Oriol habla pausadamente. “Desde adolescente tengo problemas estomacales e intestinales; me hice las pruebas del hidrógeno espirado y también las genéticas, y en ambas me salía que era intolerante a la lactosa. A partir de ahí cambié totalmente el alimentación “. Ha creado una asociación, ADILAC, y ahora está construyendo la Lactose Intolerance Global Network (lignito), una red internacional de asociaciones que informan sobre esta disfunción. Oriol Sans batalla para que los productos se etiqueten como es debido y un intolerante a la lactosa pueda seleccionar los que necesita. “Estamos impulsando el sello” No lactosa “que algunos establecimientos especializados ponen en la entrada para indicar que venden productos aptos para nosotros”. La tienda de comestibles Múrria es un ejemplo. Nos encontramos con Oriol Sans allí, mientras hablamos de salud y alimentación, y repasamos la exhibición de quesos y embutidos sin lactosa. “Ahora soy muy consciente de lo que como y no sólo evito la lactosa -por necesidad- sino que he suprimido el azúcar de la dieta y controlo mucho los hidratos. Trato de seguir una dieta variada y sencilla”.

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¿Cuándo supiste que tenías intolerancia a la lactosa? 

Cuando era adolescente. Nunca me había gustado la leche, pero a partir de los quince años empecé a tener problemas. Me pasé años yendo de un médico a otro y nadie sabía encontrar qué tenía.

¿Qué te pasaba? 

Me encontraba mal constantemente, muy débil, con dolores de estómago e iba mucho al lavabo: tenía descomposiciones a menudo. Tenía dolor de cabeza y un malestar general. Los médicos me decían que quizás tenía colon irritable, o bien el intestino muy sensible a determinados alimentos. Me aconsejaban que suprimiera de la dieta alimentos irritantes como los picantes, el alcohol, el café…

Pero no mejorabas…

Continuaba mal y no fue hasta que un especialista me propuso hacerme el test del hidrógeno -una prueba médica que consiste en tomar lactosa que administra el médico y luego soplar a través de un mecanismo, para ver si el cuerpo ha reaccionado químicamente- que lo supe. Era una prueba médica que en el año 1999 no estaba muy implementada y no la hacían en todas partes. Ahora, por suerte, las cosas han cambiado y la intolerancia a la lactosa está muy divulgada y los procedimientos médicos actuales pueden detectarla.

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A partir de ahí, empezaron los cambios. 

Al principio me sentí muy solo. Tuve una sensación agridulce. Por un lado, me sentí aliviado porque por fin sabía lo que tenía. Pero por otro, me sentía perdido: la información que me dio el médico de lo que tenía que hacer a partir de ese momento fue inexistente. Sólo me dijo que evitara los lácteos. Ahora bien, esto no es tan fácil como parece. Ese día comenzó mi travesía particular por el desierto informativo de la intolerancia a la lactosa.

La lactosa es uno de los aditivos más utilizados en la industria alimentaria actual

¿Y es entonces que empezaste a pensar en fundar ADILAC? 

Desde el día que salí de la consulta con el diagnóstico bajo el brazo me dediqué a investigar, leer, documentarme sobre esta intolerancia y durante unos años recopilar muchísima información. ¿Qué alimentos procesados llevan lactosa y no lo sabemos? ¿Qué alternativas al calcio de los lácteos tenemos las personas con intolerancia a la lactosa? ¿Cómo debemos proceder cuando nos diagnostican esta intolerancia? Todas estas dudas las tenía yo y las tienen los pacientes diagnosticados con esta intolerancia. A base de moverme y hablar con gente, fui coincidiendo con otras personas que pasaban por lo mismo que yo, y en el año 2003 decidimos fundar ADILAC. En los países nórdicos toleran mucho mejor la lactosa que en otras regiones; según algunos estudios epidemiológicos, en Escandinavia la intolerancia a la lactosa va del 2 al 15%, en Norteamérica del 6 al 22%, en los países centroeuropeos va del 9 al 23% y los que peor la toleran son los asiáticos (entre un 95 y un 100% son intolerantes a la lactosa), los indios americanos (80-100% de intolerancia) y las personas africanas (del 60 al 80%). Por tanto, no es una intolerancia nada minoritaria. Y hay personas que no están diagnosticadas, que simplemente tienen dolor de cabeza todos los días y se piensan que es normal.

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¿Qué tendrían que saber los intolerantes a la lactosa? 

En primer lugar, que la lactosa se encuentra de forma natural en todos los lácteos y derivados que provengan de cualquier mamífero (vaca, cabra, oveja y, incluso, leche humana) y que la encontramos en leche, queso, yogur, nata, mantequilla, etc. Ahora bien, la lactosa también es uno de los ingredientes o aditivos más utilizados en la industria alimentaria actual. Por lo tanto, tenemos que ir con mucho cuidado, a la hora de hacer la lista de la compra.

En la página web de la asociación clasificáis los alimentos según un semáforo propio.

Sí, porque no siempre es fácil saber si un alimento contiene lactosa o no. En verde encontramos los alimentos que de forma natural no llevan este azúcar de la leche. Estamos hablando de verduras y frutas, carnes, pescados, frutos secos y huevos. Pero también tenemos los alimentos que ponemos en el color naranja, estado de alerta, porque pueden contener, o no, lactosa y tenemos que estar especialmente atentos, porque puede ser una lactosa añadida en el proceso de producción, tal y como ocurre en embutidos, bollería, determinadas sopas preparadas, comida para llevar, platos precocinados o purés, entre otros. En el semáforo rojo encontramos, evidentemente, los alimentos que llevan lactosa de forma natural, como la leche, los yogures, el queso, la nata o la mantequilla. Cabe decir, sin embargo, que ya empieza a haber quesos y leches a los que se les ha eliminado la lactosa, y embutidos a los que no se les añade.

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¿Cómo obtener calcio a partir de productos no lácteos?

Los productos que incorporan calcio de forma natural son:

  • Sésamo molido
  • Almendras
  • Sardinas
  • Garbanzos y lentejas
  • Alga agar-agar, wakame, kombu, hiziki y arame
  • Hortalizas de hoja verde (brócoli, repollo, lechuga, hoja de nabo)

También hay que tener en cuenta que es conveniente:

  • Evitar las comidas muy saladas (que hacen que excretemos el calcio que ingerimos)
  • -Moderar o evitar los fosfatos que encontramos en bebidas refrescantes, embutidos, mermeladas o cacao.

Font: El equilibrio a través de la alimentación. Olga Cuevas.

¿Cómo lo hacemos cuando vamos a restaurantes? 

Este es un tema complicado porque hay mucho desconocimiento en el sector. Cuando vamos a un restaurante debemos tener mucha precaución y preguntar siempre al camarero o cocinero, y explicarle previamente lo que podemos o no podemos tomar para que ellos nos indiquen qué platos de la carta son aptos para nosotros. Realmente no debemos esconder la intolerancia, para poder prevenir problemas. También te diré que, normalmente, en los restaurantes no hay problemas. Muchas veces te adaptarán los platos, y te harán una carne o pescado a la plancha sin la salsa que llevaba inicialmente. Otra dificultad es cuando llegamos a los postres: aquí es donde realmente estamos limitados, porque la mayoría incorporan lácteos o los tienen como base. Las opciones son reducidas: fruta y frutos secos.

¿Los alimentos que contienen lactosa están todos etiquetados? 

Bueno, tenemos que decir que en este tema se ha avanzado mucho. En pocos años hemos pasado de una legislación muy permisiva que no obligaba a especificar un ingrediente si no suponía más de un 25% del contenido –esto es un verdadero problema para las personas con alergias e intolerancias– a la legislación sobre etiquetado actual, que obliga a todos los productos a especificar todos y cada uno de los ingredientes ya destacar dentro del listado –en negrita o mayor tamaño– los principales alergógenos alimentarios, entre los que están la leche y derivados, incluyendo la lactosa. Además, desde la Asociación ADILAC, para facilitar una identificación rápida de los productos, creamos en 2006 un sello de recomendación “No lactosa”, que ya están incorporando las empresas alimentarias principales de nuestro país.

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¿Qué alternativas tenemos los productos con lactosa? 

Por suerte, hoy tenemos muchas alternativas alimentarias a los productos con lactosa. Por un lado, las bebidas y productos vegetales de almendras, avellanas, arroz, chufa, etc. Y las personas que no quieren renunciar a los lácteos, desde hace unos años, pueden encontrar una gran oferta de yogures y quesos sin lactosa. En estos productos normalmente lo que se hace es añadir a escala industrial la enzima lactasa para predigerir la lactosa que contiene el producto y que los podamos consumir sin problemas.

¿Y para obtener el calcio y vitamina D? 

Encontraremos estos minerales y vitaminas en alimentos como el pescado, en frutos secos como la almendra o en verduras de hoja verde.

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¿Qué cocinas en tu día a día? 

Realmente tener esta intolerancia me ha hecho cambiar la percepción sobre lo que comemos y cómo nos afecta a la salud y a la vida cotidiana. Mi máxima es comer lo más simple y saludable posible: ensaladas, legumbres y no abusar de los hidratos. He redescubierto en especial el mundo de las legumbres, y me gusta hacerme ensaladas de lentejas, o un bacalao descabezado con judías.

¿Has encontrado ningún libro de recetas que sea inspirador para los intolerantes a la lactosa? 

No tengo un libro de recetas concreto que pueda decir que me ha inspirado… ¡Y la verdad es que he consultado un montón! Si tuviera que recomendar alguna fuente, sería nuestra propia web www.lactosa.org, en la que cada año convocamos un concurso de recetas: nuestros amigos intolerantes a la lactosa nos proponen y sorprenden con imaginativas recetas, eso sí, ¡sin lactosa!

Laura Basagaña
Laura Basagaña

Periodista