La botella de agua. El platito, el vaso y los cubiertos de los niños. Las cantimploras. Las bolsas del súper. Los envoltorios de los alimentos. Todo es de plástico. Es un fenómeno de los últimos tiempos, porque nuestros abuelos, y también padres, utilizaban botellas de vidrio para los líquidos que consumían. Aquel vidrio se devolvía una vez terminado. ¿Parece un sistema antiguo? Para los países norte-europeos no lo es, porque todavía lo siguen haciendo. Como también devuelven los plásticos en unas máquinas de los supermercados que les devuelven céntimos o vales consumibles en los mismos establecimientos.
Atreveos a dar el paso. Sin plástico se vive mejor. ¿Por qué? Por muchos argumentos.
- No se puede reciclar. Una vez lo hemos utilizado, se estará miles de años como residuo, por lo que se puede decir que los plásticos que utilizamos hoy pervivirán durante muchas generaciones futuras.
- La materia prima con la que se hace el plástico es el petróleo, una fuente no renovable, y justamente por ello es una de las más contaminantes.
- Los plásticos se componen de una matriz polimérica y de una serie de aditivos (ablandadores, estabilizantes, lubricantes, blanqueadores, plastificantes) que sirven para adaptar los plásticos a los diferentes usos. Los aditivos pueden abandonar la matriz polimérica y contaminar los alimentos, tal como asegura el periodista y escritor César Barba, autor de los libros Ecología doméstica (Ed. Salvat) y Mamá, quiero ser ecologista (Plaza & Janés).
- Muchos de estos aditivos tienen sensibilidad al calor, que modifica el plástico a temperaturas moderadas. “Investigaciones hechas con alimentos de uso cotidiano han permitido comprobar que el proceso de cesión se inicia de forma inmediata, que una temperatura de 20 ºC es suficiente para desencadenarlo”, continúa explicando César Barba.
- Es el caso del cloruro de vinilo, una sustancia extremadamente tóxica (cancerígena) que migra de los envases de agua de PVC al líquido. “Se ha comprobado que esta migración aumenta con las temperaturas y el tiempo de almacenamiento, y que podría superar los 100 ng/l solo en tres meses”. Teniendo en cuenta que puede transcurrir más de un año desde la fecha de envase hasta la del consumo y las elevadas temperaturas de almacenamiento en los países mediterráneos, las concentraciones de cloruro de vinilo pueden sobrepasar fácilmente los límites recomendables (algunos expertos dicen que la dosis oral de cloruro de vinilo aceptable es de 25 ng/persona).
¿Qué es exactamente el plástico?
César Barba, autor de los libros como El hogar ecológico (Plaza & Janés), nos alerta de cada uno de los envases de plástico que adquirimos: