Seguramente lleváis tiempo pensando que el sistema de producción alimentaria, tal como se plantea hoy en día, es abusivo con los productores locales y con el planeta. Y es cierto.
Las grandes empresas de la alimentación ejercen su poder monopólico y su capacidad para realizar economías de escala en detrimento de los agricultores y ganaderos locales, que no consiguen competir con un tipo de producción exageradamente rentable en términos económicos, pero no medioambientales ni sociales.
Esta situación desencadena efectos directos sobre la salud de los consumidores, pues la calidad de la comida que se produce es cada vez menor. Ya sabemos que la verdura que se obtiene de pequeños productores no tiene nada que ver con aquella que proviene de cultivos intensivos.
Y, para colmo, se ha instalado la creencia de que podemos comer comida de cualquier sitio del mundo a un precio mínimo. ¿Alguna vez habéis pensado que detrás de esos espárragos del Perú a 1,19 € seguramente se hayan cometido algunas injusticias? ¿O que la carne de ese kilo de pollo a 2,75 € probablemente contenga más agua y medicamentos de los que quisierais?
La soberanía alimentaria
La soberanía alimentaria es un concepto que surge en la década de los 90 con la idea de que la sociedad civil tiene un papel crucial a la hora de implementar políticas agrarias y alimentarias con objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria.
Se trata de un concepto que constituye una ruptura con la producción actual de los alimentos y que defiende los derechos de los productores y también de los consumidores y del planeta.
En un contexto de emergencia climática, no solo es necesario replantear el modelo de producción actual, sino que es urgente. Los recursos naturales están en serio riesgo de agotarse a causa de un uso insostenible.
La Declaración de Nyéléni, Malí, de 2007, estipula:
“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. […] La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición…”.
La soberanía alimentaria propone dar un paso adelante en términos de relaciones laborales y superar la explotación de personas que supone el sistema de producción alimentario actual.
Es hora de cambiar las reglas del juego
Recuperar la soberanía y la seguridad alimentarias no es tarea fácil y requiere de la acción de todas las personas, en el ámbito privado, pero también en el organizativo y social. Es fundamental que hagamos una compra consciente, pero también es clave que exijamos políticas que regulen estos temas.
Justicia Alimentaria es una asociación formada por personas que creen en la necesidad de cambiar el sistema agroalimentario actual y devolver a la ciudadanía el derecho a una alimentación saludable, con criterios de justicia social y sostenibilidad medioambiental.
Entre sus acciones principales, Justicia Alimentaria lleva a cabo campañas informativas para la ciudadanía (estrechamente vinculadas con la comunidad educativa), denuncias y propuestas alternativas al modelo productivo dominante, a la vez que realiza formaciones para fortalecer las redes y organizaciones campesinas. Toda su labor puede ser consultada en detalle en su sitio web.
Para apoyar la labor de Justicia Alimentaria y aportar vuestro grano de arena a una causa que nos implica a todos y todas, podéis uniros al proyecto haciéndoos socios o socias. Así seréis también otra voz más que reclame y haga posible el cambio. “¡Porque la alimentación saludable es un derecho y no un privilegio!”
Aquí encontraréis toda la información necesaria para hacerlo.