Hay un cierto abanico de colorantes que provienen de la naturaleza −tienen origen vegetal o animal− y son totalmente inofensivos, como la riboflavina o la curcumina. Otros, sin embargo, hay que tomarlos con moderación o, incluso, evitar su consumo. Hablamos de aditivos alimentarios peligrosos: colorantes y conservantes que pueden influir en el estado de nuestra salud. Así como la curcumina −procedente de la cúrcuma− aportará un color amarillo o anaranjado a los platos y es un elemento inofensivo e incluso beneficioso para la salud, algunos platos precocinados pueden contener un colorante de color amarillo derivado del petróleo que no es nada saludable: la tartracina o colorante Yellow 5.

Los refrescos a menudo contienen colorantes alimentarios que no siempre son inofensivos
¿Qué productos contienen tartracina? (E102)
Este colorante artificial de origen químico se encuentra en caramelos industriales, refrescos, helados, productos de repostería, chicles, gelatinas, bebidas alcohólicas o energéticas y isotónicas. También está presente en salsas industriales como la mostaza o ciertas mayonesas, o en los condimentos envasados para las paellas. Lo contienen también algunos cereales industriales que se comercializan para el desayuno, las palomitas de maíz, algunos quesos, y las galletas o tostaditas de maíz.
Aparece en las etiquetas con la indicación E102 o Amarillo 5/Yellow 5 y se considera peligroso porque sube los niveles de histamina y en algunas personas ha provocado reacciones alérgicas de tipo dermatológico (erupciones en la piel) o respiratorias (rinitis, asma). En niños se ha asociado al trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Lo contienen productos con tonalidades amarillentas, verdes y marrones. Este aditivo ha sido prohibido en Noruega y hasta 2008 estaba prohibido en Austria y Alemania. Por otra parte, el Reino Unido ha pedido su prohibición debido al vínculo que tiene con el TDAH.
Los peligros del benzoato de sodio, el benzoato de potasio, el benzoato de calcio y del ácido benzoico (E211, E210, E213 y E212)
Estos tres aditivos se obtienen a partir del benceno y resultan muy tóxicos para el organismo. La industria alimentaria los emplea para conservar latas de marisco, caviar, cerveza sin alcohol, algunos licores, refrescos variados y, también, en productos de pastelería (mermeladas y margarinas). En personas sensibles provoca asma, urticaria y algunas alergias. Si se acumula en el cuerpo puede provocar cáncer de hígado o enfermedades neurodegenerativas, tal como indicaba un estudio publicado en 2007 por la Universidad de Sheffield. El estudio explicaba que este aditivo malograba la cadena de ADN y provocaba daños celulares que conducían a ciertas personas a tener Parkinson o cirrosis. Tampoco es aconsejable consumir este aditivo en combinación con el conservante E222 (sulfito de ácido de sodio), porque podríamos sufrir algún desorden neurológico. El benzoato de sodio es peligroso, porque tomado conjuntamente con el conservante E300 (el ácido ascórbico, conocido también con el nombre de vitamina C) podría hacer desencadenar una reacción química y formar benceno, una sustancia cancerígena. Esto sucede en algunas preparaciones de refrescos o bebidas isotónicas, que contienen este aditivo mezclado con la vitamina C y el resultado puede ser tóxico. Si bien es cierto que algunos vegetales −como los frutos rojos, las ramas de canela o el clavo− contienen pequeñas dosis de benzoato de potasio, estos aditivos que hemos mencionado como son creados de forma industrial son mucho más concentrados y nocivos.
Otros aditivos derivados del benceno (E218)
El Metil hidroxibenzoato (E218) tiene consecuencias muy similares a los aditivos que hemos explicado en el punto anterior. Si bien es cierto que algunos vegetales y frutas contienen pequeñas dosis de estos compuestos químicos de forma natural, el peligro radica en consumir los aditivos sintéticos que son mucho más concentrados y que se pueden mezclar con otros aditivos dentro de un mismo producto alimenticio. Al igual que con el resto de aditivos derivados del benceno, su consumo debería ser esporádico o nulo si queremos evitar la exposición de tóxicos en nuestro organismo. Provoca reacciones alérgicas de tipo respiratorio, dermatológico y neurológico. Algunos estudios realizados con animales han relacionado el consumo de este aditivo con la aparición de tumores y está prohibido que se utilice en la comida para animales porque incluso en pequeñas dosis puede ser letal para gatos y perros. La industria utiliza este aditivo para prevenir hongos y bacterias en refrescos, salsas y mayonesas industriales, zumos de fruta envasados, mermeladas, licores, cervezas sin alcohol, latas en conserva y caviar. Hay que decir que estos mismos productos también pueden llevar incorporados otros aditivos peligrosos como los E214, E215 y E216, todos ellos con un índice alto de toxicidad y presentes en productos conservados en latas.
El Dr. Joan Vidal-Jové aclara que «las personas con cáncer tienen alteradas alguna o varias vías del ciclo celular, por lo que aparece la enfermedad. Estas vías están relacionadas con la capacidad de producir mutaciones genéticas, de bloquear la apoptosis o muerte celular, de favorecer el crecimiento y progresión del tumor, o de hacerlo más invasivo, así como de bloquear la capacidad inmunitaria del individuo».
La oncóloga Natalia Eres explica que los efectos de la exposición a tóxicos químicos son de tres tipos: «En primer lugar afectan a la mutagenicidad, en segundo lugar modifican el equilibrio endocrino −porque son disruptores endrocrinos− y, finalmente, alteran la inmunidad».
¿Qué implica esto? «Todos estos procesos indican que las sustancias tóxicas pueden, por sí mismas, provocar mutaciones. Se trata de moléculas que se parecen a las normales, bloquean sus funciones (haciendo de disruptores) y al mismo tiempo confunden la propia inmunidad. Los deberíamos evitar siempre que podamos», indican los oncólogos Eres y Vidal-Jové.

Las latas de conservas suelen tener el aditivo E218.
«Algunos colorantes, conservantes o potenciadores del sabor se han relacionado con la aparición de tumores, alergias dermatológicas o problemas respiratorios»
El colorante de caramelo no es tan inofensivo como parece (E150)
Este colorante puede obtenerse de manera natural o sintéticamente, a partir de la reacción química de azúcares como la fructosa o el jarabe de glucosa extraídos de maíz o de trigo.
El colorante de caramelo se clasifica en cuatro tipos, teniendo en cuenta la forma en la que ha sido sintetizado: caramelo cáustico (E150), caramelo cáustico de sulfito (E150b), caramelo amónico (E150c), o bien caramelo sulfito de amoníaco (E150d). Los que han resultado peligrosos han sido estos dos últimos (E150c y E150d), que provocaron tumores en los animales de laboratorio que los consumieron.
El aditivo E150 puede inhabilitar la absorción de la vitamina B6 y provocar molestias intestinales si se toma en grandes cantidades.
Se encuentra en chocolates, salsa de soja, vinagre balsámico, cerveza, dulces, licores, galletas y bebidas carbonatadas, entre otras cosas.
Las consecuencias del aditivo azul de antraquinona y azul patente V (E130 y E131)
El primero de estos dos colorantes se forma a partir de la oxidación del antraceno, un hidrocarburo aromático. La industria lo utiliza en productos de pastelería. Sin embargo, es un aditivo peligroso: provoca urticaria y es un carcinógeno, porque deriva directamente de un hidrocarburo. En Europa está prohibido, en el extranjero está etiquetado con los siguientes nombres: azul de antracenediona, azul de dioxoantraceno, azul 2N, azul A y B, azul AP o disolvente azul 35 y 36.
El azul patente V también es perjudicial para nuestra salud: puede desencadenar reacciones alérgicas diversas y es una sustancia tóxica, porque deriva de los compuestos azoicos. No se debería consumir con regularidad. Es un compuesto que está prohibido en Australia, aunque en Europa se acepta su uso. Lo encontraremos, mayoritariamente, en productos de pastelería industrial.
¡Cuidado con los espesantes hechos con carragenano! (E407)
Aunque se obtiene de la naturaleza −a partir de algas rojas marinas, de la familia de los rodófitos-, luego se procesa sintéticamente para conseguir un preparado más concentrado. Su función es conseguir una textura en forma de gel, que consigue espesar productos como embutidos, postres de cuchara, leches condensadas y vegetales, productos cárnicos, vinagres y salsas, yogures y helados, entre otras cosas.
No es aconsejable comerlo en grandes cantidades, ni dárselo a los niños, mujeres embarazadas o personas enfermas. Algunos estudios indican que este aditivo estimula la inflamación y podría provocar úlceras intestinales, alergias y debilitamiento del sistema inmunitario. En estudios con animales de laboratorio se probó que el consumo continuado de este aditivo en grandes cantidades favorecía la formación de tumores.
La oncóloga Natalia Eres cuenta que algunos de estos aditivos provocan la formación de tumores en los estudios que se han hecho en animales de experimentación o en la recogida de experiencias en humanos. «Es importante mencionar que los estudios que se realizan en el campo de la industria, con motivo de las normativas actuales, afectan solo al tóxico químico y no a la combinación que se da en el medio ambiente de este tóxico interaccionando con otras sustancias. Es decir, dos productos aislados pueden no ser tóxicos pero su combinación en el medio sí puede serlo», especifica el Dr. Joan Vidal-Jové. «Hay colorantes carcinógenos por sí mismos (los colorantes E133 y E124) y otros que lo son por la combinación con otros aditivos», añade.
El óxido de titanio también es tóxico (E171)
Se utiliza en la elaboración de pasteles, chicles, quesos, yogures, salsas procesadas, surimi y productos alimenticios que requieran el color blanco. Proviene de una roca mineral: la ilmenita. Tiene varias nomenclaturas: blanco de titanio, dióxido de titanio, bióxido de titanio, blanco 6 o CI Pigmento White 6. Si lo consumimos en grandes dosis de manera regular puede afectar al buen funcionamiento del hígado y los riñones, los órganos encargados de drenar los tóxicos y alterar o bloquear la respiración celular de estos órganos.
Pigmentos derivados del petróleo (E126, E180)
El colorante E126 o Ponceau 6R se produce de manera sintética, en el laboratorio, derivado del petróleo. Pertenece a la familia de colorantes azoicos y conviene evitar su consumo por su toxicidad. Algunas de sus nomenclaturas son escarlata cristal, escarlata cristal brillante o rojo ácido 44.
Se ha relacionado con casos de hiperactividad en niños, es un liberador de histamina y puede provocar efectos secundarios como la agudización de los síntomas del asma, la urticaria o el insomnio. En algunos casos ha favorecido la aparición de tumores. Se utiliza en la elaboración de caramelos y pastelería.
También deriva del petróleo el pigmento E180, conocido como rojo 57, carmín 6B o CI Pigmento Red 57. La industria lo utiliza para la fabricación de quesos. Se ha relacionado con casos de hiperactividad en niños, asma, alergias dermatológicas y aparición de tumores. En América del Norte está prohibido su uso en la industria alimentaria.
Algunos colorantes prohibidos en Europa (E181, E152)
Algunos colorantes como el tierra sombra quemada (E181) o el pigmento negro 7984 no están permitidos en Europa. Este último ha sido utilizado en la elaboración de regaliz, golosinas, caviar y algunos cosméticos. Cuando entra en contacto con el calor hace un proceso químico y libera tóxicos, lo que provoca asma en algunas personas, eccemas o urticaria e insomnio. Hace que liberemos histamina y se ha relacionado con casos de hiperactividad en niños. Al ser un derivado de compuestos azoicos, a largo plazo podría favorecer la aparición de tumores. Está prohibido en Europa desde 1984.
Por otra parte, el pigmento tierra sombra quemada, conocido también con los nombres de tierra de Siena, tierra sombra tostada o marrón 6 ha sido utilizado para elaborar la cobertura de algunos quesos ahumados. En algunas personas ha agudizado problemas estomacales y si se toma de forma continuada puede afectar a la constricción de las arterias. No se permite su uso en Europa desde 1978.
Otros aditivos peligrosos: bifenilo (E230), formiato de calcio (E238), formol (E240), tetraborato de sodio (E285), butilhidroxianisol (E320, BHA), glutamato monosódico (E621)
El bifenilo, conocido también con el nombre de difenilo, es un conservante sintético muy tóxico. Se utiliza como pesticida para prevenir la aparición de hongos en frutas como los plátanos, los cítricos, las peras o las manzanas. No se disuelve con el agua y, por tanto, no desaparece si lavamos la fruta. En algunos casos este tóxico −si se ha sumergido la fruta con este antimicótico− penetra en el interior de la fruta y aunque le retiremos la piel puede contaminar la pulpa. Obtenido a partir de la destilación del alquitrán de hulla, petróleo crudo o gas natural, en dosis bajas provoca vómito, irritación en los ojos y afecta a los riñones y el hígado. También provoca diversas alergias. Lo deberían evitar, preferiblemente, las personas enfermas y los niños; aunque resulta tóxico para todos.
El formiato de calcio (E238) se obtiene del ácido fórmico (E236), que es el veneno que inyectan las abejas y las hormigas rojas cuando nos pican. Se utiliza para prevenir la aparición de bacterias y otros microorganismos en productos lácteos (quesos, helados, postres dulces) y en el pan y la bollería industrial. Al ser un producto corrosivo puede provocar irritaciones y no deberíamos tomarlo en grandes cantidades, porque su consumo afecta a los riñones, encargados de drenar los tóxicos. En ningún caso deberíamos consumirlo combinado con el conservante E240 (formaldehído), porque la reacción química podría afectar al buen funcionamiento del nervio óptico, que causaría problemas de visión y, incluso, ceguera. A largo plazo, y en grandes cantidades, podría ser cancerígeno, tal como indican algunos estudios realizados con bacterias en las que esta sustancia adopta propiedades mutágenas.

Algunos quesos pueden contener aditivos como el E238.
Por otra parte, el formol o formaldehído (E240) es muy tóxico en pequeñas dosis, provoca alergias y es un carcinógeno. La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer ha publicado estudios que indican que esta sustancia consumida o respirada de forma continuada provoca cáncer nasofaríngeo. Está prohibido en la mayoría de países, aunque en algunas zonas asiáticas se utiliza de forma ilegal en bebidas de arroz, quesos de soja, fideos, productos salados de pollo o pescado y cerveza. Algunos cosméticos también contienen esta sustancia (geles de baño, cremas y champús). Recibe los nombres de metanal, formalina o formol, según su grado de concentración, y se obtiene a través de la oxidación catalítica del metanol (alcohol metílico). Algunas veces la industria lo ha utilizado como antimicótico y para prevenir la aparición de bacterias.
Aunque está prohibido en muchos países, en España está permitido el aditivo E285, el tetraborato de sodio. Lo contienen conservas de caviar y marisco, huevos de pescado, alimentos en conserva y fideos orientales o arroces al vapor industriales envasados. La Organización Mundial de la Salud considera peligroso este aditivo porque interactúa con las células del cerebro y evita la síntesis de glutamina. Algunos estudios han relacionado el consumo de este conservante durante 5-10 años con la aparición de cáncer de hígado en humanos. Es un conservante natural, aunque muy tóxico: se obtiene de lagunas salinas o de depósitos naturales de desiertos salados.
«Los estudios sobre aditivos hechos en la industria tienen en cuenta una sola sustancia y no evalúan la interacción de diversas sustancias químicas entre ellas, lo que puede tener consecuencias tóxicas» alertan los oncólogos Eres y Vidal-Jové
El antioxidante E320 (Butilhidroxianisol o BHA) es de origen sintético y la industria lo utiliza en productos como purés de patatas, mantequillas, grasas y aceites industriales. En pequeñas dosis aumenta el colesterol y provoca diversas alergias. Es un carcinógeno potencial, porque se acumula en el cuerpo y se ha relacionado con tumores en el hígado.
Por último, el glutamato monosódico (E621) no es nada recomendable. Se trata de un potenciador del sabor que se encuentra muy presente en sopas de sobre, pastillas de caldo, productos fritos, salsas, patés, pizzas, embutidos, platos precocinados, fideos orientales o arroz, entre otras osas. Se ha relacionado con el incremento de obesidad en las personas que lo consumen regularmente −porque incrementa la sensación de hambre− y es un aditivo neurotóxico, ya que algunos estudios relacionan su consumo con la muerte de neuronas. Desaconsejado especialmente en personas con enfermedades neurológicas (Parkinson, Alzheimer, epilepsia, trastorno bipolar, esquizofrenia), un estudio de la Universidad de Michigan explicaba que un consumo elevado de glutamato se relacionaba con la aparición de pensamientos suicidas. En dosis altas puede hacer incrementar los ataques de asma y las reacciones alérgicas.
El Dr. Joan Vidal-Jové recuerda que «el nitrato sódico (E-250), que se ha utilizado como conservante de carnes ahumadas, es altamente carcinogénico porque forma nitrosaminas. Se asocia a cánceres del tubo digestivo y de páncreas».
La oncóloga Natalia Eres añade que «también el BHA y el BHT son conservantes que actúan como antioxidantes y se emplean en productos en los que se quiere preservar el aspecto externo y evitar que se echen a perder. Además de generar compuestos reactivos formadores de tumores, pueden generar también alteraciones neurológicas», concluye.
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