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Las vitaminas son unos nutrientes esenciales para que el organismo funcione correctamente. A diferencia de otros nutrientes, sin embargo, el cuerpo no puede fabricarlas y, por lo tanto, las debemos incorporar diariamente a través de la dieta. Básicamente se encargan de participar en el control del metabolismo de las grasas, las proteínas y los hidratos de carbono. De esta forma, las vitaminas nos ayudan a convertir los alimentos de la dieta en energía.

La necesidad de vitaminas como la tiamina, la riboflavina o la vitamina B6 se incrementa cuando realizamos un sobreesfuerzo físico, ya que todas están implicadas en los procesos de producción de energía. Por eso solemos recurrir a ellas cuando estamos cansados, agotados o con pocas fuerzas. Aquí es donde recae la importancia de las frutas y las verduras; estos alimentos contienen vitaminas y minerales, que cumplen toda una serie de funciones básicas en el organismo.

La vitamina A mantiene la salud de los epitelios y la inmunidad contra las infecciones; el potasio favorece el funcionamiento correcto del sistema nervioso y los músculos, y las vitaminas del grupo B son necesarias para transformar los alimentos en energía.

El ácido fólico –una de las vitaminas del grupo B más frecuente en los alimentos– ayuda a prevenir antes y durante el embarazo ciertas anomalías congénitas, incluyendo la espina bífida.

Otros micronutrientes presentes en la fruta y las verduras, como la vitamina C y la vitamina E tienen muchas propiedades antioxidantes que protegen las células de los radicales libres.

La vitamina C, en particular, incrementa la absorción de calcio, mineral esencial para la salud ósea y dental, así como la del hierro de otros alimentos. La falta de hierro puede causar anemia, uno de los trastornos más graves asociados a deficiencias de este mineral en la alimentación.

La fibra que contienen las frutas y las verduras es otro punto clave y la razón principal por la que se debe incrementar el consumo en la dieta, ya que aporta muchísimos beneficios para la salud. La fibra insoluble actúa fundamentalmente sobre el tránsito intestinal, mientras que la soluble equilibra el nivel de colesterol, combate las subidas de glucosa en sangre y ayuda a regular el tránsito intestinal.

El mensaje es, por lo tanto, que debemos empezar por una buena alimentación que proporcione un nivel adecuado de hidratos de carbono, proteínas y vitaminas. Cuando eso no sea suficiente, está la opción de tomar un multivitamínico de origen natural, que se absorba rápidamente. Todo ello nos permitirá mantener un nivel de energía inmejorable y unas defensas a pleno rendimiento.

Las vitaminas son sustancias químicas que el organismo no puede sintetizar, se encuentran en pequeñas cantidades en los alimentos, y son indispensables para la vida, la salud, y para llevar a cabo la actividad física y cotidiana.

Las vitaminas funcionan como reguladoras metabólicas porque intervienen en los procesos de producción de energía, y por eso influyen en un gran número de procesos fisiológicos implicados en el rendimiento físico y deportivo.

El papel en los procesos de generación de energía de las vitaminas del grupo B o el de antioxidante de vitaminas como la C o la E son especialmente interesantes para el atleta, ya que tanto los niveles energéticos como los de antioxidantes son claves para asegurar un buen rendimiento deportivo. Por este motivo, hoy en día se reconoce que, en el caso de los deportistas, hay una mayor demanda vitamínica por el incremento en el esfuerzo físico.

 

 

 

Núria Serra
Núria Serra

Bióloga