El Ministerio de Sanidad ha llegado a un acuerdo con 400 empresas de la agroindustria para reducir en un 10% el azúcar, la sal y las grasas saturadas de 13 grupos de productos –no podemos llamarlos “alimentos”– que siempre han tenido una receta cargada de azúcares y que, por ello, gustan tan organolépticamente y generan adición. La medida está pensada para mejorar los productos procesados que a menudo ocupan una parte demasiado importante de nuestra dieta y que no deberían ser de consumo habitual. En esto, el anuncio del Ministerio se queda a medias, porque tal y como explica el pacto con grandes empresas, debería advertir que estos productos no forman parte de la dieta mediterránea, que como Ministerio no recomienda comerlos y que han ser de consumo excepcional. Pero todo esto no se dice, para que la industria no se enfade, supongo.
Las medidas populares contra el azúcar –que por fin se ha entendido que es uno de los grandes males en la alimentación actual– deben ir acompañadas de más programas de educación alimentaria, cambio de hábitos y cambio de paradigma; es decir, se debe hacer entender a la población que no debemos valorar los alimentos a partir de las calorías, que hay grasas que son muy buenas y que ayudan a perder peso y que la obesidad, que tanto nos preocupa a todos, no solo llega por el azúcar sino por el consumo excesivo de productos procesados, de los falsos alimentos light, de las falsas promesas de tantos productos que compramos en la gran distribución, de la ausencia de una asignatura de nutrición en el educación primaria y secundaria, obligatoria y estructural vinculada a la salud pública, a la preservación del planeta y el medio ambiente, entre otros.
El plan también prevé esta reducción de sal, azúcares y grasas saturadas en empresas de catering que ofrecen comida a escuelas y hospitales. ¡Aleluya! Ahora bien, por coherencia, que primero dejen de dar galletas y colacao para desayunar a los pacientes y ofrezcan comida real y no procesados.
Sin embargo, lógicamente, es una buena noticia que se obligue a que los procesados sean menos malos.
¿Cómo se reducirá la sal y el azúcar de los alimentos?
- SAL: se propone que se reduzca un 14% de sal en patatas fritas, un 16% en productos cárnicos y un 10% en salsas como la salsa de tomate. Recordad que las bolsas de patatas tienen entre 1,5 y 2,5 gramos de sal por cada 100 gramos de patatas y que la OMS recomienda consumir, como mucho, 2 gramos de sodio al día. Recordad que si compramos un bistec y pedimos al carnicero que nos haga carne picada con él, no añadiremos ni sal ni conservantes y aquella carne será pura. Recordad también que la salsa de tomate se puede hacer en casa triturando tomates y que no es necesario añadir sal ni azúcar. Una sugerencia: si a vuestros hijos les cuesta comer verdura, mezclad la salsa de los tomates con boniato al horno aplastado. Es lo que en Soycomocomo llamamos “falsa salsa de tomate”, y a los más pequeños les encanta comerla con arroz, pasta o albóndigas. Considerad además que las salsas de bote lo que llevan es sobre todo azúcar. Hay alguna marca blanca que tiene hasta 37,5 gramos de azúcar por bote de tomate, es decir, el equivalente a 9,4 terrones de azúcar.
- GRASAS SATURADAS: se reduce un 10% en aperitivos y platos preparados, y un 5% en bollería y derivados cárnicos.
- AZÚCARES AÑADIDOS: el acuerdo prevé que las empresas adscritas reduzcan un 5% del azúcar en bollería y un 10% en néctares y zumos de fruta y bebidas refrescantes. Una miseria si tenemos en cuenta que partimos de alimentos que a menudo superan los 15 gramos de azúcar por 100 gramos o mililitros del producto y que cualquiera de estos procesados debería tener, como mucho, 4 o 5 gramos de azúcar por cada 100.
Está muy bien que por fin el Ministerio ayude a hacer prevención, ya que el azúcar es el origen de muchas de las enfermedades más graves del siglo XXI. Ahora bien, los animo a ir más allá y a prohibir a estas empresas que puedan vender productos que sobrepasan tanto las cifras de aditivos que podemos asegurar que son alimentos tan nocivos como el tabaco y que nos hacen enfermar. Sin peros.
Reducir un 5% de productos con 30 o 40 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto es absolutamente insuficiente. Si consultáis la web de sinazucar.org veréis ejemplos de productos demenciales, hechos para abaratar el coste de fabricación, ya que la sal y el azúcar son muy baratos, y así enriquecerse a costa de nuestra salud. Por lo tanto, a la larga, tenemos que poder prohibir que se fabriquen según qué cosas. Estoy segura de que vamos a conseguirlo.