A finales de 2016 y a principios de este año, la SENC publicó el informe técnico-científico y se propone difundirlo para favorecer y sugerir la adopción de este patrón alimentario. Por eso, estos últimos días se ha hecho tanta difusión de ello. Desgraciadamente, aparte del nuevo look y alguna pequeña modificación, el mensaje dietético general sigue siendo el de siempre. Para los que esperábamos un cambio significativo, ha sido una decepción rotunda.
¿Qué cambios incorpora la “nueva” pirámide?
A la izquierda, la pirámide alimentaria de 2004. A la derecha, la actualización de 2015.
Si comparamos la pirámide nueva con la anterior, el cambio más significativo que encontramos es la incorporación de hábitos de vida saludable, que hace alusión a la importancia de mantener un buen equilibrio emocional y de aplicar técnicas culinarias saludables. También se da importancia a la sostenibilidad y proximidad de los productos. Podríamos decir que esto es lo más positivo que contiene la pirámide.
Aparte, en este primer escalón de hábitos saludables, también se ha incorporado un icono que hace referencia al mantenimiento del balance energético, el equilibrio entre las calorías consumidas y las gastadas. Un concepto erróneo y absurdo que tanto han propiciado empresas del sector de la industria alimentaria y que sólo denota los conflictos de interés que hay detrás.
Otra modificación es el cambio de posición del vino y la cerveza dentro de la pirámide. Antes los encontrábamos dentro de las recomendaciones diarias, y lo ideal habría sido que hubieran desaparecido del mapa, pero los volvemos a encontrar en la franja de consumo ocasional.
Finalmente, se han agrupado todos los alimentos proteicos en un solo escalón y se hace alusión al consumo de complementos nutricionales como opción individualizada.
Lo mismo de siempre
A pesar de estos cambios poco significativos, el mensaje dietético final es el mismo que se ha estado dando en los últimos años. Nada ha cambiado.
Los principales cambios esperados serían que las verduras y hortalizas formaran parte del primer escalón de la pirámide, que los productos procesados y golosinas hubieran desaparecido y que se hubieran desaconsejado las bebidas alcohólicas; cambios que ya muestran algunas pirámides alimentarias de otros países como, por ejemplo, Australia. Desafortunadamente, no ha sido así.
La nueva pirámide alimentaria española sigue recomendando un consumo de hidratos de carbono como base de la alimentación, y aparecen de nuevo dibujos de pan de molde, pasta o harinas. Eso sí, se han dignado a escribir la palabra “integral”. Es cierto que este escalón incluye el mensaje “según el grado de actividad física”, pero ¿la gente de la calle sabe qué cantidad de hidratos de carbono debe consumir en función de la actividad que hace?
El segundo escalón incluye las verduras, frutas y el aceite de oliva virgen extra; y el tercero está ocupado por los alimentos proteicos (carne, pescado, huevos, legumbres y frutos secos) y lácteos bajos en grasa (semidesnatados). Parece que seguimos transmitiendo cierto miedo a las grasas. Además, se sigue haciendo presión y fomentando el consumo de 2-3 raciones de lácteos al día, que no son alimentos necesarios para una alimentación saludable y, de hecho, ya hay instituciones que invitan a limitar su consumo. ¿Más conflictos de interés?
Dentro de la franja de consumo moderado, el cuarto escalón lo ocupan los embutidos y carnes procesadas. Una franja que puede confundir bastante, sobre todo porque no es lo mismo un jamón ibérico de bellota que un perrito caliente o salchicha procesada, y parece que la pirámide indica que tienen el mismo valor. Nada más lejos de la realidad. La calidad y procedencia de estos alimentos es crucial para que sean saludables y, justamente, las carnes procesadas y embutidos que podemos encontrar en la mayoría de establecimientos no lo son, ya que están llenos de almidones, féculas, azúcares, aditivos y mucha sal. Éstos no son alimentos sanos y deberían quedar fuera de la pirámide.
Finalmente, en el vértice, encontramos la antítesis de una alimentación saludable: snacks procesados, bollería, caramelos y golosinas, azúcar y otros productos procesados. ¿Qué hace, pues, en esta representación? Cada vez hay más evidencia de que estos productos pueden ser un factor importante en la aparición de enfermedades metabólicas, y aun así la SENC los sigue incluyendo dentro de una alimentación saludable como alimentos de consumo ocasional.
Otro hecho que denota un gran conflicto de interés escondido, ya que el mensaje de la moderación no deja de ser un engaño para que consumamos estos alimentos superfluos: Hay alimentos que no deberíamos consumir, ni con moderación.
Es triste que después de once años de la pirámide anterior, sigan presentando los mismos mensajes clásicos y poco actualizados.
¿Es necesaria una pirámide?
Ésta es una reflexión que cada vez más profesionales de la nutrición y la dietética nos planteamos.
La pirámide es un modelo que pretende jerarquizar los grupos de alimentos; esto tiene limitaciones y puede provocar bastantes confusiones a la hora de ser interpretada por la población. Hay que tener en cuenta que dentro de un mismo grupo puede haber alimentos muy diferentes y no tiene sentido recomendarlos por igual. Por ejemplo, las patatas y la pasta se encuentran dentro del mismo grupo de alimentos -los hidratos de carbono-, pero la calidad nutricional de las unas y la otra no tiene nada que ver. Habría, pues, que hacer más énfasis en la calidad de los alimentos y no tanto en el tipo de alimento en sí.
Además, la pirámide se refiere únicamente a un modelo de alimentación como saludable, pero la realidad es que puede haber más de uno, y no para todo el mundo será válido el mismo. La pirámide actual denota poca individualización y poca adaptación a las costumbres y disponibilidad de los alimentos locales.
Habría que valorar la posibilidad de transmitir una alimentación saludable de forma totalmente diferente como, por ejemplo, el famoso Healthy Eating Plate de Harvard, que muestra qué deberían incluir los platos principales para ser saludables, o de alguna otra forma sin tener que hacer alusión a los diferentes grupos alimenticios, sino, sencillamente, a los alimentos reales.