Escoge un champú natural según tus necesidades:
-Para un pelo con problemas de caspa: enebrina, jengibre y limón, árbol de té, corteza de saúco.
-Para un pelo seco: acacia, ginkgo, bambú, raíz de moringa, bambú, proteínas del trigo.
-Para un pelo grasiento: melisa, jengibre y limón, arcilla verde, vinagre de romero, jojoba.
-Si lo quieréis más relucientes: caléndula, leche y miel, jojoba.
-Para un pelo fino y con poco volumen: ginkgo y cafeína, miel y cerveza, goji.
-Con un champú natural podéis enjuagar el pelo cada día, aunque quizá sería ideal encontrar uno que regule la secreción de grasa del cuero cabelludo para no tener la necesidad de hacerlo.
¿Qué ponen los fabricantes de cosmética a los champús para lograr aquella espuma tan deseada por muchos consumidores? Principalmente, Sodium lauryl sulfate (SLS) y Sodium laureth sulfate (SLES). ¿Son ingredientes realmente buenos para el pelo o debemos desconfiar?
Según nos cuenta Cristina Soler, responsable técnico de cosmética Cattier y Jasön, de la empresa Natur Importe, “tanto el SLS como el SLES son buenos desgrasantes y espumantes que se utilizan sobradamente en los champús convencionales por su alta eficacia y su buen precio, pero pueden resultar irritantes para la piel y también para los ojos. En el caso del SLS, es, además, sospechoso de ser un tóxico ambiental, y el SLES, si bien es menos irritante para la piel y los ojos, no es deseable por las evidencias existentes sobre su toxicidad en el ser humano”.
Las alternativas, según Cristina Soler, acostumbran a ser mezclas de azúcares vegetales, como la sustancia conocida como Decyl glucoside; derivados de ácidos grasos procedentes del coco, como es el Sodium cocoamphoacetate, y otros sulfatos de origen natural como el Ammonium lauryl sulfate o el Sodium coco sulfate.
Y una vez ya conocemos todos estos ingredientes, el siguiente paso es saber qué requisitos debe tener un champú natural para ser el escogido. Es importante, por lo tanto, que no contenga SLS, parabenos, ftalatos o aceites minerales, y que, por supuesto, sea un champú que nutra e hidrate el pelo y el cuero cabelludo, siempre respetando el equilibrio natural.
Y si estamos enganchados a un champú convencional y nos decidimos a dar el paso, Montse de las Fuentes, del departamento de comunicación de la empresa Naturcosmetika, nos comenta que “al pasar hacia un champú natural, lo primero que notaremos es que realmente hace menos espuma mientras nos lavamos la cabeza”. También comenta que quizá no se nota el pelo tan suave por la falta de siliconas y parafinas. A pesar de ello, después de casi tres semanas de utilizar un champú natural, el pelo recupera el brillo, el volumen y la suavidad propios, ya que logramos equilibrar la función natural de la raíz del pelo y el cuero cabelludo.
Champús como los de Jasön, Cattier, Logona, Santé, Neobio, son algunos de los que encontraremos con estos requisitos.