La consistencia, forma y olor de las heces nos dan pistas para saber si este proceso se ha realizado correctamente o no. ¿Cómo deben ser las cacas? Deben tener forma cónica, ser de un color entre amarillo pálido y marrón oscuro –aunque dependerá de lo que se haya comido entre 16 y 24 horas antes–, no deben quedar pegadas en el inodoro y el culito no se ha de ensuciar. Diremos que un niño está estreñido cuando disminuye el número de veces que hace caca, o cuando las heces son duras y hay dificultad para evacuar o duele. No se puede establecer las veces que se debe hacer caca, porque depende de la edad y de cada niño, pero sería deseable entre una y tres veces al día a partir de los dos años. Antes de hablar de las causas, me gustaría contar cómo funciona el último tramo del intestino. La motilidad del colon (el intestino grueso) depende de una organización muy compleja en la que la efectora es la musculatura involuntaria (músculo liso). El final del colon, que llamamos recto, tiene un esfínter formado por el esfínter anal interno (músculo liso e involuntario), responsable en un 80% del tono del esfínter, y el esfínter externo (músculo estriado y voluntario), que permite contraer el recto de manera voluntaria.

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El recto tiene el papel de reservorio de las heces. Sus fibras viscoelásticas le dan capacidad de adaptarse a un volumen importante y, a través de unos receptores nerviosos, transmite el deseo de defecar. Así pues, la distensión del recto origina el deseo que provoca la descarga con la relajación del esfínter anal interno. La contracción voluntaria del esfínter anal externo permite mantener la continencia hasta que desaparezca el deseo de hacer caca; entonces aparece la retención. La relajación del esfínter anal interno (RAI) es innata; en cambio el reflejo anal voluntario (RAV) es adquirido y, por tanto, aprendido (normalmente a partir de los 2 años). Así pues, diremos que la defecación comienza con la sensación de deseo producida por la distensión de la pared del recto que se produce a través de conducciones nerviosas con la relajación del esfínter anal interno.

¿Por qué aparece el estreñimiento?

De causas hay muchas pero el resultado es la acumulación y/o retención de heces, que se vuelven duras, secas y anchas y producen la distensión del tono del recto, donde se acumulan. El niño no tiene la sensación de tener el recto lleno y no siente la necesidad de evacuar. Cuando lo hace, le duele y esto cronifica el círculo. Hay tres períodos en los que el niño es más susceptible: fase de destete, retirada del pañal, comienzo de la escuela.

La alimentación. Mal hábito dietético

. Un exceso de alimentos refinados, enlatados, comer siempre restos de la nevera, congelado o envasado –que conlleva carencia de nutrientes. . Un exceso de sal (snacks), cereales refinados, carne, quesos o horneados y falta de fibra hará que las heces sean demasiado secas y poco hidratadas. . Un exceso de refinados, lácteos blandos, yogures, chocolate, dulces, bebidas azucaradas hará que el intestino se hinche con demasiados gases y pierda tono. Lo ideal es hacer una alimentación equilibrada a base de cereales integrales, que nos aportan mucha fibra (*), legumbres, verduras del tiempo, frutas y frutos secos. Si el hábito alimentario es muy malo no será fácil cambiar, pero poco a poco debemos lograr el equilibrio para recuperar el intestino de una forma más fácil. Mientras entrenamos el nuevo hábito, podemos ayudar al niño con más biota natural (pickles) o bien complementar. También es importante mejorar el desorden en el horario, defecar cada día, masticar bien y sobre todo no forzar a comer si no hay hambre. También se debe evitar picar entre comidas.

La ingesta de fibra adecuada (ver tabla *)

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Las emociones: el estreñimiento emocional

El papel de las emociones es muy importante porque los intestinos tienen cierta analogía con el cerebro. La medicina tradicional china dice que el aparato digestivo es nuestro segundo cerebro; por tanto, su salud influye en el sistema nervioso. Las emociones son energía y se manifiestan físicamente en los intestinos; así, las emociones tóxicas irritan el intestino y las emociones agradables permiten recuperar su funcionamiento y equilibrio. Se ha demostrado que una gran parte de la serotonina del organismo está vinculada a las células nerviosas que controlan el aparato digestivo; por eso después de una buena comida nos sentimos relajados. ¿Dónde sentimos las emociones? En la tripa. Es frecuente que el niño se queje de la tripa cuando está nervioso por algo o tiene problemas emocionales (no digiere bien las emociones): el inicio del curso escolar, la pérdida de un familiar o mascota, un cambio de casa, el nacimiento de un hermano, el proceso de separación de los padres, los gritos en casa … Todo lo que le hace sentirse inseguro crea estrés y puede influir en el acto de defecar: no querer soltar, encerrarse en sí mismo, el miedo… muchas veces se materializa en estreñimiento. Por ello, si pensamos que la alimentación de nuestro hijo es adecuada, debemos estar atentos y averiguar qué le pasa, qué le da miedo.

Si pensamos que la alimentación de nuestro hijo es adecuada, debemos estar atentos y averiguar qué le pasa, qué le da miedo.

Otro momento muy importante es la retirada del pañal. Si lo hacemos sólo porque nos lo dicen en la escuela, pero el niño no está preparado para ello, puede haber un estreñimiento muy severo. Es una etapa de cambio, un paso adelante a la hora de hacerse mayor y responsable, y a veces esta exigencia de control cuando no se está preparado da miedo, y ese miedo a que se le escape o a no saber controlar, hace que voluntariamente cierre el esfínter y comience el círculo vicioso (dolor, miedo, negativa a defecar). La salud del aparato digestivo es muy importante no sólo para todos los nutrientes que ingerimos, sino para mantener correctamente la flora intestinal, tan necesaria para digerir bien. Sólo un 5% del estreñimiento infantil tiene causa orgánica-enfermedad celíaca, fibrosis quística, enfermedades neurológicas, entre otras-; el resto está vinculada a una mala alimentación o a circunstancias mentales y emocionales. El niño debe enfrentarse al mundo y debe aprender a gestionar las emociones. Los padres juegan un papel muy importante en los momentos de cambio manteniendo la calma y entendiendo que forma parte de su proceso de evolución. Debemos ayudarles a digerir bien el proceso. Si se lo explicamos, les hablamos de lo que sentimos y de lo que pasa, lo digerirán mucho mejor.

bonamusa-200Anna Bonamusa Ventura
Pediatra homeópata. Profesora de alimentación consciente.
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