Una gallina hace un gasto energético inmenso para poner un huevo al día, que le supone desprenderse de nutrientes, sobre todo calcio. Por ello, las explotaciones convencionales llevan al límite el bienestar animal de las gallinas mediante jaulas, exceso de luz, pienso con aditivos prohibidos en la producción ecológica.
Las gallinas ponedoras de explotación ecológica siguen otro ritmo, porque pastan durante el día, «y cuando pastan no comen tanto», dice el productor Jack Massachs de la granja Gallarets, con certificado del Consejo Catalán de Producción Agrícola Ecológica (CCPAE). Por la noche regresan y se dirigen a los gallineros, donde tienen preparados los cereales (o pienso ecológico). Como ahora justamente el día es más corto, y las gallinas necesitan luz para poner huevos, la producción se resiente, por lo que las 600 gallinas que Jack tiene en la Pera (Girona) ponen un total de 350- 400 huevos al día.
El mito de cuántos huevos comer a la semana
«La limitación de comer dos huevos a la semana es un mito», asegura la endocrinóloga Marta Ramon Krauel, del Hospital Sant Joan de Déu. La realidad es que «si la persona no tiene problemas de colesterol, el huevo es una proteína buena y adecuada incluso para el desayuno, en vez de optar por azúcares refinados», asegura Ramon.
Los huevos los ponen por la mañana, antes de salir a pastar al aire libre, por los 5.000 metros cuadrados que tienen a su disposición con hierbas medicinales para picotear, baños de arena y de ceniza para desparasitarse. «Se tiran dentro, mueven las alas, salpican y les va muy bien porque las gallinas ecológicas son sensibles a los problemas con los parásitos, como la sarna, y estos baños son una solución». También tienen gallos ampurdaneses, que aportan paz y serenidad al gallinero, y también sus sonidos clásicos, que de paso asustan a las rapaces.
El caso es que cada docena de gallinas o gansos cuesta a Jack 2,50 €, y en el caso de las razas autóctonas todavía es superior. «Contando todos los gastos, de la comida, del ritmo de vida de la gallina, de su corta esperanza de vida como gallina ponedora, que sólo son dos años, y otros conceptos», dice.
Una de las vías que la granja Gallarets ha encontrado para financiarse es apadrinar las gallinas, porque «somos lo que comemos siempre que sepamos lo que comemos». Algunas familias con niños visitan la granja, conocen las gallinas, ven cómo viven y apadrinan una gallina, que llevará con lazos de colores sus nombres, para que los huevos que pongan a la semana sean para ellos. «Por 4,25 € la docena, los padrinos de gallinas ecológicas saben perfectamente de dónde proviene lo que comen, y aprecian su sabor también».
En Bellcaire d’Urgell, Juli Bergé, de la granja Cal Bergé, con certificado del CCPAE, dice que en Catalunya se venden más huevos españoles ecológicos que catalanes, porque hay más de los primeros, ya que las normas para conseguir las certificaciones son diferentes (hay comunidades autónomas en las que los certificados de ecológicos los otorgan empresas privadas) y también «porque Catalunya es un país menos agrícola».
Bergé también dice que en España no hay gallinas criadas de forma ecológica desde el primer día, a diferencia de los países del norte de Europa.
Así pues, actualmente los huevos ecológicos provienen de gallinas reconvertidas a este tipo de producción. «La reconversión de una gallina dura seis semanas, durante las cuales los huevos que ponen no se pueden vender como ecológicos, porque es el periodo obligado de purga para la gallina».
«Conseguir tener crías de gallinas ecológicas será difícil, porque los productores deberíamos ponernos de acuerdo para pedir a los criadores que nos prepararan, y éste es un proceso que dura cuatro meses desde que el huevo empieza a incubar y se convierte en cría». Para que a los criadores les salga a cuenta deben tener suficiente demanda, y como no tienen, pues no lo hacen. Es un pez que se muerde la cola. No hay porque nadie pide, y para que haya debe haber una demanda mínima necesaria. «El día que pase, el día que la normativa obligue, no habrá huevos ecológicos en el mercado, porque habrá que hacer pasar un tiempo para que las crías se conviertan en gallinas ponedoras».
En Bigues i Riells, Pere Maspons y Xavier Julian aseguran que la producción de huevos ecológicos es entre un 10 y un 15% inferior a la de huevos convencionales. «No ponen todo el año, y, además, ponen menos». Ahora bien, la filosofía que hay detrás de un huevo ecológico es la que anima a los dos socios a comercializar los huevos El Rull-Can Maspons, con certificado CCPAE, porque además de vender huevos frescos, sin colorantes para conseguir un color más amarillo, «que es la práctica de los huevos convencionales», también está el respeto al medio ambiente, a la artesanía, porque todo lo hacen manualmente y sobre todo al animal, porque «hay un trato directo entre el granjero y la gallina». Tanto es así que Pedro Maspons vive en la misma finca en la que tiene las 4.000 gallinas desde hace quince años, cuando empezaron el proyecto, donde fueron a parar después de dedicarse a la agricultura ecológica.
Finalmente, en Fuencalderas, Daniel García, de la granja Campo Murillo, cuida 6.000 gallinas que le proporcionan 4.800 huevos ecológicos al día (tiene el certificado de ECOCAT), que se distribuyen principalmente en Catalunya, en los supermercados Bon Preu por ejemplo, a un precio muy competitivo, entre 2,50 € y 2,80 €. «Nos dimos a conocer en la Feria Biocultura de Barcelona en 2009, donde hicimos la mayoría de contactos para distribuirlos». Mientras la media docena de huevos ecológicos tiene un precio superior a la mayoría de granjas entrevistadas, Campo Murillo ha mantenido desde los inicios un precio inferior. Ahora bien, «nos hemos dado cuenta de que estamos teniendo pérdidas por mucho que hemos intentado mantener el precio y la producción, porque el coste de un huevo ecológico es muy alto».
En resumen, si para una gallina poner un huevo es un gasto energético supremo, para un productor ecológico es un gasto económico enorme. El pienso ecológico, que debe tener también el certificado como tal, tiene un precio mucho más alto que el que no lo es («yo pago 150 € por 12 kilos de pienso, porque el camión que lo lleva de Montesquiu a Bellcaire lo tengo que pagar de ida y vuelta «, dice Bergé); la corta vida de gallina ponedora (dos años aproximadamente), la imposibilidad de poder medicar cuando está enferma («hay muchas bajas porque no se medica», continúa Bergé), el coste de construir los gallineros con la normativa reglamentaria y también la escasa producción de una gallina de producción ecológica, que pasta al aire libre, son algunos de los motivos.
Todavía hay otra valoración, que es el precio que debe pagar una producción para conseguir el certificado de producción ecológica, que en Catalunya la otorga el CCPAE, una empresa pública. En consecuencia, «el coste de la certificación se paga a partir de unas tasas públicas aprobadas por el Parlamento», cuenta la directora técnica del CCPAE, Núria Vallés. El caso es que los productores inscritos en el CCPAE pagan dos tasas anuales, la tasa de certificación (€ 200.45) y las tasas de producto amparado (importe variable). Por ejemplo, en caso de un productor de huevos que tiene una sala de envasar, la tasa total que tendría que pagar estaría sobre los 600 € mínimos.
A pesar de todo, «cuando pruebas un huevo ecológico no vuelves al convencional, porque el sabor es abismal; ahora mismo nuestras gallinas están comiendo calabazas además de los cereales; y cuando ha sido el tiempo han comido granadas», dice Jack, de la granja Gallarets. Y si no, siempre existe la posibilidad de hacerlo uno mismo, como ha hecho la pedagoga ambiental Carme Dolz en su casa, en la Escala, donde tiene una gallina y un gallo del Empordà y diez gallinas ponedoras. Sigue los parámetros ecológicos en todo (metros cuadrados para las gallinas, pienso ecológico) y toda la producción que obtiene es para la familia y amigos. «Es una forma de estar más seguro de lo que comes porque lo haces tú mismo», concluye.
Cómo reconocer un huevo ecológico
- Si el huevo es de color naranja, no lo es. El huevo ecológico es amarillo, y dentro del amarillo, hay tonalidades, pero naranja nunca, porque la producción ecológica no da colorantes para comer a las gallinas, como hace la convencional para conseguir este color.
- En la cáscara del huevo debe haber un código que empieza por el número 0, que hace referencia a la cría en producción ecológica. Luego está el llamado código REGA, que es un código alfanumérico que otorga el Servicio de Producción Ganadera del Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural (DAAM) y es individual para cada explotación ganadera. Está integrado por el código del Estado (ES), dos dígitos que corresponden a la provincia, tres dígitos de municipio y siete dígitos que identifican de manera única la explotación.
EJEMPLO: 0ES08XXXYYYYYYY. De cara a conocer lo ecológico, pues, el número 0, porque si empieza por 1 (gallina criada en espacio grande), 2 (gallina criada en jaula grande) o 3 (gallina criada en espacio pequeño y con el pico cortado para que no pueda elegir la comida) no lo serán.
- En el envase, el producto ecológico se identifica por el logotipo de la eurohoja. En el mismo campo visual de la eurohoja, debe haber el código del organismo que realiza el control y la certificación de producción agraria ecológica (el del CCPAE es ES-ECO-019-CT) y justo debajo del origen, con la mención «Agricultura UE» o «Agricultura no UE».