Evolución del feto

Durante la semana 1 el bebé todavía no se ha empezado a formar. ¿Por qué hablamos, pues, de semana 1? Pues porque es extremadamente difícil saber el día en el que el espermatozoide fecunda al óvulo (pensad que el esperma puede haber estado dentro del cuerpo de la mujer varios días hasta que el óvulo ha decidido acogerlo); lo que sí sabemos seguro es el día de la última menstruación, un día que servirá como fecha de partida para empezar la cuenta atrás de las fantásticas cuarenta semanas que dura un embarazo.

Aunque no hay feto, la mujer ya puede empezar a preparar el cuerpo nutricionalmente para que, una vez haya tenido lugar la concepción, el cigoto (el óvulo fecundado) pueda disfrutar de todos los elementos que requiere.

Nutrientes imprescindibles durante el embarazo

Alimentos ricos en ácido fólico: legumbres, verduras (para aprovechar el ácido fólico que contienen interesa no cocerlas mucho rato porque las vitaminas hidrosolubles son muy inestables a altas temperaturas), frutas, cereales integrales, frutos secos, semillas oleaginosas.

Alimentos ricos en yodo: algas, pescado y marisco.

Alimentos ricos en hierro: algas (especialmente, la dulse), verduras verdes y de hoja (brécol, puerro, escarola…); legumbres (sobre todo las lentejas), semillas oleaginosas (básicamente, las de calabaza) y pescado azul.

Alimentos ricos en calcio: algas, verduras verdes (ligeramente cocinadas), semillas de sésamo y de girasol, frutos secos (especialmente almendras y nueces), legumbres (sobre todo los garbanzos), pescado…

Alimentos ricos en DHA: algas, pescados azules, semillas de cáñamo, semillas de lino, semillas de chía, jalea real.

Alimentación de la madre

Es importante seguir una buena alimentación y sobre todo no tener déficit de ciertos nutrientes, a lo largo de todo el embarazo, como son el ácido fólico, el calcio, el hierro y el yodo, y también ácidos grasos omega-3, especialmente el DHA. Normalmente se acostumbra a recomendar un complemento multinutriente que contenga 400 mcg de ácido fólico y, cada vez más médicos recomiendan también 200 mcg de yodo. ¿Por qué? Por un lado, el ácido fólico es fundamental para prevenir defectos en el tubo neural. Tenemos que tener en cuenta que la médula espinal y el cerebro se desarrollan a partir del tubo neural, 28 días después de la fertilización. Los defectos en el tubo neural más comunes son la espina bífida y la anencefalia. Por otro lado, el ácido fólico ayuda a producir células sanguíneas cruciales para el rápido crecimiento que experimentan tanto la placenta como el feto.

Recientemente, también se ha visto que el yodo tiene un papel fundamental a la hora de sintetizar correctamente la hormona tiroidea, básica para que el cerebro se desarrolle convenientemente.

Importante: pensar por adelantado

Cuando una mujer decide que quiere tener un bebé, tiene que prepararse; es decir, cuidar la alimentación, mantener un peso adecuado según la altura y la composición corporal, adoptar un estilo de vida saludable, tomar un multinutriente específico para la ocasión con 400 mcg de ácido fólico y no ingerir sustancias tóxicas como drogas, alcohol, tabaco, etc.

Si es verano: interesa comer verdura y fruta de temporada y ecológica; beber bastante líquido, ya sea en forma de agua, infusiones frías y caldos de verduras; condimentar los platos con algas y aportar a cada comida una cucharada de semillas oleaginosas; incrementar el consumo de germinados, puesto que contienen una gran cantidad de nutrientes que pueden beneficiar a la futura madre.

Si es invierno: interesa comer verdura y fruta de temporada y ecológica; consumir verdura de raíz (zanahoria, nabos, chirivías…), ya que contiene más minerales, básicos para esta nueva etapa que empieza la mujer y que deberá tener en cuenta a lo largo de todo el embarazo; incorporar el hábito de preparar caldos o sopas de miso, que son muy remineralizantes…

Atención: La información ofrecida en esta sección es genérica –tanto sobre la evolución del feto, como sobre la alimentación de la madre y la complementación nutricional. Para tener un asesoramiento directo, se recomienda consultar al ginecólogo o bien a un nutricionista especializado.