Mientras que, en los países con escasos recursos, la causa de la anemia ferropénica suele ser un déficit de hierro en la dieta y la desnutrición en general, en nuestra sociedad, la falta de hierro que caracteriza a este tipo de anemia se debe fundamentalmente a dos grandes causas: una relacionada con las pérdidas y otra con la absorción de este mineral.
Las causas más comunes relacionadas con las pérdidas de sangre son:
- Menstruaciones abundantes, frecuentes y/o prolongadas en mujeres en edad fértil.
- Hemorragias internas (úlceras pépticas, varices esofágicas, procesos tumorales, etc.). Además, el uso prolongado de aspirina, ibuprofeno y otros puede causar sangrado gastrointestinal.
Las causas más comunes relacionadas con la mala absorción son:
- Enfermedad intestinal que impide la correcta absorción del hierro: celiaquía, enfermedad inflamatoria intestinal, diarreas crónicas, etc.
- La ingesta habitual de antiácidos.
- Una alteración del control hepático de la absorción del hierro, que puede ser provocado por un estado inflamatorio o infeccioso sistémico y/o un exceso de tóxicos en el organismo.
Para solucionar una anemia ferropénica, lo primero es identificar la causa que la produce, y tratarla. Este es un tema complejo sobre el que nos limitamos a dar algunas orientaciones generales para casos muy comunes:
- Para tratar la pérdida excesiva de sangre durante la menstruación de la mujer, se recomienda comenzar por una depuración hepática, así como la regulación de la evacuación intestinal (estreñimiento/diarrea). Tanto el hígado como el intestino son los encargados de deshacerse de los estrógenos circulantes, cuyo exceso se considera la causa más frecuente de hemorragias menstruales. Además, después de tratar la causa, tomar algunos complementos alimenticios, como el concentrado de verde de alfalfa y la oligoterapia catalítica, puede ayudar a resolver este tipo de casos de forma eficaz.
- Para tratar el estado inflamatorio general del organismo que subyace en la mayor parte de los casos de anemia, es muy importante evitar o limitar alimentos proinflamatorios como azúcares y cereales refinados, lácteos, trigo y, en general, los alimentos procesados. Además, se pueden tomar algunas ayudas antiinflamatorias como la cúrcuma (1 cucharada de postre al día con la comida, en crudo) y un buen complemento de omega-3 de pescado (que asegure su manipulación en frío y ausencia de metales pesados). Las algas espirulina también son útiles en anemias, ya que tienen un efecto antiinflamatorio y se sugiere que ayudan a la formación de los glóbulos rojos (concretamente el grupo hemo) por su contenido en clorofila.
- Si existe cualquier problema digestivo, es prioritario intentar solucionarlo. En ese caso, habría que hacer un tratamiento individualizado según el problema que se presente.
- Si la persona toma medicación, hay que ver si es potencialmente perjudicial para la absorción del hierro y estudiar con ayuda de un terapeuta su posible eliminación.
¿Quién controla la absorción del hierro?
La absorción del hierro en el intestino delgado está muy regulada, ya que en exceso es altamente tóxico y no existen vías de eliminación activas. El control de la absorción del hierro corre a cargo de la hepcidina, una hormona que libera el hígado y viaja hasta el intestino para mandar una señal. A más hepcidina, menos absorción; y a menos hepcidina, más absorción. Existen factores, como las elevadas reservas corporales de hierro y los estados infecciosos y/o inflamatorios sistémicos, que estimulan la liberación de hepcidina y hacen que disminuyan la absorción intestinal del hierro [1, 2].
Esto se traduce en algo muy sencillo. El organismo regula la cantidad de hierro que necesita; si ya tiene mucho, absorbe menos y, en cambio, si tiene poco, absorbe más. Además, se adapta a las situaciones especiales como el embarazo, la lactancia o el crecimiento, en las que el aumento de la demanda de hierro hace que aumente la absorción. Por eso, cuando hay un déficit de hierro, y no es evidente la causa (hemorragias, diarreas…), hay que sospechar que puede estar provocado por un estado inflamatorio sistémico presente en la mayoría de patologías crónicas, como la osteoartritis, las enfermedades autoinmunes, la obesidad o la diabetes tipo 2.
En general se absorbe poca cantidad de hierro de los alimentos; se estima que un 10%.
¿Es el hierro de la carne el que mejor se absorbe?
En general se absorbe poca cantidad de hierro de los alimentos, se estima que alrededor de un 10%.
Siempre se ha afirmado que el hierro de la carne (el llamado hierro hemo) se absorbe en un porcentaje mayor que el hierro inorgánico, presente de forma abundante en los vegetales. Pero la realidad es que, comamos lo que comamos, un organismo sano regula la absorción. De hecho, las personas vegetarianas o las veganas, no presentan mayor incidencia de anemia ferropénica que las que no lo son [3]. Por lo tanto, éste no es el problema.
Otra cosa bien distinta ocurre cuando se comparan las reservas corporales de hierro, medidas en las analíticas por los niveles de un tipo de proteína, la ferritina. Las personas que siguen dietas vegetarianas o veganas presentan niveles más bajos de ferritina que las no llevan este tipo de dietas; lo que nos indica que tienen menos reservas de hierro [3]. El motivo parece estar relacionado con la baja ingesta de proteínas de algunas personas que siguen dietas vegetarianas o veganas mal estructuradas. Con pocas reservas de hierro, se reduce la capacidad de hacer frente a la disminución sanguínea de hierro (producida por cualquier causa) y aumenta el riesgo de caer en estados anémicos importantes.
Algunos consejos para la anemia en personas vegetarianas/veganas
Aunque hemos visto que la falta de hierro en la dieta no es el problema, es cierto que el hierro inorgánico (el que más abunda en los alimentos de origen vegetal) tiene una desventaja frente al hemo (el de la carne o el pescado): su absorción puede verse disminuida por varios factores. Por ese motivo, las personas vegetarianas o las veganas o simplemente las que consuman poca carne y/o pescado y tengan que extraer una parte importante de hierro de los vegetales, deben seguir las siguientes recomendaciones:
- No tomar café y/o té después de comer de forma habitual. Los polifenoles presentes en estas bebidas forman un complejo con el hierro de los alimentos consumidos en esa misma comida, y dificultan su absorción [4].
- No tomar salvado de cereales junto con las comidas principales, ya que aporta una gran cantidad de ácido fítico, que puede reducir la absorción del hierro [5]. El salvado de trigo o de avena son muy utilizados para aliviar el estreñimiento; en el caso de tomarlos, debe ser siempre fuera de las comidas.
- Elegir para el consumo habitual algunos alimentos ricos en hierro: semillas (especialmente las de sésamo, pero también las de calabaza, chía o lino), avena, lentejas o tempeh (derivado fermentado de soja).
- Acompañar los alimentos ricos en hierro con algún alimento rico en vitamina C (en la misma comida): pimiento, brócoli, col, kiwi o cítricos. Esta combinación puede aumentar la absorción de hierro hasta seis veces en personas con reservas bajas de este mineral [4].
- Cuando se tomen alimentos ricos en hierro, acompañar con chucrut, limón, umeboshi o un yogur de cabra buena calidad. Algunos ácidos orgánicos presentes en estos alimentos como el láctico o el cítrico, ayudan a la absorción de hierro [4].
Cuánto más hierro, ¿mejor?
Con el hierro ocurre como con muchos elementos, tanto la carencia como el exceso nos dan problemas. No existen mecanismos para eliminar hierro de forma activa y, el exceso es altamente tóxico, razón por la que su absorción está muy controlada. El exceso de hierro genera un aumento de reacciones oxidativas. De hecho, se puede ir almacenando en diferentes tejidos causando disfunciones, por ejemplo: en el hígado (cirrosis, hepatomegalia), en el páncreas (diabetes), en las gónadas (impotencia)…
Por lo tanto, más hierro no es mejor.
En la práctica
Ante una anemia ferropénica bien diagnosticada, en primer lugar, se deberían averiguar las causas que la han producido (hemorragias, problemas digestivos, toxicidad…) y tratar de solucionarlas con ayuda de un terapeuta. Paralelamente, llevar una alimentación sana con alimentos sin procesar y de buena calidad y, en el caso de no ingerir carnes o pescado o ingerirlos en poca cantidad, seguir las recomendaciones citadas. Si el estado anémico es grave, puede aconsejarse tomar temporalmente suplementos de hierro, pero sin olvidar las recomendaciones y consejos descritos en este artículo y sobre todo siendo conscientes de que se trata de un tratamiento sintomático.
Bibliografía
[1] Knutson MD. Iron-sensing proteins that regulate hepcidin and enteric iron absorption. Annu Rev Nutr. 2010 Aug 21;30:149-71
[2] Anderson GJ, Frazer DM, McLaren GD. Iron absorption and metabolism. Curr Opin Gastroenterol. 2009 Mar;25(2):129-35.
[3] American Dietetic Association. Position of the American Dietetic Association: Vegetarian Diets. J Am Diet Assoc. 2009; 109:1266-1282
[4] Saunders AV, Craig WJ, Baines SK, Posen JS. Iron and vegetarian diets. MJA Open 2012; 1 Suppl 2: 11-16.
[5] Schlemmer U, Frølich W, Prieto RM, Grases F. Phytate in foods and significance for humans: food sources, intake, processing, bioavailability, protective role and analysis. Mol Nutr Food Res. 2009 Sep;53 Suppl 2:S330-75.
Olga Cuevas
Doctora en bioquímica, especialista en alimentación y salud. Directora del IFPS Roger de Llúria, en Barcelona. Autora del libro El equilibrio a través de la alimentación y coautora de Tratamientos naturales al alcance de todos.
Lucía Redondo
Nutricionista. Máster en nutrición y metabolismo. Máster en condicionantes genéticos y nutricionales en el desarrollo. Experta en nutrición ortomolecular y medicina tradicional china. Profesora y coordinadora del ciclo formativo de dietética en el IFPS Roger de Llúria. Coautora del libro Tratamientos naturales al alcance de todos.