La vitamina D es un micronutriente esencial que se absorbe en un 90% a partir de la luz solar (el 10% restante, a través de la alimentación) y, además de tener un rol fundamental en el sistema inmunitario, también clave para la fertilidad. No obstante, debido a la pandemia de COVID-19, una gran parte de la población mundial ha tenido que pasar por restricciones de movilidad y confinamientos, lo que ha disminuido el tiempo que pasamos expuestos al sol.
Si antes del confinamiento el 50% de la población mundial entre 18 y 60 años tenía déficit de vitamina D, actualmente este porcentaje puede haber subido hasta el 80%.
Un nivel adecuado de vitamina D favorece la calidad del tejido ovárico y del endometrio en las mujeres, así como la implantación correcta del embrión en el útero, además de favorecer un mejor desarrollo del esperma en los hombres.
Los niveles adecuados de vitamina D
El cuerpo la va almacenando como si fuera un depósito, por lo tanto una buena forma de controlar los niveles es con una analítica y, así, determinar su cantidad.
- Déficit vitamina D: <20 ng/mL (50 nmol/L). Hay más exposición a los rayos UVB del sol y suplementación. Esta carencia altera la mineralización ósea y provoca raquitismo en niños y osteomalacia en adultos.
- Insuficiencia de vitamina D: <40 ng/mL (100 nmol/L). En el límite de vitamina D.
- Niveles óptimos de vitamina D: 40-80 ng/mL (100-160 nmol/L). Se siguen unos hábitos alimentarios y de exposición solar correctos.
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) explica que el déficit en España, a pesar de la gran exposición solar disponible, se debería a la falta de aporte dietético de la vitamina y a que gran parte de la población española habita por encima del paralelo 35 (por lo que solo sintetiza la vitamina en primavera y verano). También añade que, en los países del norte de Europa, los niveles son mejores porque han suplementado la leche y otros alimentos con vitamina D para compensar la carencia.
La falta de vitamina D no solo afecta a la fertilidad, sino que expone a la mujer a un mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo. Puede generar hipertensión que acabe en preeclampsia o favorecer la aparición de diabetes gestacional o síndrome metabólico.
Está demostrado que un nivel de vitamina D inferior a 20 ng/ml da una tasa de embarazo más baja, sobre todo de embarazo clínico.
Lo que afecta principalmente es el riesgo de aborto, tanto en embarazo natural como a través de técnicas de reproducción asistida. Si comparamos mujeres que tienen niveles de vitamina D normales, con mujeres que tienen un déficit, las del segundo grupo tienen una tasa de aborto mayor.
Efectos en la fertilidad
La diana principal de la vitamina D es el endometrio (revestimiento interno de la cavidad uterina donde se implantan los embriones). La vitamina D favorece el proceso de implantación ya que promueve un estado de tolerancia inmunitaria local, necesaria para que el cuerpo de la mujer acepte el embrión. Otros efectos de la vitamina D en el organismo maternal incluyen la activación de algunos genes, cuya transcripción es importante para la implantación, y la estimulación del ovario para que produzca la hormona progesterona.
Además de la infertilidad y los fracasos en reproducción asistida, la insuficiencia de vitamina D contribuye a la patogénesis de diferentes enfermedades del aparato reproductor femenino: síndrome de ovarios poliquísticos, endometriosis, miomas uterinos, insuficiencia ovárica prematura. Varios estudios sugieren que la vitamina D podría disminuir el riesgo de diferentes complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto, tales como la preeclampsia, la restricción del crecimiento fetal, la diabetes gestacional y la depresión posparto.