“La memoria es el porvenir del pasado”. Paul Valéry

Clásicamente se concebía la memoria ubicada en el centro del cerebro, en las estructuras límbicas e hipocámpicas. Se está descubriendo paulatinamente que la memoria puede encontrarse en otros lugares, hasta en el nivel celular…

En función de la recién descubierta capacidad cerebral de neuroplasticidad, se van creando nuevas conexiones entre las neuronas hasta el final de la vida. En la medida que perdemos neuronas cada día, si no se generan estas nuevas conexiones, subiremos una involución cerebral relacionada con la edad. Cada estímulo externo o interno crea o despierta conexiones (sinapsis) adormecidas. Decía Einstein que usamos el 10% de nuestro cerebro.

Al igual que todas las otras funciones cerebrales, la transmisión neurocerebral depende de neuromediadores, entre los cuales se encuentran los neurotransmisores (NT). De la veintena de NT conocidos, los más importantes para una buena función de la memoria son la dopamina (DA), la noradrenalina (NA), la acetilcolina (ACol) y la serotonina.

Al igual que una computadora, para fabricar memoria, el cerebro necesita un estado de atención, mediado por la dopamina, una fijación gracias a la noradrenalina, un almacenamiento por la acetilcolina y la recuperación del recuerdo por la dopamina otra vez.

Atención, fijación y rememoración dependen también del estado anímico, puesto que los estados ansioso-depresivos merman la capacidad para recordar.

En casos de ansiedad, angustia y/o depresión, la memoria se ve alterada.

Los NT necesitan para su función fisiológica de unos cofactores esenciales, como el magnesio, el hierro, el yodo, las vitaminas del grupo B (especialmente B6, B9 y B12), los ácidos grasos omega-6 y 3…

Del aporte nutricional óptimo depende luego una buena función neurocerebral. Toda deficiencia micronutricional se puede repercutir en la función de la memoria.

En primer lugar, son esenciales los aportes en precursores de NT, en particular la tirosina, el triptófano y la lecitina.

Además, unos buenos niveles nutricionales de magnesio, yodo y hierro son fundamentales para una buena función neurocerebral. Las vitaminas del grupo B, los antioxidantes y los ácidos grasos completan el abanico de nutrientes esenciales.

Los procesos de envejecimiento y de degeneración neurocerebral, relacionados o no con la inflamación, son siempre estados de oxidación sistémica por la acción deletérea de los radicales libres (RL), elementos nocivos del estrés oxidativo.

Para luchar contra estos RL, nuestro organismo necesita de varios metabolismos antioxidantes endógenos y de aportes nutricionales, entre los cuales los más importantes son la vitamina C, la vitamina E, el betacaroteno y los demás carotenoides, la coenzima Q10, el magnesio, el zinc, etc.

Al igual que la herrumbre, la oxidación sistémica es sinónimo de fragilidad, inflamación, esclerosis, acidificación, desmineralización y al final, necrosis y muerte celular.

La salud de las membranas celulares, su flexibilidad y permeabilidad dependen del buen equilibrio de los ácidos grasos omega-6 y los omega-3, con una ratio idealmente la más cercana posible al 1 (en la población general este cociente se acerca a menudo a 10 o más).

En la estrategia para una buena función de la memoria todos estos micronutrientes son esenciales. Entre todos, el magnesio es probablemente el mineral más importante para la función sináptica (almacenamiento y liberación de los NT).

Fitoterapia

Podemos contar también con una fitoterapia específica para recuperar y mejorar una memoria deficiente.

La planta más indicada es el Gingko biloba, que favorece la microcirculación y la función neurocerebral.

Hay otras plantas con un efecto adaptógeno importante, como la Centella asiatica (Gotu Kola, Brahmi), la Withania somnifera (Ashwaganda), el ginseng, el eleuterococo y un largo etcétera.

Pero, a pesar de un excelente aporte de micronutrientes, recordemos que la memoria, al igual que los otros mecanismos neurocerebrales, es como un músculo que es preciso usar y estimular a diario, sea como sea, para no ir perdiendo sus imprescindibles funciones y sus inagotables posibilidades siempre por descubrir…

Y recordando asimismo que, de todos modos, la memoria es lo que queda al final del olvido…

Complementación adecuada

De entre los posibles complementos nutricionales adecuados para potenciar la memoria que existen en el mercado, os recomendamos:

  1. MEMOBIANE: El zinc contribuye a la función cognitiva normal (memoria). El ácido pantoténico contribuye al rendimiento intelectual normal.
  2. FORMAG: Contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y a reducir el cansancio.
  3. OMEGABIANE DHA: Rico en omega 3 DHA, constribuye al funcionamiento normal del cerebro.
  4. GINGKO: Complemento alimenticio a base de extracto de ginkgo biológico.

 

Francesco Borella

Licenciado en medicina y cirujía por la Universidad de Ginebra, Suiza, formado en Pediatría y Psiquiatría en Hospitales de Ginebra, formación especializada en Acupuntura, Homeopatía, Fitoterapia, Naturopatía y Psicoterapia, miembro docente del IEDM (Instituto Europeo de Dietética y Micronutrición).

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