Aunque las necesidades de sueño varían a lo largo de la vida –un bebé necesita dormir muchas más horas que un adolescente, un adulto o una persona mayor–, de media, la mayoría dormimos como mínimo una hora menos de lo que necesitamos, o bien no descansamos lo suficientemente bien y tenemos algún trastorno del sueño (insomnio, terrores nocturnos, apneas del sueño…).
Todo ello hace que nos levantemos fatigados y que empecemos el día con poca energía.
¿Qué podemos hacer para mejorar la higiene del sueño?
Descubre como disfrutar de un descanso diario profundo y reparador.
- Evitar tomar cualquier excitante más tarde de las tres de la tarde (cafeína, proteínas, alcohol o picantes).
- Cenar ligero y, como mínimo, dos horas antes de meternos en la cama.
- Evitar practicar deporte intenso después de las ocho de la tarde.
- Consumir alimentos ricos en triptófano (pescado azul, carne de ave, huevos, plátano, frutos secos o la famosa combinación de hidratos de carbono con chía o sésamo, o bien de hidratos de carbono con proteína).
- Tomar una infusión relajante después de cenar con amapola, pasiflora, lúpulo, valeriana o tila (si hay problemas de incontinencia urinaria es mejor no hacerlo).
- Evitar las pantallas, la tecnología (teléfonos, tabletas, ordenadores y consolas) al menos dos horas antes de acostarse.
- Propiciar un ambiente relajante después de cenar (leer un libro, escuchar música tranquila, ver una película, conversar con la pareja…).
- Evitar malos hábitos, como dormir-se en el sofá.
- Apagar el wifi y el móbil, y mantenerlos tan lejos como se pueda de la habitación y la cama.
- Asegurar un entorno propicio para el sueño: temperatura y espacios adecuados (cama cómoda, habitación tranquila, limpia, ordenada y oscura…).
- Dormir cada noche al menos ocho horas (¡las horas de sueño perdidas no se recuperan!).