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Cada vez son más los amantes de carreras por montaña que transcurren a miles de metros sobre el nivel del mar. Si la práctica de cualquier deporte necesita una aclimatación corporal, la que lo hace a grandes altitudes todavía  requiere más; y es que, a grandes alturas, el cuerpo experimenta un estrés fisiológico adicional causado por la disminución de la presión atmosférica, de la temperatura y de la humedad.

A una altura elevada, el organismo de un deportista se ve sometido a una serie de cambios de temperatura y de presión atmosférica que influyen directamente sobre sus condiciones físicas. Estos cambios, además de suponer un cierto riesgo para la salud, son una amenaza para el rendimiento.

Combatir los radicales libres

Es sabido que, durante la práctica deportiva, se forman gran cantidad de radicales libres, sustancias oxidantes responsables del envejecimiento celular. Es muy importante luchar contra ellos, puesto que su acumulación constante puede acabar creando problemas de salud importantes a corto, medio y largo plazo.

Además de tener en cuenta este factor, el deportista de grandes alturas también tiene que considerar los cambios que se producen en el cuerpo cuando se sube sobre el nivel del mar:

1. El cuerpo necesita adaptarse a una disponibilidad de oxígeno más baja.

2. El estrés oxidativo que provoca cualquier esfuerzo físico es más importante.

Por estos motivos, cada vez se investiga más para encontrar sustancias que puedan ayudar al deportista de montaña a adaptarse a los cambios climáticos y atmosféricos del entorno, a medida que asciende.

Efectos de la altitud sobre el rendimiento físico

A medida que la altitud aumenta, la presión atmosférica disminuye. De hecho, la presión se reduce a la mitad cuando llegamos a los 5.500 metros, y esto ocasiona una menor disponibilidad de oxígeno, que puede afectar negativamente al rendimiento deportivo.

Una mala adaptación a estos cambios puede producir el conocido “mal de montaña”, que afecta al 30% de las personas que ascienden a los 3.000 metros y que se manifiesta con dolores de cabeza fuertes, vértigos, palpitaciones y dificultades para respirar.

El proceso de aclimatación a la altitud dura unas dos semanas y se traduce en una serie de cambios fisiológicos que ayudan a mejorar el rendimiento aeróbico y, en consecuencia, a hacer un uso más eficiente del oxígeno. Por otro lado, se sabe que el estrés oxidativo al cual están sometidas las células crece con la altura, y por lo tanto es necesario mejorar su capacidad antioxidante para evitar el daño de la función muscular.

Adaptaciones alimenticias a grandes alturas

A medida que aumenta la altitud, también lo hace la tasa metabólica basal o el gasto energético diario, es decir, lo que un cuerpo necesita para seguir funcionando día a día. Sin embargo, la sensación de hambre disminuye y esta combinación puede reducir el rendimiento del atleta. Por este motivo, aparecen una serie de adaptaciones a corto y mediano plazo que afectan las necesidades y la utilización de los nutrientes.

Se recomienda una dieta rica en carbohidratos, porque son una fuente de energía muy eficiente y porque se ha demostrado que mejoran la oxigenación sanguínea en la altitud. Por otro lado, se aconseja incluir alimentos ricos en grasas –evidentemente hablamos de las que pertenecen al grupo de las insaturadas–, puesto que son fuentes energéticas importantes y, además, son agradables al paladar. Entre estas últimas encontramos el queso, el pescado, el chocolate o los frutos secos.

Una forma de lograr las necesidades energéticas de carbohidratos es a través de los líquidos. Con la altura, se recomienda consumir de 3 a 5 litros de líquido diarios, que pueden contener entre un 6 y un 8% de hidratos de carbono. Se tiene que tener en cuenta que el riesgo de deshidratación aumenta con la altitud, entre otras cosas, por la disminución de la humedad.

La suplementación en deportistas de montaña

Es evidente que el estrés oxidativo aumenta con la altitud, y esto hace crecer la producción de radicales libres, que, si no son neutralizados, pueden llegar a dañar los tejidos, especialmente el muscular. La suplementación en deportistas de altura con sustancias antioxidantes ha sido objeto de muchos estudios hasta el momento; de hecho, los expertos asocian un mayor consumo de ciertas vitaminas que tengan capacidad antioxidante con una prevención de la disminución del rendimiento físico.

Núria Serra
Núria Serra

Bióloga