El sistema nervioso autónomo simpático se activa de manera más intensa cuando el organismo detecta que su equilibrio interno corre riesgo de sufrir variaciones, como puede ser haciendo ejercicio intenso, una agresión, el estrés, etc. En cambio, el sistema nervioso autónomo parasimpático estimula todas las actividades que se dan en condiciones normales con el objetivo de asegurar el bienestar a largo plazo, como, por ejemplo, el proceso de la digestión.

Se ve, pues, que ambas divisiones del SNA actúan en situaciones opuestas, de forma que no pueden activarse a la vez. Es por eso que se acostumbra a decir que no es nada recomendable recibir una mala noticia mientras estamos comiendo.

De manera fisiológica –ante una situación aguda de estrés que ha activado el SNA simpático–, el organismo tiene la capacidad de responder de manera eficiente, y recuperar la homeostasis interna. No obstante, el estrés se considera patológico cuando está presente de manera crónica o cuando el cuerpo presenta una tendencia intrínseca hacia la activación del SNA simpático.

En la actualidad, el estrés crónico está presente en la gran mayoría de la población, ya sea por factores personales o laborales, y es un factor de riesgo tanto en la etiología como en la progresión de un gran número de enfermedades: depresión, ansiedad, enfermedades cardiovasculares, enfermedades inflamatorias intestinales, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes, etc.

El estrés es un factor de riesgo en la etiología y progresión de un gran número de enfermedades

Las terapias para revertir el estrés están cada vez más vigentes. El uso de hierbas medicinales como adaptógenos tiene un resultado potencialmente beneficioso a la hora de prevenir la morbilidad inducida por el estrés. Los adaptógenos son definidos por muchos investigadores como una categoría de sustancias que ayudan al organismo humano a adaptarse tanto al estrés fisiológico como al psicológico, y normaliza sus funciones corporales. La capacidad de adaptación, evolutivamente, se correlaciona con la capacidad de la especie humana para sobrevivir, y forma, así, la base del valor de los adaptógenos para la salud humana.

A pesar de sus propiedades favorables, como dice David Winston, fitoterapeuta registrado en la American Herbalists Guild y fundador de Herbalist&Alchemist, los adaptógenos no son “fármacos maravillosos”, tienen beneficios y contraindicaciones y, ni mucho menos, están diseñados para sustituir los fundamentos de la salud. Estos productos pueden ser muy útiles para ayudar a las personas que sufren una situación de estrés agudo o crónico, siempre y cuando también se aconseje tener una alimentación saludable y hacer ejercicio físico, por ejemplo. Julia del Río, socia fundadora de Cien por Cien Natural, recuerda cuando Marga, ex comercial de la empresa, le recomendó a Aitor probar el Antiestrés Natural, un producto especialmente formulado como apoyo al manejo del estrés y ayudar a la relajación sin crear estados de somnolencia. Reúne tres de los adaptógenos más reconocidos y versátiles (schizandra, eleuterococo y rodiola) a parte de avena y melisa para relajar.

Aitor tiene uno de los trabajos más estresantes que hay: es broker en la bolsa y años atrás estaba sometido a un gran estrés y no lo sabía gestionar. Empezó con Antiestrés Natural y le fue tan bien que lo recomendó a sus compañeros de trabajo y corrió como la pólvora. Julia recuerda mucho aquel episodio y también el de una pareja que vivía con la madre de ella: la tensión entre suegra y marido era tan grande que el marido empezó a tomar Antiestrés; le fue tan bien que su suegra también tomó.

Formulaciones de hierbas

Existen diferentes formulaciones de hierbas que actúan como adaptógenos, y las principales plantas que las componen son:

  • Rodiola: planta de la familia de las crasuláceas que se caracteriza por presentar efectos cardioprotectores, antioxidantes, antifatiga, antidepresivos, para estimular el sistema nervioso central, y proteger del estrés, entre otros. Sus capacidades terapéuticas ya se conocen desde tiempos remotos.
  • Schizandra: esta planta es muy utilizada en la medicina china como protectora del hígado. Contiene lignanos, unas sustancias fitoquímicas –resultantes de su metabolismo secundario– que estimulan el sistema inmunitario y producen un efecto sedante, lo que mejora la tolerancia al estrés. También estimula el sistema nervioso central, lo que contribuye a la claridad mental y a mejorar los estados depresivos.
  • Aswandanda: utilizada desde hace miles de años en la medicina ayurveda (India), esta planta es muy adecuada para proporcionar energía y vitalidad al organismo. Es un buen recurso para combatir la fatiga crónica y mejorar los casos de anemia, entre otros.
  • Ginseng: el ginseng es muy utilizado para reducir la fatiga y potenciar el sistema inmunitario, pues es una planta que ha demostrado tener acciones antibacterianas, antifúngicas y antivíricas
  • Ginseng siberiano: esta variedad fue muy utilizada después del accidente de Chernobyl para disminuir los efectos de las radiaciones. Es también característico por mejorar los posibles efectos secundarios de la menopausia o desajustes hormonales que alteran el ciclo menstrual.
  • Ginseng coreano: esta variedad destaca por el hecho de mejorar la circulación sanguínea, lo que previene los casos de anemia y estabiliza la presión arterial. También ha demostrado tener efectos positivos a la hora de detener los casos de diarrea.
  • Bayas de goji: a pesar de no considerarse exactamente un adaptógeno, las bayas de goji son todo un regalo por el organismo. Su capacidad antioxidante es insuperable, además son fuente de aminoácidos, vitamina C y son muy recomendables para estimular el sistema inmunitario, así como la detoxificación renal y hepática.