La mayoría de las personas nos hemos preguntado alguna vez cuál es la dieta perfecta o la mejor de todas las que hay en el escaparate de la alimentación saludable. Hay gente con una salud y un físico admirable que sigue dietas muy diferentes: macrobiótica, crudivegana, paleolítica, vegana, vegetariana, frugívora, flexiteriana, ayurvédica, de eliminación, antienvejecimiento, alcalina, del grupo sanguíneo, de 1.800 calorías, de tipo metabólico, sin gluten… Y aún podríamos citar cien más.
Cada dieta tiene seguidores y defensores detrás, y cada una la avala algún médico o científico que defiende sus beneficios porque él mismo la sigue o ha visto resultados increíbles en pacientes o clientes. Pero eso no quiere decir que aquella dieta sea la buena y única para todo el mundo, solo que es el tipo de alimentación que se ajusta a las necesidades únicas de aquella persona en un momento determinado. Pues ni tan solo un mismo tipo de dieta es igual para dos personas ni para una persona para siempre sin ajustarla en algún momento, ya que hay factores que cambian, como la constitución, la condición interna y el estado de salud, los gustos personales, la actividad física, el clima del lugar donde vive, e incluso la procedencia étnica o las tolerancias y/o intolerancias alimentarias.
De la profundización, estudio e investigación de las más de cien dietas, se pueden extraer unas conclusiones y premisas básicas de lo que debemos hacer si queremos tener una buena alimentación saludable más allá de teorizar demasiado, hacer clasificaciones y pensar en exceso en lo que se debe comer. Las diez condiciones básicas que debe tener una dieta saludable son las siguientes:
- Debemos eliminar o reducir al máximo cualquier alimento refinado. Eso incluye el azúcar blanco y sucedáneos o alternativas artificiales, la sal de mesa y las harinas que no sean integrales. El azúcar no es solo lo que se añade al café, sino también los alimentos que llevan (salsas, refrescos, dulces convencionales…) y los que se convierten en azúcar una vez en la sangre, como el alcohol y los carbohidratos rápidos refinados. El color blanco que no es propio de un alimento natural, es sinónimo de producto muy refinado, con pocas o ninguna vitaminas, minerales, fibra, enzimas, fitonutrientes o antioxidantes.
- Debemos eliminar los alimentos procesados que se compran en el supermercado convencional y reducir al máximo los alimentos envasados. Eso incluye los platos preparados listos para el microondas, las pizzas congeladas, los nuggets de pollo, los helados, las salsas con azúcares, colorantes, conservantes o grasas trans (hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas), las bolsas de patatas, los sucedáneos de lácteos con azúcares o edulcorantes añadidos o desnatados, y los alimentos que intentan ser otro alimento a base de refinar y procesar alimentos naturales.
- Si compramos un alimento envasado debe contener el mínimo de ingredientes posibles, debemos poder entender y saber qué son, y ninguno debería ser azúcar. Si dudamos, mejor no consumirlo.
- Debemos comer más verduras, y muchas de hoja verde, que son las grandes olvidadas y las que más ayudan a prevenir y curar enfermedades, quemar grasas, eliminar toxinas y alcalinizar el organismo. Las frutas y verduras deben ser locales, de temporada, de proximidad y preferiblemente ecológicas.
- Debemos escuchar el cuerpo, respetar sus necesidades y el reloj biológico: comer cuando tengamos hambre y no hacerlo ni porque toca ni para saciar emociones, no cenar más tarde de las nueve, estar unas diez horas sin comer desde la cena hasta el desayuno, y seguir la regla del “menos es más”; es decir, mejor mezclar pocos alimentos en un mismo plato para digerir bien, que es la clave para tener una buena salud.
- Debemos priorizar la calidad siempre por encima de la cantidad; sobre todo cuando compramos alimentos de origen animal. Es mejor comer menos carne a la semana pero que sea ecológica, como la que encontramos en Bio Space; menos pescado, pero que no sea de piscifactoría alimentado con piensos convencionales; huevos y lácteos ecológicos antes que convencionales, porque el animal no ha sido hormonado ni medicado; legumbres cocidas en botes de cristal cocinadas con sal marina; aceites vegetales de primera presión en frío ecológicos y no refinados; frutos secos naturales en lugar de fritos y salados; agua de buena calidad… Y así con todos los alimentos.
- A lo largo del día o la semana debemos comer alimentos de diferentes colores porque tienen antioxidantes diferentes que ayudan a prevenir enfermedades. Como dice Odile Fernández, autora de Mis recetas anticáncer, debemos hacer una dieta “arcoiris”. Según Fernández, los alimentos de color amarillo-verde (ajo, cebolla, espárragos) refuerzan el sistema inmunitario y destruyen las células cancerígenas; los de color verde (col, kale, espinacas, acelgas) ayudan a construir células saludables, y los alimentos de color azul (arándanos, ciruelas) ayudan a eliminar sustancias nocivas. Según David Wolfe, especialista en alimentación cruda y superalimentos, el color negro (aceitunas negras, cacao puro) está relacionado con la fuerza de la vida; el rojo (sandía, tomate) representa el poder, la energía del día a día, y nos ayuda en la respuesta del sistema inmunitario y a tener una buena salud del corazón y la sangre; y el blanco (cebolla, ajo) ayuda a los pulmones y el sistema respiratorio.
- Debemos tener una actitud activa y proactiva ante la alimentación. Si os gustan mucho los dulces o algún tipo de alimento procesado poco saludable, hay que buscar una alternativa saludable para hacer en casa; hoy día hay recetas de todo en internet. Y si necesitáis comer entre horas o fuera de casa siempre es mejor llevar encima el mejor fast food que hay: fruta, frutos secos, semillas, verdura… ya sea al natural o en zumos o batidos verdes… Son alimentos muy al alcance que podemos encontrar fácilmente.
- Debemos masticarlo y comerlo todo con conciencia. George Oshawa, fundador de la macrobiótica, sobradamente conocida como una teoría dietética que elimina el azúcar, llegó a decir: “Yo también tomo azúcar, y para hacerlo lo único que hago es masticar aún más el alimento”. ¿Habéis probado a hacer realmente aquello de “beber el alimento y masticar la bebida?”
- En caso de patologías o desajustes de salud, no hay que automedicarse, ni con medicamentos convencionales ni con superalimentos (espirulina, maca…), sin la guía de un profesional de la salud de confianza.
En resumen, cualquier dieta saludable, que es la que podemos mantener a lo largo del tiempo como un estilo de vida que nos permite tener salud y un peso conveniente, debe estar basada en alimentos frescos, de temporada, mejor ecológicos, sin procesados ni refinados, fáciles de digerir y respetando las necesidades reales y fisiológicas de cada cuerpo, que es único e irrepetible. Pero no es cuestión de teorizar ni obsesionarnos, porque si comemos productos frescos, naturales y de temporada lo haremos sin tener que pensar ni reflexionar, ya que la propia naturaleza nos los da.