Llegan las fiestas de Navidad y con ellas las celebraciones en las que la estrella son grandes comidas con productos que no consumimos habitualmente. Junto a la sopa de galets, los canelones, los barquillos y turrones, es habitual encontrar productos que provienen de muy lejos, como, por ejemplo: la piña de Costa Rica, la papaya de México, los lichis de Malasia, los mangos de la India… Son frutas que crecen en climas mucho más cálidos que el nuestro y que, por tanto, ni son propias de nuestra tierra, ni de nuestras comidas tradicionales navideñas. Un alimento tan típico como la uva que tomamos en Nochevieja proviene mayoritariamente de Chile. Aunque hay variedades tardías de aquí que se cosechan en diciembre, la mayor parte de lo que consumimos en estas fechas llega de la otra punta del planeta, lo que encarece el producto y tiene un impacto ambiental muy elevado.

En estas fechas festivas no debemos olvidar las claves de un consumo responsable: apostar siempre por alimentos de temporada, de proximidad y ecológicos, ya que, así, los alimentos que consumimos no necesitan químicos para madurar, conservarse y crecer, y el impacto ambiental es muy inferior. Así ponemos nuestro granito de arena para detener el cambio climático, mantenernos libre de tóxicos químicos e, igualmente importante, no encarecer productos que, cuando es temporada, son más baratos.

La mayor parte de lo que consumimos en estas fechas llega de la otra punta del planeta, lo que encarece el producto y tiene un impacto ambiental muy elevado.

Mejor frutas y verduras de temporada

El primer pilar de un consumo responsable es consumir productos propios de la temporada.

Tomar productos que provienen de muy lejos implica que la fruta ha tenido que ser cosechada cuando todavía no había alcanzado el punto óptimo de maduración y, por tanto, nutricionalmente y gustativamente, la fruta que pondremos en la mesa no tendrá ni las propiedades nutritivas óptimas ni el gusto óptimo deseado. La fruta, para que sea sabrosa y con todas las vitaminas y minerales que nos puede aportar, se debe cosechar tan madura como sea posible del árbol.

Las frutas y verduras de temporada y cultivadas cerca de casa suelen tener las características nutricionales idóneas para cada época del año. Por ejemplo, las crucíferas (la col, la coliflor, el brócoli…), o el cítricos, verduras y frutas que encontramos en abundancia esta época del año, son alimentos que favorecen el sistema inmunológico, porque son ricos en vitamina C, que nos ayuda a prevenir resfriados.

Productos de proximidad

El otro pilar de un consumo responsable es elegir productos de proximidad, buscando circuitos de distribución que puedan nos puedan abastecer en un radio de cincuenta kilómetros entre productor y el consumidor final, y evitar al máximo intermediarios que aumenten la huella ecológica del producto y que interfieran a la hora de conocer la procedencia de lo que consumimos.

Todos los productos que provienen de muy lejos necesitan un gasto energético muy elevado para ser llevados a nuestras mesas. Entre las formas más habituales de transporte de mercancías está el tren, el transporte que menos huella ecológica genera, seguido del barco, los transportes de carretera y, en último lugar, el avión. Según los kilómetros recorridos y el transporte usado desde el punto de origen hasta el consumidor final, la huella ecológica será más o menos grande, lo que también influye en el punto de maduración y en las propiedades nutricionales.

Si los alimentos vienen del otro lado del Atlántico, habrán llegado en barco o avión; ambos transportes dejan una huella ecológica elevadísima sobre el producto. La diferencia entre ambos transportes es que, si ha viajado en barco, la fruta habrá sido cosechada cuando todavía era verde; y en avión habrá podido ser cosechada mucho más próxima al punto óptimo de maduración; sin embargo, este último encarece el producto notablemente. Por carretera, la huella ecológica y económica sobre el producto aumenta según el kilometraje entre el productor y el consumidor final. Si el producto ha sido transportado en tren, la huella ecológica será menor.

Es mejor siempre apostar por circuitos de distribución cortos que nos ofrecen la posibilidad de conocer todos los implicados en el proceso de distribución, el origen del producto y nos permiten poner nuestro granito de arena para luchar contra el cambio climático. Además, si potenciamos la producción local, favorecemos la conservación de especies autóctonas en peligro de desaparición y contribuimos a la biodiversidad agrícola de nuestro país.

Cómo sustituimos estas frutas exóticas

Es cierto que frutas como la papaya o la piña contienen unas enzimas digestivas, la papaína y la bromelina respectivamente, que nos ayudan a digerir las proteínas de estas comidas copiosas de Navidad. Si no tenéis la suerte de que se cultiven cerca de vuestra casa podéis recurrir a otros trucos o alimentos para evitar los atracones y las digestiones pesadas típicas de estos días:

  • Previamente:

Hacer solo una de las comidas diarias copiosas; si tenemos una cena que creemos que será excesiva, hagamos una comida ligera. Comer siempre con tranquilidad y poco a poco y mantener el ejercicio físico habitual también en estas fechas.

  • Los aperitivos:

Si os gusta empezar las comidas de Navidad con un aperitivo, evitad los que contengan proteína, y reservadla para el plato principal. Podéis apostar por una crema ligera de verduras de temporada; de calabaza, calabacín, alcachofas o remolacha o hacer unos licuados digestivos como explicábamos en el artículo de aperitivos saludables.

La calabaza y el calabacín son diuréticos y nos permiten eliminar líquidos y toxinas por la orina, y la remolacha y las alcachofas purifican la sangre y tienen un poder antioxidante que permite captar las toxinas y eliminarlas del organismo.

  • Las comidas principales:

El caldo del día de Navidad lo podemos hacer muy rico en verduras; col, nabo, chirivía, apio, zanahorias, puerros… y con menos proteína de lo que marca la tradición; ¡así será mucho más digestivo!

Acompañad los platos de proteína y grasa con una buena ensalada verde de hojas amargas; escarola, endibia, rabanitos… Los alimentos amargos potencian la segregación hepática y ayudan a digerir. Además, si ponéis vinagre de manzana no pasteurizado, jengibre rallado, chucrut y germinados para acompañar la ensalada, lo potenciaréis porque también tienen enzimas digestivas.

  • Los postres:

Apostad por cualquier fruta de temporada; manzanas, peras, kiwis o uva, según la zona donde viváis, ya que aportan fibra que ayuda a eliminar toxinas y limpiar los intestinos.

Unas manzanas al horno con especias como canela, jengibre, clavo, comino, cardamomo o unas peras con jengibre, todo bien presentado, no tienen nada que envidiar a una fruta tropical en una mesa de Navidad. Si queréis algo más suave, podéis hacer un sorbete de cítricos; limón, mandarina o pomelo, que siempre ayuda a dar frescura a la comida y es fácil de digerir.

  • Después de las comidas copiosas:

Bebed infusiones carminativas; tomar anís verde, anís estrellado, hinojo, cilantro y comino tras estas comidas ayuda a digerir. También es importante esperar tres horas después de las cenas abundantes antes de ir a dormir.

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