El precio de la industrialización
Hoy en día la sofisticación y el refinamiento de materias primas utilizadas en la industria alimentaria han hecho que cada vez sea más difícil aportar al organismo sustancias de importancia vital como el zinc, el calcio, el magnesio… Estos nutrientes esenciales son vitales para al organismo para evitar carencias. La acidificación de los tejidos corporales es uno de los primeros síntomas de carencias apreciables, al que seguirán otros más graves si no se toman medidas. Por esta razón, y por muchas otras, siempre recomendamos el consumo de productos de procedencia ecológica.
Hoy en día encontramos muchos casos de personas que se quejan de dolores articulares. La causa exacta no la conocemos, pero se sabe que la suma de varios factores, como una mala alimentación, situaciones de estrés, el exceso de ejercicio físico, el sedentarismo extremo, la contaminación ambiental, una mala respiración, entre otras cosas, pueden favorecer la aparición de problemas articulares en personas cada vez más jóvenes.
Hacia un terreno alcalino
Para empezar, deberíamos procurar tener un equilibrio ácido-básico correcto porque, para que todas las funciones y órganos del cuerpo trabajen adecuadamente, necesitamos un pH en sangre igual a 7,35-7,4 constante, es decir, un pH ligeramente alcalino. Para conseguir este valor, el organismo lucha continuamente contra factores externos que pueden comprometer este pH sanguíneo. Por ejemplo: una alimentación desequilibrada rica en alimentos refinados y productos animales acidifica el organismo: lo mismo ocurre si sometemos el cuerpo a un gran estrés físico, como puede ser el ejercicio, o un desgaste mental, como es el trabajo diario y la vida que llevamos en la ciudad. Un organismo acidificado tiene más tendencia a sufrir procesos infecciosos, resfriados, inflamaciones… Otro factor que hace acidificar el organismo es una mala masticación. El hecho de no masticar bien cada alimento que nos ponemos en la boca conlleva un trabajo extra para el estómago y los intestinos.
Como están sobrecargados, durante la digestión se favorece la producción de sustancias ácidas que se acaban almacenando en el organismo. Por lo tanto, para lograr un equilibrio es necesario proveer al organismo de alimentos alcalinizantes como las verduras, las legumbres, los cereales integrales, el pescado, los frutos secos, las algas, y reducir los alimentos que acidifican, como son los embutidos, las carnes, los lácteos, las harinas refinadas y productos de pastelería.
¿Qué ocurre cuando el organismo presenta una acidificación?
El cuerpo intenta neutralizar el exceso de acidez y utiliza las propias reservas de sales minerales; al mismo tiempo, elimina el exceso de ácido por la orina e incrementa el ritmo respiratorio. Cuando esta situación se mantiene en el organismo durante mucho tiempo se desencadena un estado de agotamiento y debilidad del cuerpo, ya que se han utilizado las propias reservas de nutrientes esenciales para neutralizar el exceso de acidez y se ha forzado la función de los órganos, que han estado trabajando continuamente para contrarrestar los efectos negativos de este exceso de ácido.
Mantener las articulaciones y los huesos sanos
Una alimentación adecuada que nos aporte nutrientes que alcalinicen el organismo y una buena respiración es imprescindible para mantener las articulaciones y los huesos en buen estado.
Para fortalecer las articulaciones debemos procurar consumir alimentos ricos en omega-3, como el aceite de lino de primera presión en frío, las semillas de lino, las semillas de sésamo, el pescado azul, frutos secos crudos o las algas. El omega-3 es un ácido graso que ayuda a reducir la inflamación. También es interesante complementar la dieta con lecitina de soja, porque gracias a sus propiedades emulsionantes mejora el riego sanguíneo y alivia los casos de artritis y osteoartritis. El consumo de alimentos ricos en proantocianidinas oligoméricas (OPC), un grupo de bioflavonoides que encontramos en las frutas del bosque, las cerezas, los arándanos, entre otros, ofrece una acción estabilizante del colágeno, sustancia necesaria para tener unas articulaciones sanas y flexibles (y se ha visto que el cuerpo lo va fabricando menos a medida que pasan los años).
En definitiva, debemos procurar seguir una alimentación rica en vegetales, cereales integrales, semillas oleaginosas, algas y frutos secos. También es interesante restringir el consumo de solanáceas (patatas, tomates, berenjenas, pimientos), porque puede generar una acumulación de solanina en las articulaciones y favorecer la inflamación. Por otra parte, para aportar una buena fuente extra de minerales es importante incluir en la dieta diaria las algas. Gracias a su efecto alcalinizante de la sangre, ayuda a depurar el organismo y favorece la eliminación de los efectos ácidos propios de la dieta moderna. Aparte de todos los cambios nutricionales, es interesante ayudar la dieta con complementos nutricionales específicos para la salud articular, como por ejemplo glucosamina, condroitina, ácido hialurónico, cúrcuma, Boswell, harpagofito, etc. Ingredientes que por un lado nutren las articulaciones y por otro lado proporcionan una ayuda antiinflamatoria natural.
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