Es habitual caer en el error de ver los alimentos como un número de calorías y la dieta como un equilibrio de sumas y restas sin tener en cuenta que la alimentación no es un juego; es nuestra fuente de salud principal.
De los alimentos obtenemos las sustancias que hacen que nos mantengamos sanos: los nutrientes. Las vitaminas, los minerales, los aminoácidos o los ácidos grasos son los auténticos motores del cuerpo y la alimentación se tiene que focalizar en asegurar que los obtenemos.
Reducir los alimentos a calorías es muy simplista y nos puede hacer cometer muchos errores. Un alimento bajo en calorías no es sinónimo de saludable; hay muchos productos alimentarios con pocas calorías que no aportan casi nutrientes, y que, en cambio, contienen aditivos y sustancias químicas que pueden alterar el equilibrio del cuerpo.
Somos una sociedad sobrealimentada pero desnutrida
Desde la revolución alimentaria, nuestra dieta ha sufrido un gran cambio: hemos aumentado el consumo de alimentos procesados ricos en calorías pero con poco valor nutricional, en detrimento de alimentos reales ricos en nutrientes.