La semana pasada la revista Nature publicó un artículo, del que se han hecho eco todos los medios del mundo, que asegura que la sacarina favorece la diabetes y, además, no adelgaza, sino todo lo contrario. El estudio no es revelador, porque ya se habían publicado otros que relacionaban este edulcorante con el metabolismo del azúcar y del sistema intestinal. Soycomocomo profundiza en el tema.

La sacarina (o E-954) es el edulcorante artificial más antiguo y más utilizado hoy en día. En Francia y Canadá, está prohibida; en España, como mínimo hasta ahora, estaba recomendada para diabéticos y dietas de adelgazamiento. La podemos encontrar no sólo en sobres en las cafeterías y supermercados, sino también en muchas bebidas y productos alimentarios (¡incluso pastas de dientes!), lo que hace que la dosis diaria pueda estar más cerca que nunca de la máxima (5 mg por kg de peso). Fijaos en las etiquetas y buscad E-954.

Si hemos tomado sacarina, ¿qué hacemos? ¿Cómo recuperamos la flora?

Podemos reestructurar la flora:

  • Tomando suplementación de probióticos, como por ejemplo Floragen durante aproximadamente un mes.
  • Ingiriendo cada día alimentos fermentados que contengan bacterias benévolas como miso, kéfir y chucrut, pero también kudzu y ume.
  • Acidificando el pH del colon.
  • Evitando comer cada día carne, lácteos y azúcar, que aumentan la proliferación de bacterias putrefactivas.

sacarina_cafe

Soluciones para los que no pueden vivir sin azúcar ni sacarina:

  • Acostumbrarse, con paciencia, a reducir la dosis hasta poder tomar el café y el yogur sin ningún edulcorante.
  • Si no hay manera, sustituirlo por extracto de estevia (o jarabe de arroz, puntualmente). Se puede reducir la necesidad de dulce con picolinato de cromo, extracto de canela y DHA omega-3 (como el suplemento Oligen Sugar Control).

¿La sacarina engorda? ¿Los diabéticos ya no pueden tomar?

El cuerpo, que evolutivamente no está acostumbrado a recibir un alimento dulce que no contenga glucosa o fructosa, podría responder tal y como lo hace con estos monosacáridos y elevar la producción de insulina del páncreas; por lo tanto, se ha visto que también tiene una influencia sobre la diabetes y la obesidad.

La sacarina altera la flora intestinal

En el cuerpo hay más de dos mil especies de flora diferentes, y hace falta que haya un equilibrio entre cada una y que no haya más de unas que de otras, porque todas tienen funciones diferentes. No pasa lo mismo con las especies putrefactivas, que tendríamos que mantener bajo mínimos.

Los conservantes químicos, en general, alteran la flora intestinal, y hacen que proliferen especies no tan beneficiosas.

¿Qué consecuencias tiene una mala flora o microbiota intestinal?

  • Alergias respiratorias y dérmicas
  • Inflamaciones y dolores
  • Estreñimiento o heces pastosas
  • Gases y digestiones difíciles
  • Acumulación de toxicidad
  • Más posibilidades de tener cándidas
  • Bajada de inmunidad
  • Falta de concentración y apatía
  • Mala absorción y síntesis de nutrientes
  • Reabsorción de hormonas y tóxicos
  • Alteración hormonal

¿Por qué los intestinos están tan relacionados con la inmunidad?

Si la mayoría de la mucosa intestinal está ocupada por bacterias o microbiota benévola, se evitará que bacterias más patógenas, como algunas cepas de E. coli, salmonela, Campylobacter y Clostridium, la colonicen y crezcan.

Tenemos que tener en cuenta, pero, que si sólo tomamos probióticos que vienen del Actimel, por ejemplo, sólo aportaremos a los intestinos la cepa L. casei defensis, que quitará el lugar a otros. Para equilibrarlas hace falta también L. cidophilus y B. bifidum. Si lo que queremos es mejorar el sistema inmunitario, hay que tener en cuenta también las especies L. plantarum, L. delbrueckii y L. rhamnosus.

Ahora que empieza el otoño, con los resfriados y los virus gastrointestinales de las guarderías y las escuelas, es un momento clave para poner a punto los intestinos.

Neus Elcacho

Dietista integrativa y coach nutricional

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