodo. Evitar actividades con esfuerzos físicos elevados, que obliguen a estar mucho tiempo de pie o que incluyan movimientos repetitivos, sobre todo de manos.
- Dejar el tabaco, si se fuma, o reducir paulatinamente su consumo.
- Aprender a gestionar el estrés, ya que esta enfermedad tiene un gran factor psicológico que puede hacer que la sintomatología empeore.
- Mantener unos niveles adecuados de vitamina D. Es importante realizar una exposición constante de forma moderada.
- Mantener un peso adecuado. La obesidad y el sobrepeso pueden empeorar la sintomatología.
- Tener virus y bacterias bajo control. Del mismo modo, mantener una buena higiene dental, ya que parece que la principal bacteria responsable de la periodontitis tiene relación con la artritis reumatoide.
- Cocinar con utensilios que no obliguen a hacer fuerza con las manos.
- Someterse a intervenciones quirúrgicas en caso de ser necesario.
- Seguir una alimentación antiinflamatoria adecuada, ya que es un factor crucial que puede ayudar en gran medida a reducir la sintomatología.
El protocolo autoinmune: la alimentación antiinflamatoria en la artritis reumatoide
Detrás de todas las enfermedades autoinmunes hay un intestino dañado y, con un intestino en mal estado, es prácticamente imposible notar una mejora en la patología.
Además, con un daño intestinal también se puede ver afectado el estado de ánimo y tender a estados depresivos, ansiosos o estresantes; en definitiva, un pez que se muerde la cola. Así que uno de los aspectos principales que debería preocuparnos es mejorar la barrera intestinal.
El protocolo autoinmune se centra en eliminar los alimentos que puedan afectar a la barrera intestinal, pero también en incluir los que ayudan a mejorar su estado y reducir la inflamación. Del mismo modo, contempla otros aspectos que pueden llegar a ser igual de importantes en el caso de la artritis reumatoide, como la gestión del estrés.
Alimentos a eliminar en el tratamiento natural de la artritis reumatoide
De forma resumida en esta patología es importante eliminar:
- Gluten
- Solanáceas: tomate, berenjena, patata, pimientos, guindillas, bayas de goji…
- Lácteos
- Alimentos procesados
- Aceites refinados
- Azúcares/endulzantes (con excepciones)
- Alcohol
- Carne roja en algunas personas (no a todo el mundo le afecta del mismo modo)
Nutrientes a potenciar en el tratamiento de la artritis reumatoide
Por otro lado, existen una serie de alimentos y nutrientes con carácter antiinflamatorio que es importante incluir en la dieta para combatir esta inflamación. Entre otros hablamos de los siguientes:
- Alimentos altos en omega-3 que ayuden a reducir la proteína C reactiva (inflamación) y el desgaste del cartílago. Se trata de pescado como salmón, sardinas, anchoas, arenque, boquerones, trucha…
- Frutas y vegetales altos en vitaminas (sobre todo la C, gracias al papel que juega en la síntesis de colágeno y a la hora de reducir la inflamación) y minerales antioxidantes para ayudar al sistema inmunitario: frutos rojos, hojas verdes, crucíferas, manzanas…
- Vitamina K2. Para ayudar a fijar el calcio en los sitios correctos. Se encuentra en carnes o fermentados, por ejemplo.
- Grasas saludables: como el aceite de oliva virgen o el aguacate.
- Especias: especialmente las que ayudan a reducir la inflamación como la cúrcuma, el jengibre, el ajo…
- Fibra.
- Gelatina y colágeno. El caldo de huesos es una opción excelente en este tipo de patologías, ya que puede reducir el dolor articular, lo que mejora la calidad de vida.
Nadie debería convivir con dolor, pero, por desgracia, hoy en día, aún muchas personas se sienten perdidas e incomprendidas y se han acostumbrado a la idea de que van a sufrir dolor toda la vida. Pero esto no tiene por qué ser así. No hay porque despertarse cada día sin poder mover las manos o sentir ardor de forma constante. Y sí, podemos hacer cosas más allá de tomar la medicación para mejorar los síntomas. Por eso hemos relanzado la tercera edición del “Reto AIP”.
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¿Qué es el protocolo autoinmune?
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