El Green Spot llega fruto de una casualidad. La propietaria del local, situado en la Barceloneta, es vegana y les dijo que, si ponían allí un restaurante, no podría entrar ningún animal muerto, ni tan solo cuero. Al principio, Tomàs entró en choque, porque se habían imaginado abriendo un restaurante en la Barceloneta y ofrecer alguna gamba o un poco de pescado. Sin embargo, con el paso de los días, pensó que era el momento. La mujer de Tomàs, Paula Ospina, que dirige el restaurante, es vegetariana y “en casa, también Tomàs come menús vegetarianos y ligeros, y le gusta mucho comer así”. Como, además, hay una corriente cada vez más clara de gente vegetariana, decidieron dar el paso. A pesar de todo, si la propietaria no hubiese exigido que el restaurante fuera vegano, quizá no se habría atrevido.
De todas formas, “no queríamos encuadrarnos en el típico restaurante vegetariano que, a veces, es monótono y aburrido, y los espacios parecen un comedor escolar. Queríamos hacer un restaurante divertido, como todos los otros de la compañía. No queríamos hacerlo flexiteriano, pero tampoco vegetariano extremo. Y aquí el mundo de la verdura es esencial”.
Paula Ospina, que ahora está embarazada, continúa descubriendo el infinito mundo de los vegetales; ahora con las algas marines, por ejemplo. ¡Y con las cocciones y el sabor! “Queríamos que todo fuera sabroso!” ¿Cómo lo hacen? Pues con unas croquetas de berros, zanahorias orgánicas con salsa mexicana, verduras a la leña con yogur y tahina, carpaccio de colinabo, espirulina, pistachos y vinagreta de tamarindo, coliflor rebozada, quesadilla de kimchi o pizzas! Las hacen de carbón activado, muy de moda en Italia y en todo el mundo.
Para cuidarnos en el día a día está el bol macrobiótico ecológico, pero la mayoría de platos son alegres y las verduras se presentan de formas muy diferentes.
Al frente de los fogones están Marcelino Jiménez y Yelel Cañas, que, con Julia Kleist, especialista en cocina vegetariana, han creado más de treinta-cinco platos que, además, varían según la temporada. En la carta hay inspiraciones japonesas, indias, mexicanas, árabes y asiáticas, como por ejemplo el hinojo asado con ají y naranja, que da un punto picante a un vegetal tan suave como el hinojo.
Pero es que, además, el Green Spot ha tenido la habilidad de hacer un compendio de las recetas más sanas de cada cultura: que en una sola carta haya crema de lentejas thai, san choybao (rollitos de lechuga) de tofu y setas, muhammara (una especie de romesco) servida con crudités o dolmades (hojas de parra) griegas de quinoa roja es todo un acierto. Aparte de las rarezas como el ficoide glacial, de Canarias, conocido también como hierba helada que incorporan en una de las ensaladas.
En las ensaladas no faltan verduras como la col kale, la levadura de cerveza acompañando verdes, los arándanos secos en la ensalada de colinabo, cereales como la quinoa e ingredientes como el coco y el plátano a las tortitas de avena. Aparte, veréis que muchos de los comensales acompañan comida o cena con zumos verdes y no tan verdes, como el de remolacha. De hecho, están los zumos estándar, y también hay una selección de shots, de chupitos de zumos verdes, si no se desea un zumo entero, elaborados con presión en frío. La originalidad de casar verduras, diversión y mezclas sorprendentes incluso llega hasta los postres, entre los que el rey es un crumble de ruibarbo, fresa y salsa de vainilla exquisito. No hay bebidas con gas como las típicas de cola, ni tampoco microondas. En cambio, hay algunos vinos bio.
Los cereales, la levadura, las legumbres, etc., los compran En Casa Perris, en el Born. En Green Spot no es todo orgánico, pero hay platos que sí que lo son y están explícitamente anunciados.
El Green Spot se encuentra en la remodelada calle Xifré, en la que hace unos años había los famosos basar de electrodomésticos. El arquitecto brasileño Isay Wenfield es el responsable de la reforma del local, que combina madera, terracota, cobre y lino y tiene un jardín central interior que da mucha calidez al restaurante. El Green Spot no tiene menú diario y el precio medio es de 25-30 euros para comer y cenar.