Lo primero que nos viene a la cabeza cuando oímos hablar de la clorofila es el color verde, pigmento abundante en todas las plantas, frutas y verduras, indispensable para que puedan hacer la fotosíntesis. De lo que quizás no somos tan conscientes es de todas las propiedades beneficiosas que aporta al organismo.

La palabra clorofila viene del griego chlorós (‘verde’) y phyllon (‘hoja’), significa “hoja verde” y es la responsable de dar este tono en las plantas, además de ser clave, junto con la luz, a la hora de hacer el proceso de fotosíntesis, por el que se nutren los vegetales. De hecho, se asimila a “la sangre de las plantas”, ya que curiosamente su estructura molecular se parece a la sangre humana, con la diferencia de su átomo central, que en la hemoglobina está compuesto principalmente por hierro, y en la clorofila por magnesio.

Por esta asimilación, la clorofila nos puede ayudar a incrementar la calidad y la cantidad de glóbulos rojos y, por tanto, nos ayudará a oxigenar mejor el organismo, ya que la hemoglobina que contienen los glóbulos rojos es la responsable de transportar el oxígeno por todo el cuerpo.

Como todos los pigmentos vegetales, la clorofila tiene un gran poder antioxidante que ayuda a combatir los radicales libres y el envejecimiento, así como también a disminuir la inflamación. La inflamación sistémica puede ser causa de muchas patologías modernas; por tanto, si conseguimos disminuirla, favoreceremos en gran manera nuestra salud.

El sistema inmunológico también se beneficiará, ya que lo fortaleceremos y le ayudaremos a actuar con más eficacia.  

Además, la clorofila también tiene la capacidad de ayudarnos a eliminar metales pesados ​​y residuos del cuerpo, como por ejemplo el mercurio. Tiene la capacidad de unirse a ellos y moverlos para eliminarlos. Así, también se aconseja para limpiar el colon ya que, entre otros, promueve la proliferación de flora bacteriana buena.

Ah, ¡y un dato curioso! ¿Sabíais que la clorofila también puede actuar como desodorante interno? ¡Tal y como lo oís! Fue un descubrimiento de los años 40-50, cuando vieron que el uso tópico de clorofilina tenía efectos desodorantes en las heridas y, posteriormente, vieron que, administrada oralmente, también ayudaba a disminuir el olor fecal. Por ello, la clorofila también está indicada para adolescentes y todas las personas con un olor corporal fuerte o mal aliento.

¿Dónde encontramos la clorofila?

La clorofila se encuentra abundantemente en vegetales y plantas y, de hecho, es el pigmento que aporta el color verde a la mayoría de ellos. La podemos encontrar en todas las hojas verdes como espinacas, acelgas, canónigos, rúcula, lechuga, perejil, cilantro, menta, albahaca, brócoli, diente de león, coles, alcachofas, apio, espárragos verdes, germinados (como los de alfalfa), judía verde… así como en todas las hojas de hortalizas, como las de zanahoria, rábanos o coliflor, entre muchas otras. Cuanto más oscuro sea el verde de la planta, más cantidades de pigmento tendrá.

Las algas, especialmente la Chlorella y la espirulina, son los alimentos que más la contienen, y una manera fácil de incorporarlas a la alimentación es en polvo. Las podemos añadir en batidos o incorporar en salsas o vinagretas.  

Al consumir estos vegetales ricos en clorofila, debemos tener en cuenta que se trata de un pigmento termolábil, es decir, que con la temperatura tiende a eliminarse con facilidad. Por ello, es preferible tomar los vegetales de hoja verde crudos o poco cocinados (como, por ejemplo, escaldados) para conservar sus propiedades al máximo. Además, también es sensible a la luz y al contacto con el aire, por lo que hay que conservar los vegetales en fresco, pero sin dejarlos demasiados días en la nevera y, una vez lavados y pelados, comerlos tan pronto como sea posible.

Otra manera de consumir clorofila es en forma de complementación natural, ya que nos aseguraremos grandes cantidades que serían imposibles de ingerir con la alimentación y no hay cantidad máxima recomendada por riesgo de intoxicación. Sólo por poner un ejemplo, una botella de clorofila liquida equivaldría a siete kilos de espinacas o a diez kilos de lechuga.

El distribuidor Solaray nos presenta diferentes complementos alimenticios ricos en este pigmento tan maravilloso:

  • Chloropyll comprimidos: uno al día nos aporta 100 mg de clorofila.
  • Chloropyll líquido: una cucharada (15 ml) al día.
  • Cleansing Green: contiene una mezcla de cinco superalimentos verdes (espirulina, brotes de alfalfa, jugo de brotes de trigo, germinados de cebada y manzana verde) y de tres supervegetales (brócoli orgánico, kale y espinacas); además aporta fibra y enzimas.